Jinete del Centenario
Autor: Jorge Alberto Dukuen – Argentina.
Transcurría el año 1994 cuando en la esquina de Mitre y Sarmiento de Coronel Suárez me encontré con Julio Pascasio Sotoca; un poeta del criollismo regional. De inmediato Sotoca me ofreció su cuadernillo con poemas gauchescos el que describía la vida de los domadores y jinetes de nuestras pampas como Lorenzo Clark, los Silvera, Gardiner, Campusano, Cejas, Aguirre, Cárdenas y Aguilera, entre otros.
En plena charla surgió el recuerdo sobre la famosa vida de un tío suyo, llamado Mauricio Salazar y de que éste había sido un jinete extraordinario que paseó su estirpe criolla por varios países de América; Colombia, México y Estados Unidos, entre otros.
Mauricio Salazar había nacido en Bolívar (Pcia. De Buenos Aires) en 1883 y siendo muy joven se trasladó a la zona serrana de Curumalal donde mostró sus especiales cualidades como domador y jinete. Hombre de tez trigueña, pelo negro, estatura de un metro setenta, delgado pero con músculos bien desarrollados.
Me confió Julio Pascasio Sotoca que Mauricio Salazar se casó en 1915 en Coronel Suárez con su tía Rufina Sotoca. Fueron padres de Manuel Epifanio, Martín, Dora, Nemesio y Luis Salazar.
Mauricio Salazar, representando a nuestra comarca serrana, en 1937 participó de la renombrada marcha hípica Buenos Aires- Mar del Plata, con su caballo “Cruz diablo”, acompañado de su amigo Néstor Antoniotti, que montó a “El colibrí”.
Con anterioridad había participado de un hecho que se iba a transformar en algo muy especial para su vida. Fue Salazar un elegido por el destino?. Creo que sí. En mayo de 1910, ante la celebración del “Centenario de la Patria”, el mentado Mauricio Salazar tuvo una destacada participación.
Para los festejos de la Semana de Mayo arribaron al país renombrados estadistas e ilustres visitantes, como el francés Georges Clemenceau, el presidente de Chile, Pedro Montt, y el vicepresidente del Perú, Eugenio Larraburu y Unanue , escritores y periodistas como Ramón del Valle Inclán y Vicente Blasco Ibáñez. Esta era la señal inequívoca del interés que en ese momento despertaba la Argentina.
Pero la figura especial, sin duda, fue la infanta Isabel de Borbón, en representación de su hermano el rey de España Alfonso XIII, quien fue recibida por las más altas autoridades y una nutrida presencia popular volcada a las calles de Buenos Aires.
En el especial acto festivo que contó, en su acto inaugural, con la presencia de la Infanta Isabel de Borbón, tuvo lugar en la Sociedad Rural Argentina, en el barrio de Palermo, donde se llevó a cabo una exposición dedicada a las actividades agropecuarias y a la muestra de los productos representativos de las distintas regiones del país, similar a la que venía desarrollando de manera anual desde 1886. Al festejo se sumó la exhibición de destrezas criollas como grandes referentes de las actividades desarrolladas en nuestros campos, con los mejores jinetes de estas pampas.
Fue así que las autoridades de la Comisión de Festejos habían contratado a un grupo de paisanos hábiles para las jineteadas como Andrés Lazarte de Tapalqué, Julio Pérez, un tal Paniagua y Mauricio Salazar de Coronel Suárez, entre otros.
Ante la presencia de la Infanta Isabel de Borbón que representaba al Rey Alfonso XIII, Mauricio Salazar demostró sus virtudes de excelente jinete, lucimiento personal que le valió recibir un premio muy especial. La Infanta sacó de su mano un hermoso anillo con el escudo de la Casa Real y se lo obsequió ante la mirada de invitados especiales y autoridades de distintos países.
Mauricio Salazar, fue un noble y prudente paisano, que perpetuó su destreza criolla en nuestra zona y en el recuerdo de quienes lo trataron. Muy delicado de salud, fue internado en un hospital de la Capital Federal donde falleció el 9 de febrero de 1939. Y así pasó por esta vida Mauricio Salazar, sin que la historia lo mencione como a cientos de trabajadores rurales que dejaron en este suelo Patrio, su sangre, sudor y lágrimas en pos de darles un futuro mejor a sus hijos.