LA LITERATURA DE CRÍTICA SOCIAL
Si buscamos una razón para comprender por qué vivimos organizados en comunidades, es decir, por qué vivimos en sociedad y no aislados de todo, entenderemos entonces que la unión entre nosotros es lo que nos lleva a ser más fuertes y menos vulnerables ante todos los peligros que nos acechan como seres individuales. O dicho de otra forma, vivimos en comunidades porque éstas nos aportan una protección y una calidad de vida que no tendríamos si viviésemos de una forma totalmente aislada. Ni tan siquiera el dinero, ese que desde hace miles de años mueve al mundo y a todos aquellos que lo habitan, tendría ningún sentido si no nos sintiésemos, de alguna forma, arropados por la comunidad a la que pertenecemos. Porque…¿qué sentido tiene tener dinero si no hay nadie en tu comunidad que te ofrezca los alimentos que vas a comer a diario? ¿Y cómo, por poner otro simple ejemplo, llenaríamos el depósito de nuestros vehículos si no hubiese ciudadanos que transformasen el petróleo en gasolina? ¿Y por qué carreteras transitarían dichos vehículos de no haber existido obreros que las han construido? ¿Y cómo iríamos al cine, a un restaurante o a una representación teatral si cada una de las personas que componen una comunidad no aportaran su granito de arena para contribuir, aunque sea indirectamente, al bien común?
Quizá estas sean preguntas que muchos jamás se han hecho, entre otras cosas, porque no han sentido la necesidad de pensar en ello. Pero la realidad es una, y consiste en que todo tiene que tener un equilibrio que, de romperse, irá en detrimento de todos los individuos que forman parte de esa sociedad, sin excepción. Y precisamente ese equilibrio es el que tratamos de potenciar todos aquellos que escribimos literatura comprometida y de crítica social, pues denunciamos situaciones que con el tiempo son capaces por sí mismas de romper cualquier equilibrio existente. Denunciar la prepotencia, la injusticia y las desigualdades sociales contribuye, aunque a muchos en un principio les cueste entenderlo, a intentar crear un mundo más justo y equitativo para que esa balanza no llegue a quebrarse de una forma definitiva por el bien de todos.
Somos muchos los que deseamos construir un mundo diferente, cada uno desde su ámbito de acción. Y quizá nosotros, los escritores, seamos unos privilegiados en ese sentido puesto que a través de nuestros escritos somos capaces de llegar a mucha más gente. Delibes, Goytisolo, Galeano y tantos otros han contribuido por medio de sus palabras escritas en papel a hacer que la balanza no se rompa definitivamente por el peso de la injusticia, de la barbarie y de la avaricia sin límites.
Y ya para acabar, simplemente les diré que cuando empiezo una nueva novela siempre tengo en mi mente distraer al lector, hacerle pasar un buen rato, pero, sobre todo, intento por todos los medios que cuando dicho lector acabe la lectura de cualquiera de mis novelas sienta la ineludible necesidad de “pensar”. Y pensar significa, a fin de cuentas, apostar por el bien común.
Víctor J. Maicas (*escritor)
http://victorjmaicas.blogspot.com