Cazadores de libros
Fernando Díaz de Quijano / El Cultural
Día 14/01/2014
Nos sumergimos en el mundo de las subastas de obras impresas, un variopinto microcosmos que congrega por igual a multimillonarios y bibliófilos más modestos.Son las seis menos cinco de la tarde. Unos veinte bibliófilos van ocupando sus asientos, armados con sus paletas numeradas, y contemplan una vez más en el catálogo ese preciado título por el que han venido a pujar, mientras los envuelve el noble y familiar olor del papel viejo, fruto de la humedad y de la oxidación de la lignina que éste contiene. Estamos en El Remate, la única casa de subastas española dedicada exclusivamente a libros, manuscritos y obra gráfica.
La subasta transcurre deprisa. Se despachan 600 lotes en una hora, a diez por minuto, pero aquí nadie hace aspavientos como en las películas o en esas subastas de almacenes abandonados que, sin motivo aparente, han colonizado algunos canales de televisión en los últimos meses. Aquí todo ocurre de un modo sereno y apacible que no está reñido con la velocidad.
Al poco de empezar la subasta, un único postor paga 4.500 euros, el precio de salida, por una colección de autógrafos de personajes ilustres - Amadeo de Saboya, O'Donnell, Narváez, Zorrilla, Mesonero Romanos...- reunidos por la escritora cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda a mediados del siglo XIX, que constituye un valioso documento del romanticismo español.
Poco después, la paleta número 8 se alza por La fe triunfante o carta a la junta llamada del Gran Sanhedrín de los judíos de París, y a todo el pueblo hebreo esparcido por el mundo (1815), de Juan Josef Heydeck. El catálogo avisa: "obra muy rara". Aun así, el precio de salida es de 85 asequibles euros. La paleta 10 también se alza, sostenida con esfuerzo por un hombre muy mayor. Los dos coleccionistas mantienen una breve pugna y el último se lleva el gato al agua por 110 euros. Cumplido su objetivo, se levanta, se coloca el sombrero y se dirige muy lentamente hacia la puerta. Ya tiene lo que había venido a buscar, así que se marcha.
La subasta en sala concluye con el 21% de los lotes rematados. La mayoría lo son "en mesa", es decir, adjudicados a ofertas que han llegado por escrito. Los demás son adquiridos por los postores presentes en la sala y los que pujan por teléfono, representados en directo por un profesional de la casa. Los lotes no vendidos podrán ser adquiridos durante el mes siguiente mediante venta directa por el precio de salida y, si la oferta fuera inferior, corresponde al propietario del libro decidir si acepta o no. En caso de que no haya ofertas, el lote podrá entrar a subasta de nuevo, con un precio de salida inferior.
Otros 900 lotes, casi todos con un precio de salida inferior a 50 euros, se subastan directamente fuera de sala, a partir de ofertas enviadas hasta la fecha y hora límite mediante Internet, correo ordinario, teléfono o fax.
Como vemos, el mundo de las subastas de libros es más discreto que el de las subastas de arte, pero de vez en cuando también da la campanada. En noviembre de 2013, Sotheby's vendió en Nueva York el libro más caro subastado hasta la fecha, The Bay Psalm Book, por 14,17 millones de dólares (10,37 millones de euros). Este compendio de salmos de 1640 fue el primer libro impreso en el territorio de lo que hoy es Estados Unidos, en Massachusetts. Forma parte de una edición de 1.700 de la que sólo se conservan 11 ejemplares, algunos de ellos en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos y en las universidades de Yale y Brown. Lo adquirió el financiero y filántropo David Rubenstein, multimillonario fundador del grupo The Carlyle, que, según informó Sotheby's, pretende poner el libro a disposición del público a través de exposiciones en distintas bibliotecas de Estados Unidos. Esta venta batió el anterior récord, de 11,54 millones de dólares (8,65 millones de euros), que lo ostentaba un ejemplar de Birds of America, un libro de ilustraciones del ornitólogo y pintor John James Audubon.