El tabú y la leyenda de los escritores fantasma
Winston Manrique Sabogal / El País
Día 16/11/2013
Entre las leyendas y tabúes que acompañan a toda creación artística destaca la de la verdadera autoría de la obra. En artes plásticas, por ejemplo, los maestros clásicos tenían escuelas y sus alumnos hacían obras que el maestro retocaba o afinaba y podía firmar. Incluso, dependiendo de su intervención en ella, cobrar, si era por encargo. En literatura existe el escritor fantasma o sombra, llamado coloquialmente negro, que siempre ha deambulado en el imaginario colectivo y que tiene unas cuantas gradaciones o niveles. Claro, por todos es sabido que todos los fantasmas no son iguales, ahí está Mario Vargas Llosa que con 23 años fue el negro de una mujer rica y hoy es Nobel de Literatura.Tal vez la sospecha más extendida sobre el autor fantasma más popular o previsible es la que tiene que ver con las biografías, memorias o libros de ficción y ensayo que firman personajes millonarios, famosos, políticos o mediáticos. Firman ellos, claro, pero quien escribe es otro.
En el plano de la literatura, una de las leyendas más conocidas es la de Alejandro Dumas. Se dice que tenía un equipo de escribidores que realizaban lo que él les decía y luego él, Dumas, daba unidad a la obra. Tambien existe la práctica en algunas editoriales de rescatar algun libro de los muchos que reciben, pero antes de publicarlo lo someten a una reescritura, ya sea con un autor fantasma en toda regla o simplemente con un editor-autor-fantasma que mejora el “producto”, sin olvidar las editoriales que lo hacen por encargo. Este aspecto es una de las tramas argumentales de la última novela de Eduardo Lago, Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee (Malpaso).