Por un internet feminista
En México, la llamada Ley Olimpia, que modifica la ley sobre el derecho de la mujer a una vida libre de violencia, ha puesto también sobre la mesa el uso de las nuevas tecnologías como un nuevo tipo de acoso, ya que fue una de las pocas iniciativas jurídicas de México que surgió de la experiencia de Coral Melo. Cuando esta tenía solo 18 años se difundió un video de ella desnuda por WhatsApp. Como resultado, fue insultada por la prensa local, se encerró en su casa durante ocho meses e intentó suicidarse tres veces, cuando intentó denunciarlo se le informó que no se trataba de un delito. Así que se organizó con otras mujeres para crear una propuesta de enmienda o una ley.
Esto no es un caso local sino que las redes reflejan y amplifican las desigualdades de las sociedades a nivel mundial. La desigualdad es inherente a la arquitectura de Internet que está jugando un papel en la estructuración de nuestras identidades y la organización de nuestras interacciones sociales. Los hombres dominan el sector de la tecnología, y son sus propietarios, y sus prejuicios de género se reproducen en la tecnología, por ejemplo Alexa y Siri, asistentes personales, tienen nombres y voces femeninas. En Wiki, el 84%-91% de los editores son hombres. Solo el 17,7% de las biografías en la Wiki en inglés son sobre mujeres.
En 2014, en ocasión del día internacional de la mujer, feministas de todo el mundo se reunieron en el Global Meeting on Gender, Sexuality and the Internet en Malasia, organizado por la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC), donde se consensuaron algunos principios feministas que deberían figurar en Internet:
1- Una Internet feminista comienza y avanza hacia el empoderamiento de más mujeres y personas queer – en todas nuestras diversidades – para desmantelar el patriarcado. Esto significa acceso a Internet universal, económico, sin restricciones, incondicional e igualitario.
2- Una Internet feminista es una extensión, reflejo y la continuidad de nuestros movimientos y resistencia en otros espacios, públicos y privados. Nuestra agencia recae en la posibilidad de decidir como individuos y colectivos qué aspectos de nuestra vida politizar y/o publicar en Internet.
3- La Internet es un espacio político público y transformador. Facilita nuevas formas de ciudadanía que permite a las personas reclamar, construir y expresar quienes somos, nuestros géneros y sexualidades. Esto incluye conexiones a través de los territorios, demandas de rendición de cuentas y transparencia y oportunidades significativas para la construcción del movimiento feminista.
4- La violencia en-línea y la violencia relacionada a la tecnología son parte de la violencia basada en el género. Los ataques misóginos, intimidaciones y el control policial que experimentan las mujeres y las personas LGBTQI son reales, dañinas y alarmantes. Es responsabilidad colectiva de los diversos grupos que estamos interesados en Internet prevenir, responder y resistir la violencia.
5- Hay una necesidad de resistir a la derecha religiosa, además de otras fuerzas extremistas y al Estado en sus intentos de monopolizar sus afirmaciones sobre moralidad y de silenciar las voces feministas a nivel nacional e internacional. Debemos reclamar el poder de Internet para ampliar las narrativas diversas y alternativas de las realidades de las mujeres.
6- Como activistas feministas, creemos en la necesidad de desafiar a los espacios patriarcales que actualmente controlan Internet y en poner a más feministas y personas LGBTQI en mesas de toma de decisión. Creemos en la democratización de la legislación y la regulación de la Internet, así como en la difusión de la propiedad y el poder de redes locales y globales.
7- El cuestionamiento feminista de la lógica capitalista neoliberal que conduce Internet es crucial para desestabilizar, desmantelar, y crear formas alternativas de poder económico basadas en los principios de la colectividad, la apertura y la solidaridad.
8- Como activistas feministas, estamos políticamente comprometidas a crear y experimentar con tecnología utilizando herramientas y plataformas de código abierto. Promover, diseminar y compartir conocimiento sobre el uso de tales herramientas es central a nuestra práctica.
9- El rol de Internet en permitir el acceso a información – incluyendo conversaciones sobre salud, placer y riesgos – es esencial, y debe ser promovida y protegida.
10- La vigilancia por defecto es la herramienta del patriarcado para controlar y restringir derechos online y offline. El derecho a la privacidad es un principio crucial para una Internet más segura y abierta para todos y todas. Mucha atención también debemos prestar a prácticas de vigilancia entre las personas, así como del sector privado y actores no-gubernamentales, además del Estado.
11- Tenemos el derecho a acceder a todos nuestros datos personales que se encuentran en-línea y ser capaces de ejercer control sobre éstos, lo que incluye saber quién y bajo qué condiciones tiene acceso a y ser capaces de borrar los datos para siempre. Pero este derecho tiene que ser balanceado con el derecho al acceso a la información pública, la transparencia y la rendición de cuentas.
12- Nos oponemos con firmeza a los esfuerzos del Estado y actores no gubernamentales de controlar, regular y restringir las vidas sexuales de personas con capacidad de consentimiento y como éstas se expresan y se practican en Internet. Reconocemos que estos esfuerzos son parte de un proyecto político más amplio de control moral y policíaco, censura y jerarquización de la ciudadanía y los derechos.
13- Reconocemos nuestro rol como feministas y activistas de derechos en Internet en asegurar una Internet segura, saludable e informativa para los niños y jóvenes. Esto incluye promover prácticas de seguridad digital y social. Al mismo tiempo, reconocemos el derecho de los niños a un desarrollo saludable, lo que incluye acceso a información positiva sobre educación sexual en momentos cruciales de su crecimiento. Creemos en incorporar las voces y las experiencias de jóvenes en las decisiones que se toman sobre contenidos dañinos.
14- Reconocemos que el problema de la pornografía online es un problema de derecho humano y laboral, y guarda relación con la agencia, el consentimiento, la autonomía y la elección. Rechazamos los vínculos causales simplistas que se hacen sobre el consumo de contenido pornográfico y la violencia contra las mujeres. También rechazamos el término general de “contenido pornográfico” con el que se etiqueta a cualquier contenido sobre sexualidad como materiales educacionales, contenido sobre orientación sexual, identidad de género y expresiones relacionadas a la sexualidad de las mujeres.
15- Es nuestro derecho inalienable elegir, expresar y experimentar con nuestras diversas sexualidades en Internet. El anonimato nos permite ejercer este derecho.