Releer en voz alta

La reescritura es un elemento fundamental para trabajar el estilo. Los grandes genios no escapan de este trabajo que puede parecer farragoso pero que acaba convirtiéndose en un placer, como señalaba uno de los más granes autores de la literatura universal, Tolstoi:

"Una cosa que empecé tiempo atrás la rehíce ya tres veces y pienso rehacerla una vez más para quedar satisfecho de ella.
Quizás esto sea como el trabajo de Penélope, pero ello no me abate. Yo no escribo por ambición, sino por gusto. Encuentro placer y utilidad en esta labor, por eso la hago.".

La reescritura es un reto intelectual según Ray Bradbury:

“A los amigos que escriben siempre he intentado enseñarles que hay dos artes: primero, terminar una cosa; y luego el segundo gran arte, que es aprender a cortarla sin matarla ni dejarle ninguna herida. Cuando empecé mi vida de escritor ese trabajo me repugnaba, pero ahora que soy más viejo se ha vuelto un juego maravilloso, un reto que me gusta tanto como escribir el original, porque es un reto. Tomar un escalpelo y cortar al paciente sin matarlo es un reto intelectual.”

E incluso espiritual, decía Abelardo Castillo:

“En cuarenta años de literatura aprendí dos o tres cosas más, pero, por decirlo así, son de orden moral. Por ejemplo: corregir encarnizadamente un texto no es una tarea retórica o estilística, es un trabajo espiritual."

La primera prueba para detectar los defectos formales más evidentes de un texto, -repeticiones, falta de ritmo, diálogos poco verosímiles-, la más eficaz, es la lectura en voz alta del texto. Por un lado nos permite tomar cierta distancia emocional con el texto, y nos sitúa en otro plano, como si leyéramos un escrito de otra persona.

Leer en voz alta ayuda a detectar las frases demasiado largas, conviene puntualizar que el fraseo largo no es un defecto en sí, (de hecho hay novelas enteras escritas en un solo párrafo), pero cada frase debe tener un ritmo y una coherencia interna que no siempre se produce, leerlas en voz alta permite detectarlas con mayor facilidad. También la lectura de viva voz permite detectar las frases o párrafos demasiado cortos o largos, y el equilibrio entre todos ellos.

Las repeticiones y las rimas internas son dos de los defectos que más molestan al lector ajeno y que más le cuesta detectar al propio autor, por la ligazón emocional con el texto, pero al leer en voz alta estos se hacen más evidentes.