Una proposición para acabar con el Premio Cervantes
César Antonio Molina / El País
Día 01/02/2016
A la vista del asunto de las pensiones relacionadas con los derechos de autor y la imposibilidad de desarrollar ningún tipo de actividad artística o intelectual, lo mejor sería que se suprimieran todos los premios institucionales, entre ellos, el Princesa de Asturias, el Velázquez o el Cervantes. Nos imaginamos en qué grotesca acción se convertirían la entrega de los mismos. Por ejemplo, en la cátedra de la Universidad de Alcalá, el premiado se transformaría en un acusado recriminado por el Ministro de Educación y Cultura para la Hacienda quien le haría ver a las claras el delito que va a cometer haciendo compatible su exigua pensión con el cobro del importe de ese galardón. No le arriendo la ganancia, pues en vez de acudir acompañado de su familia, el reo-premiado tendría que hacerlo de su abogado y asesor fiscal por si la detención se llevara a cabo nada más acabar su discurso. En la loa amenazadora del ministro se haría referencia, además, a los ya antecedentes delictivos del propio autor que da nombre al premio y se ensalzaría a la novela picaresca como ejemplo de los males que acechan al gremio. Sí, será mejor que todos los premios institucionales se suspendan ante los males que pueden provocar a los elegidos.