La resistencia de los editores
Daniel Badenes / Página 12
Día 17/09/2014
Desde fines de los ’80 y particularmente desde los ’90, el sector editorial ha atravesado un proceso de concentración económica que transforma la práctica de edición de libros, históricamente concebida como “empresa cultural”. El fenómeno incluye la compra de editoriales por grandes grupos de la industria de la información y el entretenimiento; la producción a gran escala a partir de la explotación extendida de zonas lingüísticas; y la creciente financierización de la gestión, cuya exigencia de rentabilidad deviene en políticas editoriales cortoplacistas.
En la perspectiva de esa edición industrial-financiera, lo comercial prima sobre lo cultural: producir un libro no difiere de producir un auto o una gaseosa. Regidos por lo que dicta “la demanda”, siempre se busca el best-seller. Los éxitos se imitan, producen modas y las modas uniformizan los contenidos.
En Argentina, dos actores claves resisten esa tendencia: la edición universitaria y la llamada edición independiente. En un país con un sistema universitario sólido, unos cuarenta sellos funcionan en ese ámbito público construyendo catálogos que no se rigen por las ventas y cuyos títulos van incluso más allá de la producción académica. Valga como ejemplo la Editorial Universitaria de Villa María, con colecciones como Tinta Roja, dedicada a las novelas policiales latinoamericanas.
Agregan oxígeno al sector las llamadas editoriales “independientes”, que a distintas escalas apuestan a una edición plural, muchas veces apasionada y militante, que crea una oferta de libros más allá de las modas. Desde la autogestión y el artesanado hasta ciertas pymes culturales “atendidas por sus dueños”, estos editores de creación contribuyen a la “bibliodiversidad”, palabra acuñada por profesionales del libro de América latina a fines de los ’90, cuando se hacían evidentes los peligros de la concentración. La bibliodiversidad se opone a la best-sellerización. Estos editores “son alternativamente descubridores, laboratorios de investigación, actores políticos comprometidos”, define Gilles Colleu en su libro La edición independiente.