Nadine Gordimer, la guerrillera de la imaginación
Luis Hernández Navarro / La Jornada
Día 15/07/2014
A la escritora Nadine Gordimer la política la alcanzó muy joven en su natal Sudáfrica. Tenía apenas entre 10 u 11 años cuando cayó en cuenta de que "pertenecía a un mundo blanco opresor". Una noche la policía entró, sin permiso, a la habitación de una trabajadora doméstica de su casa, en busca de alcohol, prohibido a los negros. Los padres de la pequeña lo permitieron. La experiencia la marcó para siempre.
Nacida en 1923 en el seno de una familia de clase media, Gordimer creció en una pequeña aldea minera cerca de Johannesburgo. Su padre, Isidoro Gordimer, fue un relojero judío letonio, polígloto, que emigró escapando de la pobreza; su madre, Nan Myers, fue una asimilada británica posesiva y controladora, atrapada en un matrimonio infeliz que nunca dejó de pensar en regresar a su patria.
Nadine estudió en un convento-escuela para niñas blancas y tomó clases de baile. A los seis años se forjó como lectora en la biblioteca local. “Eso –confesó– me perdió en los libros. Pronto fui pasando de la sección de libros infantiles a los que quisiera tomar. Cuando veo atrás, es increíble lo que llegué a leer en esa época.”
Consciente de su condición racial, cayó en cuenta de que: "si hubiera sido una niña negra no hubiera podido ser miembro de esa biblioteca, no hubiera podido tomar ninguno de esos libros. Pienso, entonces, que si hubiera sido negra jamás hubiera llegado a ser escritora".