Soy profesora de Lengua castellana y Literatura en Madrid. Les adjunto un escrito en el que comparto vivencias y emociones suscitados a la luz de un poema de Ángel García López.¡Ojalá que la belleza de la poesía, haga un poco más bello nuestro mundo!

CELEBRAMOS LA VIDA … Y, ¿ tenemos motivos para ello? Me lo pregunto cada mañana. Podría comenzar esta carta describiendo “la aventura” de mi despertar. El paso del mundo del sueño de una noche más o menos tranquila, a la consciencia, a la vida real. La verdad es que no siempre estamos para celebraciones, ni para “echar cohetes al aire”. Al estrés de un sueño agitado se pueden sumar las preocupaciones del día o de los días anteriores: la preocupación por la inestabilidad de mi trabajo, el dolor de cabeza que, insistentemente me persigue; la hipoteca, el enfado con algún compañero, los contratiempos diarios, los gastos imprevistos, y un sinfín de pequeños o grandes asuntos que parecen abordarme, al asomarme a la ventana del día que comienza. Lo cierto es que con este panorama individual, familiar, social, tan poco halagüeño muchos pensarán que cualquier cosa será mejor que celebrar la vida. Sí, que celebrar esta vida. La mía. Sin embargo, a pesar de todo, viene a mi mente un poema: “Tierra de nadie”[Nota al final], de Ángel García López y, a mi corazón, la reflexión que ha suscitado en mí. “Hoy he vuelto a la vida (…) hoy tengo la camisa lastimada de tanta flor naciéndome en el pecho”[Nota al final] Realmente precioso, no solo lo que dice, si no cómo lo dice. Al despertar de un sueño agitado o apacible, inquieto, o por el contrario, reparador, el poeta despierta a la vida y continúa admirándose y “poetizando” cada acción cotidiana: salir de la cama, ducharse o secarse con la toalla: “Salgo al pasillo, silbo como cada hombre que se despierta y siente nuevo su corazón. Vencida entre las sábanas duerme la sombra antigua de mi cuerpo. (…) Hoy traigo una canción en las pestañas y un arroyo sin límite en el cuello”.[Nota al final] Me pregunto si en mi vida será posible maravillarme algún día y despertarme con ese “talante”, independientemente de que las cosas estén en orden, o por el contrario, me hagan navegar en un mar de confusión y caminar a lo largo del día como sonámbula entre los aconteceres que la vida me ofrece: el trabajo, la vuelta a casa y el encuentro con la familia, el ir a la compra en un centro comercial repleto de personas con la misma prisa y los mismos o mayores problemas que los míos, la situación de tanta gente de este país, el mío, que lucha por salir adelante, el paro, la falta de vivienda… Me pregunto si no habrá dentro de mí un resorte que me haga celebrar la vida y darle gracias “a pesar de los pesares”. “Esta mañana estreno una palabra que me quiso robar el alfabeto. Firmé la paz, la tregua, las armas y un tratado a la rosa de los vientos”[Nota al final] Y sí, busco y encuentro. Busco y doy gracias a la vida, como cantaba Violeta Parra, “que me ha dado tanto”, a la vida y al Creador de la Vida. Doy gracias porque me doy cuenta de que todavía, todavía puedo admirarme y abrir los ojos a una realidad que, me guste o no, es infinitamente más cómoda que la que injustamente vive dos terceras partes de la humanidad. Celebro la vida porque, por ahora, vivo en mi país, el que yo he elegido y no he tenido que emigrar a otro por causa de la guerra, la pobreza o el hambre. Celebro la vida porque no he conocido los horrores de la guerra, ni sé lo que es vivir en la opresión de un régimen dictatorial, cuando hay miles de personas que desconocen lo que es la paz o la libertad. Y, en fin, celebro y agradezco tanto a la vida, a ésta, a la mía, con sus afanes cotidianos, tristes o alegres, en medio de la rutina, el tedio, los pequeños o inmensos placeres que ella me brinda, en medio de la enfermedad o la ausencia de dolor, en la plenitud de cada instante presente, cuando soy capaz de “descubrirme” ante “tanta maravilla inmerecida”.[Nota al final] (Jorge Guillén)

Montserrat Olmedo de los Ríos.