COMENTARIO DE UN ARTÍCULO DE FRANCISCO UMBRAL

Con la boda ya anunciada, Camila Parker se ha lanzado a la renovación de todo su look psicopatológico. Es otra, sonríe más y revuelve entre los trapos como si fuera la Letizia inglesa, una joven progre que va a renovar los vinos y los venenos de la Corte. Así y todo, Camila sigue más cerca de la sombra de Rebeca que de la sombra de Letizia, que se está quedando en su sombra, esta criatura nuestra, con la violencia de género que le aplica semanalmente Jaime Peñafiel. No le inquietaría a uno tanto la movida modisteril de Camila si todo se limitase a ella, pero es que uno ve en esta madura con contratipo de ama de llaves, la imagen del Imperio Británico, que se está horterizando con el socialismo naïf del señor Blair y las falditas escocesas del principe. Criticamos mucho a Camila, que, reproducida en un sello de chupar da la imagen cabal de esa Inglaterra con el dolor de cabeza constante que supone Irlanda, lo mal que visten los ingleses en plan socialista, su autoexclusión del euro y la ausencia de un Churchill o una Thatcher que puteen al resto de Europa con sus desplantes, sus intrigas de palacio, sus caballos de Ascot, que siguen arrastrando un Imperio, y su diplomacia gibraltareña que de vez en cuando suelta chispazos como el de la isla Perejil, ahora que no tenemos a Trillo para vestirse de Wellingtony sólo nos queda Bono para mandar tropas adonde diga Bush, tres días antes de que se entere Zapatero. Quiere uno decir, en fin, que las monarquías suelen dar, más o menos, la imagen de sus protagonistas. Esto es una realidad pictórica que inauguró don Francisco de Goya con La familia de Carlos IV y que se repite en España y en todas las realezas de Europa. Camila Parker, ese ama de llaves del corazón del príncipe, resume perfectamente lo que es hoy aquel Imperio. No debemos culpar siempre a la señora Camila de tanta domesticidad, porque ella es la consecuencia y no el origen de la imagen que los británicos ofrecen hoy al mundo. Esta especie de decadencia, que se llevaba en familia, la lanzó Diana de Gales a la publicidad de los grandes figurines, las revistas del corazón y de más abajo, las enciclopedias de peluquería y los cruceros desnudos y en bolas por los mares y los puertos donde los atunes siguen hablando inglés burdamente, como si fueran políticos españoles. Diana descubrió lo que luego les contaba a sus novios y ayudas de cámara: «Esta monarquía es tan burguesa que hasta tienen relaciones con el personal de la cocina». De modo que el destino no tuvo más remedio que matar a la chica.Pero desde entonces la monarquía inglesa sigue decayendo, pues la señora Thatcher les dejó muy preparado el camino. Puede que la boda de Carlos y Camila, en lugar de una orgía de clase media sea el punto final de esa decadencia y que se queden ahí para siempre, aislados con sus libras, su teatro, su brisa colonial y su Five o clock tea, o sea el té de las cinco, que ya dijo Julio Camba que sólo hay que leer “tea” porque lo otro no son sino las pastas. HACEMOS EL COMENTARIO EN BASE A LAS CARACTERÍSTICAS TEXTUALES: 1) Adecuación: elementos de la comunicación, funciones del lenguaje, variedades del sistema. Indicaremos tipología y género discursivo. 2) Coherencia: tema y rema. 3) Cohesión: analizamos por planos: fónico, morfosintáctico y léxico-semántico. Estudiaremos los conectores y finalizaremos deteniéndonos en la pragmática. Comentario Localización El texto del comentario pertenece al género didáctico, y dentro de este, sería un ensayo. Subgénero que, actualmente, suele publicarse como artículo de opinión en un periódico. En el siglo XVI, Montaigne bautiza el género en su obra “Essais”, destacando ya la libertad de tono y de forma y la diversidad de temas. Bacon contribuye también a la creación del género, y en los dos hay una característica fundamental: el ensayo es inseparable del ensayista. Los gérmenes se pueden rastrear en Platón, Séneca, Marco Aurelio, Plutarco y San Agustín. Fray Antonio de Guevara, anterior a Montaigne y su posible inspirador, y los Hnos. Valdés, representan los inicios del género en España. En el siglo XVIII el ensayo irrumpe en la prensa y fue el género privilegiado por facilitar la divulgación cultural, con importantísimos representantes como Feijoo, Forner o Jovellanos. En el siglo XIX es crucial la figura de Larra y fundamental para el género el gran auge del periodismo, los grandes escritores realistas participan activamente en la prensa y hay que acudir a ella para entender cómo surgen nuevas tendencias literarias. El siglo XX significa la eclosión del género, donde Ortega y Gasset es figura central, como escritor y como promotor, el ámbito natural de los escritores fue la prensa, y la lista es interminable: Baroja, los Machado, Azorín, Maeztu, D´Ors, Gómez de la Serna, etc. En nuestros días renombrados escritores publican ensayos en la prensa: Rosa Montero, J.J. Millás, Vicente Verdú o Manuel Vicent son solo una breve nómina. Relación autor-texto El análisis de las características y técnicas verifica su clasificación genérica. El ensayo es un género contemporáneo (M. Soledad Arredondo). Para el crítico José Luis Gómez-Martínez es una forma de comunicación humanística en la que adquieren importancia fundamental el emisor y el receptor, de esta realidad proceden todas sus características. Recurre a temas actuales como continuo replanteamiento de los problemas humanos sin caducidad: aquí se trata de la boda de Camila Parker con el príncipe Carlos, heredero de la corona inglesa, que aun perteneciendo a la aristocracia inglesa es rechazada por las circunstancias poco ortodoxas que rodean a la pareja: divorcios, amores clandestinos, etc.; y el importante impacto mediático de la muerte de Diana de Gales. Es breve pues no pretende agotar el tema tratado. El texto posee carácter interpretativo, ya que su perspectiva es subjetiva y personal: “esta criatura nuestra” (l.5), “No le importaría a uno tanto la movida modisteril…” (l.7); un carácter confesional por la necesidad de comunicar que transmite y por un característico aire de sinceridad: “Quiere uno decir, en fin, que las monarquías suelen dar (…) la imagen de sus protagonistas” (l.19 y 20) un carácter dialogal porque habla con el lector: “Criticamos mucho a Camila…” (l.11); un carácter digresivo: “Esto es una realidad pictórica que inauguró don Francisco de Goya”(l.20), digresiones que se basarán en las reflexiones que el tema pueda sugerir al lector y que además conforma el carácter sugeridor del ensayo, subgénero abierto e inacabado por lo que el lector puede seguir meditando, nacido de una noticia que movilizó a las masas y que acaparó y ocupó los lugares más destacados de todos los medios de comunicación. Resumen Camila Parker se muestra muy ilusionada ante su boda, su imagen exterior parece representar la caducidad de una Inglaterra hortera y casi embalsamada en su memoria histórica. Diana de Gales apuntó su decadencia, poniendo su vida en grave riesgo. Quizá la boda culmine esa enajenación con respecto al resto del mundo y los aísle para siempre. Tema: la prepotencia británica y el inderrocable privilegio de una monarquía que no se respeta ni a sí misma. Estructura El texto se abre y cierra con la noticia que lo inspira: la boda de Camila Parker con el príncipe Carlos, con lo que queda encuadrada. Distinguimos tres partes en la distribución del contenido: 1ª El escritor ve a Camila ilusionada con su boda pero tendrá que seguir en lucha con la sombra de Diana de Gales, por ello la compara con Rebeca, enfrentando realidad a cine (l.1 a 6); subraya otro de sus problemas, para muchos ciudadanos británicos es una advenediza, no pertenece a la realeza, por ello la compara con Letizia y su relación con el príncipe español. 2ª Sigue desarrollando su reflexión, pensando en las repercusiones de esta mezcla, Camila se convierte en imagen de Inglaterra, pero es solo consecuencia de una trayectoria iniciada mucho antes, esta “ama de llaves” es el reflejo de una sociedad conservadora, donde se delata hortera tanto la tradición ancestral (la faldita escocesa) como los repuntes actualizadores (el socialismo naif de Blair), desde la línea 7 hasta la 25. Los ingleses queriendo salvaguardar su imagen, con la idea que desarrollaron Brown y Levinson en su “Teoría de la imagen”. 3ª Diana ocupa dos párrafos del texto, desplaza a Camila, porque la decadencia de esta familia real la descubre Diana de Gales, razón por la cual se convierte es una persona muy muy incómoda, irónicamente vulnerable ante el “destino”=poder (l.26 a 35). 4ª Cierra retornando de nuevo a la boda de Carlos y Camila, con la posibilidad de que perpetúen su sociedad rancia y elitista desde lo particular a lo general, tanto su té ritual como su gen imperial indestructible, “su brisa colonial y su five o´clock tea” (l.36 a 39). Comentario pragmático-estilístico La intención comunicativa es compartir con el lector toda una realidad amplia intertextual que afecta a la sociedad, a la política y a la historia y que aprovecha, en su dinámico fluir, el más mínimo resquicio para criticar todo lo criticable, desde el espejismo de un Imperio, el británico (Blair, Churchill, Tatcher…), hasta el actual o histórico devenir español (Letizia, Peñafiel, Bono, Zapatero y Goya). A pesar de la seguridad en un lector prosélito, no deja de tener intención persuasiva reflejada en la acumulación de ejemplos que van corfirmando, matizando y contraargumentando su desarrollo temático, lo que nos lleva a la “Teoría de la argumentación” de Anscombre y Ducrot donde el lenguaje sirve sobre todo para convencer. El texto es una exposición que desarrolla las ideas de su autor, es un escrito discursivo (acto de habla de Austin y Searle) de esencia reflexiva y comunicadora (perlocutivo), libre y con voluntad de estilo, donde los argumentos y contraargumentos son la constante del desarrollo del tema. La coherencia viene dada por la idea subyacente en todos los párrafos, que es la crítica al dominio monárquico británico, como hilo unitivo de toda la exposición: “Letizia inglesa, una joven progre que va a renovar los vinos y venenos de la Corte” (1er. párrafo, l.3), “imperio británico” (2º párrafo, l.9), “arrastrando un Imperio” (3er. párrafo, l.15), vuelve a la imagen que ofrece el imperio (4º párrafo); los atunes que hablan inglés burdamente hacen referencia al dominio marítimo (5º párrafo), la decadencia de esta monarquía señalada por Diana (6º párrafo) y la “brisa colonial” (7º párrafo). Camila se repite en todos los párrafos excepto en el 5º y 6º en los que cobra protagonismo Diana. Tenemos, pues, una progresión temática constante. Hay un pertinente anglicismo: look y una cita literal en inglés: “Five o´clock tea” (l.38). La cohesión se sustenta en la recurrencia léxica, la misma repetición de Camila, de Imperio, de británicos… Hay marcadores discursivos contraorientados en terminología de Anscombre y Ducrot “Así y todo” (l.4) para contraargumentar una comparación anterior con Letizia por concordancia advenediza, marcadores de refuerzo “Quiere uno decir”. Lo significativo es la construcción hipotáctica dominante, que según Bousoño darían lugar al estilo negativo propio de un desarrollo retórico, y que, sin embargo, en el texto que nos ocupa resulta prolífico en creatividad. En el primer párrafo se abre con un epitrocasmo (l.1), ampliado con la evidencia o hipotiposis del estado anímino de Camila que se alargaría hasta el final. El argumento es el del ejemplo con Letizia, con un triple paralelismo vital: Camila y su sombra, Rebeca y su sombra (cine), Letizia y su carga (Peñafiel). Desde este momento sabemos que pide un receptor activo, que debe inferir un valor semántico muy distinto al de la simple decodificación, facilitado precisamente por la actualidad y la cultura compartidas que nos predispone a una interpretación como señalaron Sapir y Whorf. El adjetivo psicopatológico está pleno de potencia ostensiva, nos lleva a inferir las angustias de la amante, toda una conducta reprobable, la carga de la primera mujer agravada por su muerte, los vinos y venenos que tendrá que experimentar… La entrada de Letizia refuerza la vida nueva que expresa el prefijo re- (“renovación” y políptoton con “renovar”, pero también “revuelve”), y el coloquial “progre”, las implicaturas nos llevan a inferir la lucha por situarse en un lugar que “no le corresponde”, clasismo unido a violencia infligica y a Peñafiel, además de la dura antítesis vinos/venenos y de la dilogía en “sombra” (muerte y delgadez). La teoría de la relevancia de Sperber y Wilson está ejemplificada en todo el texto. La evidencia con los ejemplos están también en “el socialismo naif del señor Blair y las falditas escocesas del príncipe Carlos” (l.9 y 10), donde el diminutivo y el galo “naif” ridiculizan y nos están construyendo la imagen ridícula del imperio inexistente. El léxico coloquial (movida, l.7) dinamiza y encaja con la inquietud que señala el escritor: “no le inquietaría a uno…”. Evidencias acumuladas en “dolor de cabeza constante que supone Irlanda, lo mal que visten los ingleses en plan socialista…” (todo el párrafo 3º), rayando en la genialidad, citas de políticos contemporáneos y pasados, pero concordantes como las anteriores Letizia y Rebeca, pero estos con la idea de putear que sea vulgarismo o coloquialismo es muy expresivo. La imagen visual, que podría ser bellísima de los caballos de Ascot, se destruye al convertirlos en animales de carga arrastrando un imperio, y las comparaciones que establece con Trillo y Wellington son hipérboles hilarantes. Con Zapatero, Bono y Bush se iguala el ridículo inglés al español. El párrafo 4º reafirma. El siguiente párrafo (5º) lo podríamos clasificar como metaperiodístico, por sus referencias a revistas o publicidad, aunque con propiedad se trata del periodismo decadente que acompaña la idea de nuestro texto, la vida disoluta, las “enciclopedias de peluquería” una ironía acertada, la expresión “en bolas” y la prosopopeya ingeniosa de los atunes, que vuelve sobre la idea del dominio marítimo y colonial de un imperio y que pretexta la crítica a los políticos españoles comparando su inglés burdo, confirman que estamos ante un escritor con voluntad de estilo y con un importante dominio de su oficio. La triste ironía de “el destino no tuvo más remedio que matar a la chica”, es muy atrevida, acusa de asesinato y ya señaló los motivos para ello. Termina con la capacidad analítica matizada por la duda metódica que todo buen ensayista debe tener: “Puede que la boda de Carlos y Camila, en lugar de una orgía…”, ¿los reafirmará pues en su enajenación? Conclusión Es un fragmento inagotable, las construcciones sintácticas darían para un solo comentario, caben todas las teorías lingüísticas actuales, hemos mencionado varias y aún podríamos añadir a Grice, cumpliento solo la máxima de pertinencia. Por acercarse a lo literario, no sabe de economía del lenguaje y la intertextualidad iría desde los cuentos tradicionales al cine.

Autor: Victoria Gutiérrez Valencia

 

 


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