REFLEXIONES DE MI LECTURA DEL CUENTO: "EL MISTERIOSO HOMBRE QUE ESCRIBÍA" DE MOISÉS PASCUAL. ESCRITOR Y POETA PANAMEÑO

Por: María de Lourdes Barsallo Jaén

 

"Entre irse y quedarse duda el día enamorado de su transparencia". Entre irse y quedarse Octavio Paz. El Cuento se desarrolla a través de un dialogar consigo mismo, al limite de su propio inconsciente. Pluma y pincel parecen unirse para sumergirnos en escenas espiritualmente sugerentes. El autor/narrador se embarca con un lenguaje sencillo, poético, emotivo, en un monologo a través del cual se despoja de sus angustias existenciales y se plantea nuevas metas para el resto de su vida, necesita exteriorizar ese deseo secreto de volver a la pureza espiritual, que está consciente, ha perdido en el vano existir, desea alejarse de la miseria a la que lo ha arrastrado el deseo de riqueza. Al final de esta narración, queda una sensación de que se ha dicho mucho más, debajo de los pliegues siempre áridos de la literatura, ejercitada con sabiduría y visión de elevado humanismo, de conciencia social en un momento histórico en el que el capitalismo empujará al individuo a la soledad, la angustia existencial y el aislamiento, si no se conducen la sed de ser y poseer, con humano positivismo , la realidad ficcionada, realidad de visión amplia en la que todo es posible, desarrollada por el Autor Moisés Pascual, se complementa en esta narración, con visos sicológicos, existenciales, matizado de surrealismo y mucho de romanticismo, tanto en la inquietante descripción del ambiente, como en el perfil de sus personajes. Trama que entreteje lo real y lo mágico. El misterio mantiene la tensión y nos seduce, todo el tiempo. Ambientada en la ciudad de Barcelona, de donde pretende escapar el autor, que es como ya mencionamos, a la sazón, el propio protagonista: se jubila, después de 15 años dedicado al tráfico de obras de arte y... armas. Actividad iniciada en el marco de la guerra que estalla, según el protagonista, en Sarajevo (Año de 1909), a fin de aprovecharse de la situación y obtener riqueza. Le ha ido económicamente bien y se siente feliz por ello, pero no enteramente satisfecho de sí, lleva en el alma la culpa y el remordimiento por las acciones abyectas en las que se ha visto involucrado, para mantenerse en el oficio, en plena guerra, lo cual al parecer no le ha sido fácil. Sin embargo, al parecer, mantenerse en la ciudad de Barcelona, en medio de su ambiente bohemio, le ha ayudado a sobrevivir. Al igual que en la Literatura Árabe, el autor se describe enamorado de la ciudad de Barcelona, tal como si de una doncella o, de la mujer amada se tratara, recuerda los lugares, aquellos pintorescos paisajes citadinos y las experiencias que le dieron satisfacción, mientras vivió en ella, que se prendieron en el alma y le dificultan su partida. A manera de despedida final de la ciudad, de la cual guarda tan nostálgicos recuerdos, decide visitar por última vez, antes de partir, su café preferido, el Paradíse en el Barri Gotic frente a la Catedral. Está lloviendo, lo que dará un carácter especial a la escena. Especialmente consternado con todo lo que piensa y siente, se acomoda en una de las mesas y pide un cognac y saluda al encargado y al mesero, con quienes se identifica por su nombre, prestigio, prueba de éxito.. Al quitarse el sombrero, su mirada tropieza con aquel extraño personaje, del cual nos hace un retrato detallado, aquél "misterioso hombre que escribía". Pondera el fijarse en él, pues no acostumbra posar su mirada en "los otros", salvo escasas excepciones, salvo que se trate de mujeres muy hermosas y respetables, resalta. Más, sucederá que a través de esa mirada al otro, (al "misterioso hombre que escribía") nuestro autor/narrador, ha encontrado, tal como apunta la poeta panameña Consuelo Tomás en uno de sus versos: "el camino de regreso/ al propio corazón". (-"Confieso estas ternuras y estas rabias"-). Aquel extraño, con su juventud, unos veinticinco años o menos, su rostro como el de un niño: "Era, porque me lo parecía, como un ángel perdido en el trazado de una ciudad maldita pero jubilosa. Un laberinto de humo y princesas." Le resulta familiar, su ropa y su porte, le parece español de Castilla más, también ve en él, características del Sur de América, nos indica. Aquel joven con aspecto ingenuo, lo ha hecho recordar su llegada a Barcelona más o menos a la misma edad, aquel chico se convierte según el mismo nos cuenta en: "un espejo en el que yo me miraba, desnudo, abandonado por el tiempo y sus amores. Sentí incluso que al igual que yo, ese hombre también regresaba a su país después de algunos años, y le escribía a alguien: "Llego el 21 de octubre en el vapor el Ulises", o algo así, imaginaba. Tal vez con otras palabras." Dualidad materia/espíritu, sueño/ realidad es lo que parece encarnar Moisés Pascual, a la sazón, el protagonista de esta historia, mágica y transparentada y tal crisis, requiere hacerla estallar en unidad de pensamiento. Vive un momento mágico en el que el tiempo, medida inexistente, parece paralizarse en un cruce mágico, en medio de una vifurcación entre su pasado, su presente y su futuro. El enfrentarse a su sí mismo, a su abominable pasado, por el cual ha confesado, se siente "repugnante", actividad al que, la jubilación ha puesto fin, a su presente, que le pide un poco más de lo mismo que le ha deparado satisfacción y placeres (la bohemia ciudad de Barcelona) y, a un futuro que conlleva una promesa, una renovación de espíritu, una vuelta a la pureza de ayer, a una nueva vida que sepulte los malos recuerdos, las culpas y los arrepentimientos. De camino a la madurez, ha ido conociendo a su pesar, la degradación a la que es capaz de llegar el mundo y cual Ulises, desea regresar a la serenidad de su Itaca, donde descubre, se encuentran sus tesoros, sus afectos, los recuerdos de su infancia y juventud, las emociones lo envuelven como en un sueño bordado de realidad, pero, al fin y al cabo, estamos hechos de la misma materia que los sueños y pulsamos por hacerlos realidad. Decisión, voluntad, libre albedrío, irse o quedarse. La absoluta libertad causa agonía. El recuerdo nos hace vivir un poco, pero morimos un poco más, en el olvido. Moisés Pascual construye ante nuestros ojos, lo que me atrevo a llamar, su "alter ego", el encuentro con el espíritu de la Poesía, misterio y mística emoción a través de un mito, el encuentro subliminal con un poeta que en su momento, ha eclipsado a todo un pueblo con un poema, casi un himno a la Patria y cuya imagen incuba su propio extrañamiento en aquella ciudad donde ha vivido, todo lo posible. Aquel "misterioso hombre que escribía" es un mito, que le provee, en medio de esa crisis existencial que vive, plagada de remordimiento y de nostalgia, de la magia necesaria para exponer sobre la mesa, todo eso que lo habita y lo llena de confusión. Necesita esa catarsis, dejar aquellos recuerdos de aquel mal vivir abyecto, deshabitar la casa de recuerdos y poblarla de esperanza, de renovado espíritu. A través de la palabra, podemos reconstruir nuestro mundo para nacer de nuevo (la palabra nos dice en alguna de sus obras José Guillermo Ros-Zaneth, poeta y escritor panameño, "encubre y descubre". La palabra permite Pensar y Ser, porque le es imperiosamente necesario a nuestro protagonista, decir, plantear esa angustia que lo oprime, Barcelona, cargada de contravalores, con toda esa, su opulencia, su tentadora y aparente libertad, su bohemia, representa los frutos del capitalismo rampante, el engañoso brillo del éxito, del prestigio social representado en el Café Paradise y su atención "personalizada" a la entrada del local, aunque el cliente se convierte luego, solo en una pieza más del engranaje mercantil, dicho prestigio significa también, para el individuo, el vértigo, la perdida de la propia identidad, significa también, el haber superado grandes obstáculos para lo cual el ser se ha sostenido en un cerrado individualismo que separa al hombre de aquel espíritu que lo hace humano y exige de la comun-unión con el otro, en esta lucha por ser más allá de lo verdadero y posible, la "mirada" deja de dirigirse a los "otros", como nos apunta M. Pascual y se encierra en el lejano ser. Porque a través de la mirada M. Pascual construye un puente hacia el Ser, intimo y verdadero. Dualidad sueño/realidad-espacio/tiempo que se integran tras la puerta que cierra el joven escritor, al salir del café y perderse de "la mirada" del autor/narrador por medio de la cual M. Pascual lo hizo real ante nuestros ojos nombrándolo, ese espacio mágico en el cual nuestro protagonista no se ha atrevido siquiera a acercarse, se desvanece a la salida de la escena del "misterioso hombre que escribía" y, lo libera al fin, luego de la catarsis a través de la cual intenta liberarse de todos sus fantasmas. Al frente del café Paradíse, M. Pascual, ha resaltado la presencia de la Catedral, también repiques de campanas de alguna iglesia cercana, tal vez, como otro símbolo más, de esa conciencia que lo llama a salvar eso de humano que aún le queda, que pulsa por ser salvado de la debacle existencial donde se encuentra. Barcelona es la ciudad donde puede percibir la significación de Valores y Bienes, Cultura y Civilización, con todos sus contravalores atizonando pasiones. El autor ha escogido como escenario a la ciudad que al parecer, puede hacer posible todos los sueños de bienestar, preponderantemente a través del desarrollo del sinnúmero de expresiones multiculturales, es que tal vez, sea precisamente ese caldero, el símbolo de la salvación de la espiritualidad. Colocado a mitad de camino en la disyuntiva del placer y la opulencia (Capitalismo) y el deber (la Patria). Más, siguiendo aquel sueño intimo, de volver al camino de las Bienaventuranzas, a sus orígenes, decide partir, dispuesto a iniciar una nueva historia, que es la misma, solo que se permite la posibilidad de escribir nuevas páginas aún en blanco. M. Pascual decide, extrañamente, que su tierra natal en esta narración, ha de ser Buenos Aires, tal vez una forma de solidaridad con aquel pueblo, o simplemente, una forma de dar unidad al cosmopolitismo, lucha titánica entre valores y contravalores, civilización y cultura, que encierran estas tres ciudades a las que está vinculado, en el mundo de lo real, Panamá, Barcelona y Buenos Aires, ciudades que, ante el avasallamiento de la presencia constante del ciudadano extranjero, viven reinventándose continuamente.. En sus descripciones, especialmente la descripción de la mágica escena del encuentro con aquel misterioso escritor, M. Pascual ha desvanecido las fronteras entre prosa y poesía, entre lo real y lo mágico, ha retrotraído la historia real a través de su espacio onírico, nos descubre el rostro verdadero de la Poesía que es mística emoción, que es misterio, pero que es también razonamiento, idea y comunicación. Y es que el autor/narrador en su ser intimo, también incuba un sueño, una idea: "... llegué a pensar que yo era un ser despreciable que llevaba la muerte en mis manos, pero adentro de mi alma, si es que tenía algo que pudiera ser considerado como alma, alimentaba la idea, vana idea, de que yo también podría llegar a ser alguna vez, un día, un hombre bueno y sencillo". Entre aquel joven escritor y el protagonista, se han encontrado dos tiempos distintos en un mismo mágico instante, identificados ambos personajes, con la incertidumbre del inmigrante, la lejanía de la Patria, la nostalgia, el deseo de retornar a suelo patrio y reiniciar una nueva vida. Ha sido, tal vez, como indica el protagonista, solo un sueño, porque tal vez: "Todas las almas son una".´Más, le queda en un papel escrito, un borrador del poema que "el misterioso hombre que escribía" dejó olvidado.... La poesía requiere imaginación, razonamiento y sentir profundo, mejor si la acompaña la ternura y ese cálido humanismo, esa preocupación por el hombre y su entorno social y más allá de ello, tener conciencia de su ciudadanía del Mundo. Moisés Pascual destaca acá, entre otras cosas, de cómo el desterrado vive con un espíritu dividido, que no tiene que ver necesariamente con raza o color de piel, se quiere lo que se trata, allí donde se da la acogida cálida, y el corazón de M. Pascual quedó prendado de una hermosa doncella llamada Barcelona (Barcelona como amante), más, pudieron mucho más los afectos, el terruño y se logró finalmente el necesario equilibrio entre lo material y lo espiritual, que puestos en la balanza, abonan ambos el camino hacia esa, la ansiada y esquiva, felicidad... Dice el Libro de la Sabiduría: "Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, diste a tus hijos la dulce esperanza de que en el pecado das lugar al arrepentimiento". (Sab. 12, 18-19) El cuento fue publicado en la Revista Cultural Lotería No.429 de Marzo-Abril de 2000, pp.43-50 Puede leerse en el sitio Web de la Lotería Nacional lnb.gob.pa Revista Lotería en Linea.en este Enlace: www.asamblea.gob.pa/legispan/pdf-lnb/2000-LNB/2000-LNB/2000-429-LNB.pdf

 


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