La poesía de Juan Bernier Entre el canto y la denuncia
José Ricart Mir
Coincidiendo con el centenario de su nacimiento acaba de publicarse la obra completa de Juan Bernier (Córdoba, 1911-1989) poeta y cofundador del grupo Cántico (conjuntamente con Ricardo Molina, Pablo García Baena, Julio Aumente) Un autor irrepetible con una voz muy definida que sobrevivió a contracorriente en una época tan difícil como fue la postguerra. Daniel G. Florindo en el prólogo nos resume algunas claves más significativas de su poesía, como por ejemplo, la exaltación del sur, a veces mítica, y otras concretada en Málaga o en la su ciudad natal “ese espejo donde cualquier ciudad puede mirarse”; pero también un canto a la belleza masculina (Nocturno adolescente, Deseo pagano) Por otra parte, sus versos se convierten en una verdadera denuncia contra les injusticias y la hipocresía social (Los suplicantes, Los monstruos) al mismo tiempo que en otras ocasiones indagan en el yo más íntimo y personal. Desde un punto de vista cronológico y estilístico podemos diferenciar dos etapas: Una primera (1947-1959) que incluye sus dos primeros libros. Estemos delante de una poesía hímnica y hedonista, escrita en versículos casi bíblicos a la manera de un Dámaso Alonso, marcada por aludes de imágenes y un ritmo paralelístico, donde sorprende la temática social de sus orígenes. Y una segunda etapa (1977-1982) ocupada por Poesía en seis tiempos y El pozo del yo, fácilmente reconocible por un uso más contenido del verso libre y por la moderación retórica. Después de largas décadas en el olvido editorial (en las cuales era casi imposible acceder a su obra) acompañado de cierta desidia crítica (que se limitaba a repetir cuatro tópicos y una nómina de nombres cada vez más exigua) este libro hace justicia, no sólo a manera de merecido homenaje, sino por agrupar toda la obra aparecida en libres i revistas, así como algunos inéditos cedidos para la ocasión. La propuesta disidente de Bernier, (únicamente reivindicada por algunos escritores novísimos de los setenta) basada en la heterodoxia estética, un homoerotismo explícito y una exaltación pagana de la vida, pone el contrapunto a una literatura uniformada, e institucionalizada desde el canon y el poder. Indudablemente su voz se caracteriza por su barroquismo expresivo y sensorial, que puede recordar, incluso la rica imaginería de la tradición arábigo-andalusí “La vida es bella como un jacinto blanco que expira lentamente en un vaso de ágata / como un cuerpo de ángel desnudo que se baña en el mar tibio y luminoso de una vidriera alta” Sin embargo, no podemos olvidar tampoco su compromiso ético y su solidaridad con los más desfavorecidos, lo cual le ha valido el apelativo de “el poeta más social y existencial del grupo Cántico”.