IRÈNE NÉMIROVSKY, LOS PERROS Y LOS LOBOS: LAS ENCRUCIJADAS DEL DESTINO.
El viento helado de nuestra vida, nos voltea hasta hacernos llegar a ese destino que nunca habíamos soñado. Cuando estamos en ese lugar (al que nunca pedimos ir), nos sentimos raros y descolocados, como si todo se redujera a un sueño del que a veces no queremos despertar. Los protagonistas de Los perros y los lobos, deambulan por sus vidas a merced de esa fuerza superior que los deposita en enclaves desconocidos, pero que subyugados por una fuerza suprema, caen vencidos ante la pasión, que se comporta como una maldición febril que les impide renunciar a sus orígenes. En este sentido, la maestría a la hora de narrar y describir la psicología de sus personajes que tiene Némirovsky, resplandece como el dios sol en esta novela (la última que publicó en vida), y las raíces de los judíos, su necesidad de sobresalir, su exilio errante (tanto interior como exterior), y esa volcánica erupción de un sinfín de ambiciones ocultas en lo más profundo de sus corazones, están retratadas con gran precisión; porque ante todo, la estirpe de los Sinner, y por ende de la raza judía, no son sino la epopeya de cualquier ser humano que cae en el precipicio de sus debilidades.
La ensoñación enfermiza de Ada por su primo Harry, será el nudo narrativo en el que Némirovsky se embarca en esta ocasión para mostrarnos ese caos que sumió a Europa a principios del siglo XX; y lo hará, bajo el denominador común del amor platónico, que finalmente se convierte en un cuento de hadas, porque Los perros y los lobos es una novela que admite muchas definiciones, tantas como destrezas de carácter y sentimientos despliega el ser humano en general, pero también, y sobre todo al inicio del relato, es un perfecto cuento de hadas donde todos nos identificamos sin ruborizarnos con los sueños de Ada, una joven judía de familia pobre, que por distintos avatares de la vida, se enamora de su primo Harry, un judío rico. La encrucijada del destino que los llevará a unir sus vidas, sólo es un pretexto con el que Némirovsky juega para encandilar bajo una aparente sencillez, la atención de sus lectores, que ávidos de más, recorren las líneas de esta novela sometidos a una tensión que va creciendo a medida que los capítulos avanzan.
Otro de los rasgos más destacables de esta novela, es la genialidad en el manejo del tiempo de la escritora rusa, porque en lo que aparentemente son sólo unas pequeñas pincelas, ella es capaz de retratar una vida entera o los cambios sociales y políticos bajo los que se desenvolvieron los seres humanos de principios del siglo pasado; pero no sólo eso, sino que esa capacidad mágica para hacernos recorrer una gran distancia en el tiempo en apenas doscientas páginas (haciendo un gran ejercicio de estilo), es sólo una muestra más de las habilidades narrativas de esta gran escritora. Una vez más, Némirovsky se muestra como una profunda conocedora de alma humana, y la retrata con una sencillez bajo la que se esconden todo un ramillete de sentimientos universales, que ella, como una pitonisa de las oquedades del ser humano, las hace emerger para que aquellos que tenemos la suerte de leerla, podamos disfrutar de una literatura en apariencia ligera, pero bajo la que se esconden los grandes enigmas del ser humano, que como los perros y los lobos sucumben ante las encrucijadas del destino.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel