Julio Pascasio Sotoca. Un poeta que rescata el folclore de nuestra tierra...
Autor: Jorge Alberto Dukuen - Coronel Suárez - Argentina.
Sin dudas que en nuestro pueblo han existido y existen muchas personas o “personajes”, como les guste llamarlos, que hicieron su aporte a nuestra historia. Con virtudes, con defectos, cada uno con los talentos que les ha brindado Dios.
Este relato retoma parte de la historia de Julio Pascasio Sotoca, un hombre verseador del criollismo bien nuestro, que supo de adversidades, enfrentando la vida y conociendo sus sinsabores. Vivióépocas donde la rudeza y falta de educación no daban una segunda oportunidad. Epocas donde había que hacerse “hombre” antes de tiempo, pasando desde aquel niño de hogar pobre a entreverarse con una vida muy difícil.
Hace unos años atrás, Sotoca me concedió una entrevista, la cual siempre tuve intención de realizar con especial ansiedad y curiosidad, pues se trataba de un ser humano con cualidades muy interesantes de explorar....
Don Julio Pascasio , “en plena libertad”...
Sotoca tras haberse jubilado, vivía en su pequeño rancho de adobe, detrás de las vías del ex Ferrocarril Mitre (Sección Quintas). Como compañeros de vivencias contaba allí con varias ovejas, perros, gatos y gallinas.
En la humilde y pequeña cocina con piso de tierra, pero ordenada, don Pascasio me recibió, aclarando que podría vivir con alguna de sus hijas, pero de esta manera, vive a su modo “en plena libertad”.
Julio Sotoca nació en Coronel Suárez, en una familia muy pobre compuesta por sus padres y 10 hermanos (3 mujeres). Fue padre de 8 hijos (dos fallecidos) que le dieron 14 nietos; separado de su mujer hacía más de 40 años, fue un hombre que vivió una vida muy dura. Recorrió todo el sur del país, fue panadero en Buenos Aires y trabajó hasta en el Uruguay. También realizó en nuestro pueblo trabajos de bolsero y de peón de campo.
Este poeta autodidacta contaba con una facilidad increíble para “versear” sobre cualquier hecho: la naturaleza, un animal, el hombre, Dios...
En la charla que mantuvimos manifestó que “A los 8 años quedé huérfano, puesto que mataron a mi padre, en aquella época de la política turbia cuando Uriburu lo derrocó a Yrigoyen, en la revolución del ´30. Mi padre era el mejor domador de boca en los años ´20...”.
Y ahí nomás ya le brota la poesía a flor de labios: “En ese tiempo era cuando estaba en el redil la Argentina del cuchillo, la Argentina del gatillo, fusta, alambre y nervio, de los matones soberbios amparados por los caudillos”.
Parte de su historia...
Respecto a su riqueza poética y su especial recitado, señaló que ello nació “...desde mi interior. Fui hasta tercer grado, después dejé la escuela para ayudarle a mi vieja”. Aseguró que no se identificó con ningún autor gauchesco y que siempre verseó “como venga, lo que cuadre”: “Una laucha disparando/ por el medio del asfalto/ que va corriendo a los saltos/ para ir el cuero salvando”, recitó con su facilidad especial y su memoria que mostraba ser de excepción.
Al preguntarle si lo habían invitado a dar a conocer sus poesías, señaló que muchos “me lo dijeron pero solamente una vez me sacaron una nota en “La Nueva Provincia” y otra en “Pregón Rural”, (luego y a través de ser invitado, vendría a integrar asiduamente la página de “El rincón literario”, responsabilidad que tenía quien escribe esta historia, en aquel periódico aparecido el 2 de febrero de 1994; “El Nuevo Imparcial”, donde pudo dar a conocer varias de sus obras en verso de criollismo).
“Creo en Dios, soy católico, pero como se vive hoy me parece a mi que el diablo tiene más poder que Dios..., señaló con seriedad en su rostro de rasgos bien marcados por el tiempo. “Tengo una Virgen empotrada en la pared y leo la Biblia todos los días. Yo fui acristianado en la Estancia Santa Ana y siempre he creído en Dios”.
Sobre el ser humano Sotoca pensaba que “...hay mucha maldad, antes existía la palabra y la nobleza; hoy no encontrás nobleza en las personas. La humanidad está cada vez más loca. Yo ya estoy en el ocaso y no le tengo miedo a la muerte. Tres veces estuve a punto de morir y Dios me salvó”.
Sobre la ciudad opinó que “... es muy importante, muy distinta a como vivíamos nosotros. Ahora el que quiere, tiene para comer y estar bien vestido”.
Julio Pascasio Sotoca, descendientes de araucanos, se crió en libertad, “a lo salvaje” dice, y agrega “Me trato poco con la gente, tengo algunos amigos, pero yo saludo y nada más...”. Aunque les puedo asegurar que siempre que lo encontraba por las calles de nuestra ciudad estaba charlando con la gente que le brindaba su simpatía. Lo que sucedía es que muchas veces le brotaba de adentro la rebeldía que traía de su difícil niñez y que no era tan verdad que se trataba poco con la gente, pues como fue trascendiendo cada vez más su vena poética, era más reconocido por la gente de su pueblo.
Sotoca vendía sus poemas en forma de librito y con su foto al frente y siempre aclaraba, desconfiando, que no se copien o le roben sus poemas porque ya había registrado el derecho de autor....
Algunos recuerdos...
Sobre su admiración por alguna persona destacada de Coronel Suárez, comentó: “Admiro a Juan “Carlitos” Harriott, a quien le hice ese verso ya conocido. Siempre recuerdo a Carlitos Lázaro, a don Eduardo Klobertanz, encargado de la Estancia Santa Ana y también guardo vivencias de don Jorge Videla y sus hermanos, de don José María “Chubucero” Fernández, quien muchas veces me llevó a fiestas camperas.“ El “chubucero” Fernández enseñaba a pialar a su hijo Miguel y para mi fue el mejor pialador de los que vieron los criollos”.
Al ilustrar al lector sobre una parte de la historia de vida de Julio Pascasio Sotoca, rescatamos en este hombre bien criollo, su talento, a pesar de los contratiempos sufridos en una vida dura que lo puso a prueba más de una vez.
Centenares de personajes transitan por su mundo verseando, como explicando quizás su propia existencia. La validez de su mensaje escribiendo y recitando sus poesías, fluyen como agua de manantial desde su interior ... es que seguramente Dios le quiso compensar a mucho sufrimiento con esa virtud que fue el bálsamo que calmó su espíritu de auténtica y libre rebeldía...
Don Pascasio Sotoca falleció a los 83 años el 22 de agosto de 2005.
Como homenaje a este poeta popular, me tomo el atrevimiento de incluir una de sus poesías, la cual lo pinta en cuerpo y alma.
El indio araucano...
I
Yo soy el indio araucano
aquel que el gringo enfrentó
el que al criollo lo peleó
en la soledad del llano
y en su palabra de hermano
muchas me veces me confiara
y él después me traicionara
para poderme vencer
por bueno vine a caer
en muchas de esas patriadas.
II
Soy emblema de mi raza
soy un jirón del pasado
el progreso me ha borrado
pero soy gloria machaza
porque mi vida no pasa
aunque quieran terminarme
me han obligado a entregarme
sumiso como cordero
pero mis instintos fieros
eso, no podrán quitarme.
III
Siendo que he sido el señor
de la desierta llanura
pudo vencer mi bravura
el fiero gringo invasor
este que hoy es mi tutor
y a fuerza me ha sometido
en vano me he resistido
y como león he peleado
el gringo me ha terminado
y hoy vivo para el olvido.
IV
Si yo defendí lo mío del hombre civilizado aquel que me ha exterminado me mira a su albedrío pero yo los desafío a ellos tan inteligentes decir si han sido conscientes si al verme manso y vencido me echaron en el olvido terminando a mi simiente.
V
Hoy soy un ser dolorido
en la soledad del llano
porque del indio araucano
hasta mi estirpe he perdido
si soy un indio vencido
que da pena contemplar
yo que he sabido pelear
defendiendo mi derecho
no tengo pingo ni techo
pa´ poderme cobijar.
VI
Por eso soy un reproche
para todo el que gobierna
que en mi vida semieterna
me hunde en una oscura noche
por ellos soy reproche
del que se siente vencido
porque ellos hombres instruidos
con más sentido y razón
no me han dado ni instrucción
echándome en el olvido.