LA SOLIDEZ DE UNA FRASE (DESPERTANDO EL ANIMAL DE MI CURIOSIDAD)
Para que un cuento sea bueno no necesariamente tiene que ser largo. Por ejemplo, el escritor guatemalteco Augusto Monterroso (1921 – 2003) escribió uno de los más cortos que yo conozca: El Dinosaurio:
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Esta narración (o frase) hizo célebre a su autor hace algunos años, y supe de su existencia gracias a las Cartas a un Joven Novelista, del (hoy) Premio Nobel de Literatura: Mario Vargas Llosa. Y también, gracias a algunas conferencias sobre narrativa tomadas en La Habana. Desde entonces la frase ha despertado el dinosaurio de mi curiosidad por la sugerencia de una narrativa breve, brevísima como una estrofa.
Cuando acaban los pocos segundos que uno pueda emplear leyendo este cuento uno puede permanecer pensando si en realidad es narrativa o qué diablos le pasó por la cabeza a su autor. Por supuesto que estamos en presencia de una historia, de un cuento. Aunque lo que ahora me interesa es mostrarles un poco su sugerencia temporal, porque no cabe dudas que la frase se las trae. Sobre todo porque si uno piensa que al despertar un día se halla a un “tiranosaurio” o un “braquiosuario”, u otro tipo de animal prehistórico abriéndonos la boca, o simplemente, contemplándonos en medio de nuestro despertar, tenemos que pensar que o nos volvimos locos de tantos problemas cotidianos; o que, quizás, viajamos a un pasado bastante remoto que, al parecer, todavía siguen allí los dinosaurios. Pero, aquí se habla de UN dinosaurio. Sólo UNO. Dos pudieran complicar la historia.
Cientos de preguntas pueden rondar por la cabeza ante “El Dinosaurio” de Monterroso: ¿Habrá transcurrido “el tiempo”? ¿Nos habremos traslado al pasado prehistórico después de tanto ver tanta saga de Steven Spielberg? Y, ¿por qué cuando “él” despertó todavía “el animal” estaba allí? ¿Por qué, vamos a ver, por qué el tiempo retrocedió y nos deja ver UN dinosaurio? ¿Pudiéramos estar en presencia del último de su generación histórica?
Yo no soy experto en estos asuntos de traslaciones ni de cuentos breves. Apenas he escrito un par de cuentos meritorios. Lo que sí sé, y puedo asegurar, es que para que un cuento sea bueno y sugiera cientos de ideas y acabe por trasladarnos a un tiempo pasado, conocido por todos (o a un futuro imaginario) no es necesario extendernos en detalles y descripciones, en narraciones o diálogos, porque el cuento, para que sea cuento, precisa de una idea que nos deje reflexionando, en lo que del final, se pueda dilucidar o especular. El cuento mientras más corto es mejor, porque es un tiempo breve para contar. Aunque, ojo: no siempre los cuentos cortos son los mejores.
Ciertas narraciones necesitan extenderse un poco (sin llegar a recrearlos demasiado) porque puede que se conviertan en otra cosa, digamos en novelas cortas. Porque, esto te lo aseguro que la magnitud de un cuento radica en su brevedad; porque en la brevedad del cuento está la riqueza.
Ahora, quizás te estás diciendo: "si él (Monterroso) lo hizo, yo también lo hago". Y miles de frases cruzarán ahora mismo por tu imaginación. Pero, sería bueno tener en cuenta que ha de ser tan fantasiosa (tu frase) como la de "El Dinosaurio"; cosa que, al leerla uno vea inmediatamente un animal o un objeto volante circulando en medio de nuestra brevedad para narrar.
I.hernández