¿Eclosión Femenina?

 

Cual apartado bíblico, una plaga llegó a nuestro mundo posmoderno y consumista –Según el cuento “Anuncio” publicado por Juan José Arreola- Esa plaga… tiene todas las de ganar en esta batalla desigual.

 

No se queja, no habla de más, puede decir que sí en todas las lenguas habidas y por haber y lo mejor de todo, se guarda en el closet: Las plastisex© son el siguiente paso de la…¿Evolución femenina?

Al menos en la visión machocentrista, la Plastisex© significa mayor libertad para la mujer “de carne y hueso” pero ¿será posible la libertad sólo a través de  la  sustitución?

Paradoja o no, la plastisex© es capaz de encargarse de los menesteres del hogar, nunca se cansa y siempre tiene “ganas”. Qué lugar queda pues, para la mujer, si se dice que las mujeres dan sexo para conseguir amor y los hombres dan amor para conseguir sexo -y las plastisex© lo dan sin esperar flores a cambio-.

¿En verdad las muñecas de plástico podrán dar a la mujer la susodicha eclosión?

Pero por principio de cuentas, ¿Qué es la eclosión?

Según una de las burdas acepciones del diccionario: “Una crisálida que rompe su envoltura para permitir la salida o nacimiento del animal”

Visto de este modo, la eclosión no se refiere a un simple movimiento libertario, sino al nacimiento de nuevas estructuras en lo que concierne a la concepción del mundo; un nacimiento parido por “mujeres”, mujeres de carne y sesos.

Esas criaturas mal apodadas el sexo débil, son las que siempre han de romperse para dar vida  ¿puede hacer eso una plastisex©?  De ser así,  todas las mujeres deberíamos aceptar la derrota, ceder mansamente, e instalarnos para siempre en nuestra belleza transitoria, en el puro reino del espíritu; como Remedios la bella de Cien años de soledad, la mujer etérea y casi mágica- desplazada ya- podría elevarse a los cielos, dejando en su lugar esqueletos perfectos de magnesio.

Pero seamos por un momento sinceros; toda la perfección estática de las bellas muñecas terminaría por ser insuficiente, aun con los magníficos avances científicos, las máquinas son máquinas, frío metal recubierto, software sin sentimiento; una plastisex© podría dar satisfacción momentánea, pero no la plenitud obtenida mediante el encuentro con una amante. Se pueden programar al gusto, pero la espontaneidad puede ser más excitante que precargar el kamasutra en un sistema operativo.   O acaso ¿eso es lo que busca el ser humano? ¿Satisfacción desprovista de pasión? ¿Una pasión unidireccional? ¿O simplemente la comodidad?

Si es verdad que el “hombre” está optando por la comodidad, estaría renunciando a ser “ser humano” la comodidad le estaría comprando esa sustancia extraña llamada alma, por que el humano está en medio del instinto y de la razón, en una categoría aparte “llamada  lo absurdo”.

Hacer una plastisex© es absurdo, con ella se llega al grado máximo de cosificación, en el que el hombre acepta su incapacidad para poseer a la mujer y su ineptitud para siquiera urdir vínculos con la otredad. Es irrisorio, hacemos replicas del otro para poder poseer su cuerpo, sin preocuparnos un segundo por la complejidad de su alma.   Se hacen muñecas que nos pertenecen. Se prefiere a la comodidad, lo inerte en lugar de a lo palpitante de la vida.

A cambio se tendrá una mujer sin complejos, sin arrugas, sin cambios de humor, sin celulitis ni varices, sin “te lo dije”, sin caprichos, pero también sin palabras propias, sin gestos de amor sinceros, sin besos cargados de emoción. Si los hombres desean una mujer que esté presta a satisfacer sus deseos; un mero títere, nunca tendrán un regazo en el cual reposar después de la jornada, porque la plastisex© estará en el closet.

Las exigencias de un mercado cada vez más veleidoso, los medios masivos de comunicación y por ende el establecimiento de un sistema de consumo, han hecho que aun la concepción de “ser” haya cambiado radicalmente en las últimas décadas. Las plastisex© del Anuncio de Arreola literalmente existen, encarnadas en el cuerpo de señoritas “plásticas” que abundan y se reproducen, el mercado las demanda.

Juan José Arreola, supo ver esta tendencia a la plastificación del “ser” el cambio del ideal por la tarjeta de crédito, la sustitución de un sueño por una “cajita feliz” y su texto es dolorosísimo. El ser humano está lleno de complicaciones, errores, contextos, creencias,  malevolencias y benevolencias, envuelto en una profunda ignorancia y feliz sabiduría, todo ello busca ser sustituido por la mejor cara, lo cómodo y lo bonito, para la simplificación de la vida.  Qué triste es pensar que hemos perdido aún el gusto por los vaivenes amorosos, y preferimos una esclava y no una amante.

Quien sabe hasta cuando llegue la dignificación de la mujer, quien sabe si llegue, pero más allá de hablar entre dignificación de géneros, la cuestión sería por la propia dignificación humana,  nos hemos vendido al mercado de tal manera que tal vez un día por CV directo la gente subaste sus órganos, a sus hijos para matrimonio o a sí mismos como carne por kilo.

No, la eclosión no debe ser femenina, debe ser humana. De no hacerlo, las Plastisex© realmente podrían ganarnos el camino, podrían llegar a volverse más humanas que el “humano” mismo;  a través de “Microsoft emotion” o “Adobe feelings”.

 

Karen Reséndiz Altamirano

 

 


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