LA HIPOCRESÍA ELEVADA A LA PRIMERA POTENCIA
Un informe difundido por Intermón Oxfam el pasado 10 de febrero, analiza y denuncia la vinculación creciente de la ayuda humanitaria que hacen los llamados países “donantes” a sus propios intereses militares. Esa ayuda al desarrollo que dicen hacer los países del primer mundo se convierte en un arma política y en un instrumento geopolítico de primer orden, ya que sólo retóricamente está relacionado con la defensa de los derechos humanos y la lucha contra la pobreza. El citado informe señala que el 40% de la ayuda oficial de los países occidentales y del primer mundo, desde el 2001 hasta la fecha, se ha destinado a Afganistán y a Irak donde de sobra es conocida la invasión y acciones de injerencia que hay emprendida. Esto evidencia la hipocresía, la astucia y el cinismo de los Estados. La mayor parte de la Ayuda Oficial al Desarrollo se sigue utilizando, como siempre, con fines egoístas. La ayuda al desarrollo no es más que la continuación de la guerra por otros medios, no la construcción de la paz ni muchísimo menos.
El 05/03/2010 el líder británico Gordon Brown se presentó ante la comisión que investiga la guerra de Irak alardeando de que en ningún momento se intentó poner cortapisas económicas a la guerra de Irak ni se descartó una acción militar por cuestiones de costo ni fue rechazado por lo mismo ningún caso de requerimiento operativo urgente. El costo financiero de la criminal invasión de Irak ha sido estimado en más de 4.500 millones de libras esterlinas (9 mil millones de dólares) para el Reino Unido, y más de 845.000 millones de dólares para Estados Unidos, con el coste total para la economía de éste último, estimada de 3 a 5 billones de dólares. Ante estas cifras que producen vértigo, se hallan estas otras que producen terror: casi mil millones de personas están mal alimentadas en este planeta, de las cuales 37.000 fallecen diariamente y diez niños mueren de hambre cada minuto según la FAO.
Si el derecho a la alimentación es el derecho humano más cínicamente violado actualmente, si la crisis financiera ha llevado a los países ricos a reducir de 6 a 3,2 billones de dólares los capitales que antes se destinaban a sostener el Programa Mundial de Alimentos, si los 16 países de la zona euro le han dado 1,7 billones de dólares a los bancos en vez de aportarlos al PMA, y si una parte del mundo carece de los derechos humanos más básicos y la otra parte carece del más básico sentido común, ¿en qué patológico y trastornado mundo estamos viviendo? ¿Será que a los países desarrollados no les interesa que el tercer mundo salga de la miseria para así no tener que pagar un precio mucho mayor por sus recursos naturales? ¿Para así controlar más eficazmente las redes de su política interior, evitando la amenaza de una nueva potencia como está sucediendo con China e Irán?
El caso es que no se avanzará en la lucha contra la pobreza, la corrupción, la criminalidad, etc., mientras los Estados no aborden las violaciones de derechos humanos ni profundicen en la rendición de cuentas. Si ante tales abusos no alzamos la voz ni actuamos en defensa de los más desamparados, abogando por la universalidad de los derechos humanos, ¿cómo podemos pretender alcanzar un mundo mejor?
Maite García Romero