"Hygge y Wabi Sabi: Dos senderos hacia la Belleza Efímera – El Arte de Habitar el Presente desde el Frío Nórdico y la Sabiduría Zen"
Introducción: En un mundo hiperacelerado, dos filosofías de origen distante —el "hygge" escandinavo y el "wabi sabi" japonés— ofrecen caminos alternativos para encontrar plenitud en lo simple. Como observa Meik Wiking: "El hygge es la felicidad de las pequeñas certezas: el primer sorbo de café en silencio, la luz de las velas temblorosa en la ventana" ("El Libro del Hygge", 2016). Del otro lado del mundo, el wabi sabi susurra otra verdad: que la belleza reside en lo imperfecto, lo modesto y lo fugaz. Aunque ambos surgen de contextos opuestos —el primero como refugio ante lo gélido de lo nórdico, el segundo como expresión del zen— comparten una revelación: lo esencial siempre se esconde en lo aparentemente insignificante. 1. Geografías del Alma: Confrontando el Frío y la Impermanencia -Hygge: Una respuesta afectiva al invierno. No es casualidad que Dinamarca y Noruega, países con menos de 4 horas de luz solar en invierno, hayan convertido el hygge en un arte de supervivencia emocional. Wiking lo describe como "el antídoto contra la oscuridad", donde lo colectivo (cenas con amigos, mantas tejidas a mano) reconstruye el calor humano. -Wabi Sabi: Nace de la contemplación zen de la naturaleza y sus ciclos. Sus 7 principios: Fukinsei (Kanji;不均整): asimetría, irregularidades; Kanso (Kanji;簡素): simplicidad; Koko (Kanji;個々): minimalismo; Shizen (Kanji;自然): desafectado (sin pretensiones), natural; Yugen (Kanji;幽玄): belleza sutilmente profunda, no obvia; equivalente al romanticismo occidental Datsuzoku (Kanji;脱俗): libre de convenciones limitantes; Seijaku (Kanji;静寂): sereno, ameno. No son reglas, sino invitaciones a percibir el mundo con nuevos ojos. Es el “mono-no-aware” [物の哀れ], la conciencia de la fugacidad de las cosas; nada es eterno ni perfecto ni está completo. 2. Minimalismo como Lenguaje Universal (con Acentos Distintos) -Hygge: Minimalismo sensorial. Una estética de lana sin teñir, maderas claras y velas que dibujan sombras en las paredes. El diseño danés, con su funcionalidad elegante (como las lámparas de Poul Henningsen), prioriza la experiencia sobre el objeto. -Wabi Sabi: Minimalismo poético. Se manifiesta en el 'kintsugi' (la cerámica rota reparada con oro), los jardines de musgo donde las piedras envejecen con dignidad, o los haikus de Kobayashi Issa: "El rocío del mundo / es el rocío del mundo / y sin embargo…". Aquí, menos no es vacío, sino espacio para el asombro. 3. El Tiempo Revelado: Instantáneas vs. Eternidad -Hygge: Atrapa el instante como un acto de resistencia: el aroma a canela horneándose, una tarde de juegos de mesa. Es felicidad fabricada en el presente. -Wabi Sabi: Ve el tiempo como un río. La taza desconchada, el papel arrugado por la humedad, son testigos de una belleza que solo existe porque se desvanece. Como escribió el monje budista Yoshida Kenkō: "¿Acaso lo incompleto no es más conmovedor?" ("Ensayo sobre la Ociosidad", siglo XIV). Conclusión: El hygge abraza, el wabi sabi libera. Uno enciende velas para olvidar la noche; el otro celebra la grieta que deja pasar la luz. Ambos, sin embargo, son formas de arte cotidiano: recordatorios de que la auténtica riqueza no se acumula, se descubre. En sus diferencias yace un diálogo fascinante: ¿buscamos consuelo o trascendencia? La respuesta, quizá, esté en aprender a vivir plenamente el aquí y ahora —como dirían en Dinamarca— hyggeligmente imperfectos.
Jesús Rafael Marcano Guzmán
