Revisitando la irrupción beatle

Revisitando la irrupción beatle

 

                                    El último fulgor colectivo

 

Pero ya existían Los Beatles y yo estaba seguro de lo que quería. En realidad, una vez que los escuché a ellos, ya no quería saber más nada con otra cosa

       L. A. Spinetta, en Martropía, de J.C. Diez

  1. Dos líneas de fuga: Bernardo Suárez, en “The Beatles: arte y vanguardia en la sociedad de masas” (1), propone una mirada dual sobre este fenómeno cultural tan decisivo en la sensibilidad del siglo XX: una centrípeta (mientras forman un grupo que irrumpe, representa, revoluciona e influye el universo estético de su tiempo) y otra centrífuga (desde la separación, disolviéndose para volver a confundirse y reencontrarse). Líneas de fuga: si la primera línea los solidifica, la segunda los multiplica, afirma Suárez.
  1. Vanguardia I. En el centro de la efervescencia cultural de los sesenta, no podían no ser vanguardia, si por eso se entiende, como dice Martín Kohan “no lo que se espera” (2). Hacia fines de los cincuenta, antes de ser quienes serán mientras se escuche música en este planeta, no sonaban como una banda de rocanrol a pesar de absorber todo lo que escuchaban de la producción norteamericana; “se afianzaban en un sonido distinto, reelaborando influencias múltiples, hacia el rock británico”, dice Suárez (3). Pero cuando explota la beatlemanía y se hace imposible tocar en público, entonces son otra vanguardia: no buscan repetir lo exitoso y reconocerse en lo seguro, inventan Rubber soul, de 1965, un disco transformador (donde se incluyen In my life, Norwegian Wood, Drive my car, Michelle). Pero para ser lo nuevo de lo nuevo graban luego Revolver, en 1966, una bisagra en la producción del grupo, donde el sonido es otro y el concepto musical es innovador (Tomorrow never now quizás sea la muestra cabal de esa vanguardia con influencias orientales, pero también desde otras experimentaciones sonoras y compositivas como Taxman, Eleonor Rigby, Here, there and everywhere).
  1. Vanguardia II. Cuando todo parecía ya transitado y probado, los Beatles deciden ser vanguardia dejando de ser ellos mismos. En 1967, simulan ser La Banda del Sargent Peppers y componer desde esa ficción lúdica. La obra es considerada el primer álbum conceptual no solo por la continuidad musical y temática sino también por su icónico arte de tapa y la publicación de las letras. Entre obras de lograda madurez creativa aparece A day in the life, para muchos la obra maestra de Lennon y McCartney: “el impactante climax no podría haberse logrado plenamente sin el autorretrato épico de John y la prosaica cotidianeidad de Paul, con ese interludio de energía entre la monumental inercia y melancolía, resulta ser el toque final de la genialidad de la canción”, comenta Philip Norman, biógrafo de Paul (4)

Hacia 1968, después de la experiencia oriental, editan The Beatles (disco doble conocido como El álbum blanco). La ebullición creativa parecía imposible de detener, agregando ahora el talento compositivo de Harrison. La vanguardia tenía ahora nuevos nombres. “Sólo deseábamos probar y crear, inventar, experimentar, no repetir”, dice McCartney recordando las sesiones de grabación (5). La diversidad (desde Helter Skelter, considerada piedra basal del rock duro, hasta Blackbird, de aires bachtianos, pasando por la lírica de While my guitar gently weeps, obra cumbre de Harrison o Revolution 9, experimento en extremo audaz de música concreta) juega otra vez con las cartas de la música que no distingue ya género ni corriente para barajar y dar de nuevo, genialidad sobre genialidad, construyendo la nueva sensibilidad estética del siglo.

  1. Vanguardia III. Londres, verano de 1969. Graban la obra final. Bernardo Suárez escribe: “La imagen de tapa resulta ser el símbolo de una época. Fue Abbey Road el estudio donde permanecen inmortalizados en una especie de santuario sonoro. No fue solamente el álbum despedida, es un intrincado y complejo universo estético en cuyos intersticios se esconden, como en esos tesoros que son desenterrados siglos después, mensajes de una época en la que todo parece posible” (6)

Además de piezas grabadas a fuego en la memoria colectiva, como Come togheter,  Something o Here comes the sun, el episodio final del disco liga temas en una virtuosa continuidad donde se suceden Golden Slumbers, Carry that weight y The end; en esta última, la decisión de McCartney fue dejar, intuyendo desde el título el aire del adiós, “un mensaje poético al estilo de los cierres que ensayaba Shakespeare en sus obras” (7), por eso se escucha, como una voz yéndose: “Al final, el amor que tomas es igual que el amor que das”. 

  1. Get back. En el documental Get back, de Peter Jackson (2021) un ojo, el nuestro, está en el estudio donde se ensaya y graba Let it be, en 1969. La convivencia con la genialidad es tan fascinante como el asombro de ver a la banda disfrutar de cada invención y porfiar por un ensayo más, para que cada tema logre su mejor versión. Detrás del fenómeno musical y cultural que significaron, un aspecto de otro orden emerge de las tres horas del registro. Si hay una idea, un símbolo, una construcción cultural sobre la juventud, Los Beatles están en el centro de ese diseño social contemporáneo. El deseo generacional de ser jóvenes, los modos de ese deseo arrollador, encontraron (y encuentran, medio siglo después) en ellos el referente más significativo, invulnerable y emotivo que la cultura popular supo inventarse. Esa década produjo una potente renovación artístico-cultural pero también una sacudida política al mundo. Y en el ojo de esa movida impactante la juventud era centro gravitacional. Si se permite la exageración, los sesenta inventaron el concepto de juventud como deseo. Y Los Beatles ocuparon rápidamente el sitio clave. Ser joven es, aún hoy, para millones y millones diseminados en el planeta, ser como ellos, concebir el uso del cuerpo como ellos, pensar y (ya que no podemos tocar como ellos) escuchar una y otra vez sus invenciones inoxidables. Hasta las posturas pacifistas y antirracistas, los nuevos lenguajes para decir el amor y la libertad permean muchas de las posturas de jóvenes de hoy que los escuchan como “los inventores de todo”.
  1. Sujetos constituidos por el habla: en 1995 el psicoanalista Henry Sullivan publicó un trabajo que propone una mirada psicoanalítica sobre el cuarteto de Liverpool, y desde Lacan entiende la irrupción beatle como “el fin de la edad moderna”, porque rompe con el “nombre del Padre”, entendiéndolo como quiebre histórico entre generaciones. Sergio Pujol, leyendo a Sullivan, agrega: “Aquel sujeto independiente, racional y clarividente de la Edad Moderna, que pensó con Descartes y sintió con Mozart y Beethoven, nunca pudo sobreponerse a la hecatombe del período 1914-1945. Fue en el inesperado terreno de la cultura de masas donde surgió una nueva sensibilidad. Hubo allí artefactos culturales capaces de llegar a una audiencia planetaria sin renunciar a la sorpresa ni a la innovación del vanguardismo artístico (“desviaciones estilísticas de la norma”, señala Sullivan). Entre aquellas sorpresas e innovaciones sobresalió un grito de liberación individual y social: yeah, yeah, yeah, yeah...

La ruptura con la ley del padre que se operó entre la juventud económicamente satisfecha de los Estados Unidos de la posguerra habría sido inconscientemente alentada por los propios padres, acaso como reconocimiento implícito de su fracaso en los intentos de dejarles a los hijos un mundo mejor. Los movimientos culturales y las conductas de aquella juventud díscola son explicados por Sullivan a partir del goce más allá de la ley” (8).

 

 

 

  1. Marzo de 2019. Buenos Aires. Durante el recital de McCartney, los automovilistas que circundan el campo donde sucede la música, bajan los vidrios de sus ventanillas, detienen sus autos y descienden, entonando la canción que escuchan, formando una larga fila en la calle aledaña. Suena “Hey, Jude” y el coro ocasional ensaya el “na, na, na, nananana…” que parece inacabable.¿Qué orden invisible e invencible los mueve y los hace cantar? ¿Con quién cantan, con los asistentes al encuentro o con toda su generación feliz y magnetizada? ¿Qué otra sensación de libertad se compara con ese acto espontáneo y genuino que los hace compartir unos minutos con el bajista que ahora está ahí pero antes estuvo, con otros tres, en el centro del deseo colectivo que ese estribillo simboliza, condensa y expande, para todos los tiempos?

 

 

Sergio G. Colautti

 

Referencias

 

  • Suárez Bernardo, “The Beatles: arte y vanguardia en la sociedad de masas”. Bs As, Eudeba: 2022.
  • Kohan Martín, La vanguardia permanente. Bs As, Paidós, 2021.
  • Suárez Bernardo, cit.
  • Norman Phlilph, Paul Mc McCartney, La biografía. Barcelona, Malpaso ediciones: 2017.
  • Norman Philip, op. cit.
  • Suárez Bernardo, op. cit.
  • Suárez Bernardo, op. cit.
  • Pujol Sergio, Goce y gritos, en Página 12, 8/9/2013, sobre Los Beatles y Lacan, un réquiem para la edad moderna, de Henry Sullivan.

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