Érase una vez en Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood)

Érase una vez en Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood)

Novela Quentin Tarantino

El popular cineasta nos regala una fascinante novela que complementa a la película y también toma su propio camino Mi director favorito es Quentin Tarantino (pero de lejos), por lo que, en cuanto supe que iba a publicar una novela que ampliaba el universo presentado en su último film, Érase una vez en Holywood (Once Upon a Time in Hollywood), no tuve ninguna duda a la hora de reservarlo y devorarlo sin piedad una vez estuviese por fin entre mis manos. A pesar de ese entusiasmo, debo reconocer que la película protagonizada por Leonardo DiCaprio, Brad Pitt y Margot Robbie me decepcionó. Quizás fuese culpa mía, debido a las altas expectativas depositadas en el film, al estar ante lo nuevo de Tarantino, con un reparto insuperable y una premisa fascinante, en una combinación de géneros explosiva. En su momento muchos la vendieron como uno de esos films que no dejan indiferente, y a los que, o los amas o los odias. Pues bien, yo me encuentro justo en medio, valorando sus aciertos (que no son pocos), pero con el sentimiento agridulce de que podría haber sido mejor, ya que Tarantino está tan enamorado de Hollywood y quiere contar tantas cosas del mismo, que al final el resultado fue un tanto irregular, siendo para un servidor un trabajo que no se encuentra entre lo mejor del popular cineasta (también es cierto que tiene una filmografía fabulosa), aún siendo consciente de que para otros espectadores fue un trabajo impecable, no teniendo nada que reprochar al respecto. Dicho todo esto, y a pesar de que no disfruté de la película de la misma forma que otros (ojalá lo hubiese hecho), comencé la lectura de su novela con la esperanza de encontrarme ante una gran obra, que diese más matices al film original, y que supusiese una alocada y desfasada aventura por el Hollywood de finales de los años 60, con Charles Manson y su familia como telón de fondo. Y eso es precisamente lo que me he encontrado, aunque no puedo obviar un par de contras que restan al conjunto, perdiendo garra en sus compases finales, especialmente en los capítulos del hotel (por mucho que haya un guiño a otra de sus películas, aunque sigo sin encontrarle demasiado sentido) y el del bar (eso sí, éste con un diálogo sensacional), los cuales no aportan demasiado a la historia, y sólo sirven para que el director nos dé más clases de cine. Porque al final es lo que casi acaba siendo el libro, un conjunto de anécdotas y opiniones sobre el cine de Hollywood (aprovechando Tarantino para repartir su bilis ante infinidad de producciones de antaño) en vez de una novela de ficción, siendo un híbrido que estoy seguro de que a algunos se les va a indigestar. Afortunadamente, no es mi caso. Tarantino nos regala nuevas escenas (dando solución a una de las grandes incógnitas de la película), algunas de las cuales se quedaron en el tintero en el momento del estreno del film (curiosamente, una aparecía en el maravilloso póster), y otras se presentan como una novela aparte que convive con la historia de sus protagonistas, desarrollando el cineasta la historia de Lancer, que es el piloto televisivo en el que el personaje de DiCaprio hace de villano. Esta curiosidad acaba siendo un adictivo Wéstern del que apetece saber más, aunque Tarantino tiene el buen gusto de darle un desenlace. Es tan fascinante lo que nos cuenta en esa subtrama, que sería fabuloso que el director optase por hacer una novela, episodio especial o película tomando como base lo presentado en este libro (en el caso de ser película, por favor, que sea con los mismos actores). Lo sé, dejadme soñar… Lo que es seguro es que, una trama alternativa que podría haber parecido pegote metido con calzador, acaba siendo uno de los mejores puntos del libro, casi por encima de la historia de Rick Dalton y Cliff Booth. Y por cierto, hablando de ambos… La verdad es que en la película caían bien, siendo dos personajes algo temibles pero que no llegaban a cruzar la línea (bueno, hasta los últimos minutos). Aquí hay poco (por no decir nada) de esa simpatía y buen rollo reflejados en el film, ya que los matices que les da Tarantino son bastante cuestionables, convirtiendo al primero en un actor todavía más insufrible y ególatra (aunque explicando su comportamiento), y al segundo en un sociópata al que le importa todo un pimiento. Creo que los personajes salen mejor parados en la cinta original, entre otras cosas porque aquí cuesta empatizar con ellos, aunque no se puede negar la evolución de Dalton, no así la de Booth, siendo su historia bastante truculenta. Estoy seguro de que si la historia hubiese llegado tal cual a los cines, ahora mismo Pitt no tendría un Oscar entre las manos, y no porque su actuación se resintiese (es más, podría haber acabado siendo todavía mejor), sino porque un personaje semejante no es acorde a los tiempos que corren y habría sido visto con malos ojos. Ya se criticó al cineasta y al personaje de Booth por la violencia hacia las mujeres, imaginad lo que os tiene preparado el inclasificable Quentin para que haga tal afirmación. Y es que aquí no hay ataduras morales de ningún tipo. Me extraña muchísimo que todavía nadie le haya pasado revista al señor Tarantino, entre otras cosas porque su novela es políticamente incorrecta hasta límites insospechados, además de contener un lenguaje soez hacia cierto sector de la sociedad que sorprende que no haya revolucionado las redes sociales, y hasta aquí puedo leer. Tiene sentido teniendo en cuenta el contexto de la época, siendo una decisión muy atrevida por parte del excéntrico director, planteando situaciones y diálogos que no se habían presentado en la película, y que seguramente le habrían impedido tener cualquier opción de que su película acabase siendo nominada en cualquier premio de cine. Yo no tengo queja al respecto, pero reconozco que en no pocas ocasiones me he quedado ojiplático, y eso que soy fan del director y estoy acostumbrado a sus formas, pero lo que aquí nos presenta va más allá. Y es que parece que Tarantino se siente más cómodo y libre en el lenguaje escrito que no en el visual. Creo que perderemos a un cineasta único, pero ganaremos a un novelista canalla y sin pelos en la lengua. Preparaos… Por otro lado, las comparaciones son odiosas, pero si se me pregunta cuál es mejor, si la película o la novela, tendría serias dudas, a pesar de que la primera me decepcionó y la segunda me ha encantado. El principal motivo es que, en la novela, Tarantino renuncia a cualquier tipo de suspense (destripa sorpresas sin miramiento alguno), siendo ése uno de los grandes aciertos del film, eliminando aquí escenas impactantes, como si hubiesen sido añadidos de última hora en su aplaudida cinta. En el libro que nos ocupa está más interesado en darnos detalles de infinidad de films y personajes de Hollywood (algunos de ellos ficticios y con guiños a sus propias películas), que no en presentar un núcleo argumental que mueva la trama, o como mínimo con una carga dramática, en una sucesión de capítulos que pocas veces conecta entre sí. Y es que, en no pocos momentos, parece más un libro del cine de la época con las opiniones del director, que no una novela de ficción, hasta el punto de que el clímax de la cinta original lo reduce a tres párrafos contados de forma precipitada y abrupta al comienzo de su novela, como si esa parte (tan bruta y visceral) no le interesase en absoluto, cuando es la gran sorpresa de su novena cinta. Sinceramente, creo que acaba mucho mejor la película, con ese estupendo cierre final, que no la novela, con un desenlace algo anticlimático, aunque con un acertado mensaje, todo sea dicho. La verdad es que la novela se distancia bastante del film, siendo finalmente una obra que toma su propio camino, eso sí, aportando interesantes añadidos. Creo que si nos hubiésemos acercado a su libro sin haber visto previamente la película, habríamos salido bastante desconcertados ante una novela que no es apta para todos los paladares, ya que va dando bandazos temporales en los que nos habríamos perdido de no haber visto el film, siendo dos obras que se complementan. Y es que la novela mejora a la película, pero le falta la fuerza de ésta, siendo dos productos que están hechos para convivir, en una obra que sirve para conocer más detalles de los personajes, como es el caso de Charles Manson (al que no se le deja nada bien, y yo más que conforme, aunque también se explaya con Bruce Lee, de ahí la polémica con su hija), y otros personajes de ficción de la película, dándoles mucho más valor y sentido a la mayoría. Eso sí, que nadie espere más minutos para Sharon Tate, ya que la actriz tiene los mismos pocos momentos que en la obra original (es más, queda relegada a un segundo plano, estando seguro de que si Robbie no la hubiese interpretado, no habría hecho tanto ruido en la promoción del film), lo que seguramente suscitará las mismas críticas que en el momento de su estreno, destacando el poco protagonismo de los personajes femeninos. Yo me limito a avisarlo, pero es que es cierto que Tate tiene las mismas escenas en el film de 2019 que en la novela, siendo, curiosamente, el único personaje que no tiene añadidos (bueno sí, uno, y no la deja en buen lugar…) y por el que Tarantino menos interés muestra. Repito, curioso, cuando Tate se presentó como el motor de la historia, algo que ha quedado demostrado que no era así. Y bueno, los detractores del director que ni se acerquen, ya que su sello está en cada una de las páginas que componen la obra, no pudiendo obviar su ya famosa y extraña fascinación por los pies femeninos, a lo que hay que añadir sucios (en realidad los suele describir como mugrientos), siendo una parte que protagoniza casi la mitad de la novela, y no exagero. No seré yo quién juzgue los fetiches de los demás (sólo faltaría), pero lo dejo como detalle curioso y marca de la casa, dando el cineasta rienda suelta a su amor (por no llamarlo de otra forma) por esa parte de la anatomía femenina. Qué le vamos a hacer, le queremos igual, pero creo que se recrea demasiado, mencionándolo tropecientas veces, cuando ha quedado claro a la primera. Y es que no hay mujer en el libro que no lleve los pies descalzos y sucios. No se podrá tachar a Tarantino de redundante, pero quizás este caso sea la excepción. Y por último, pero no menos importante, destacar el fabuloso trabajo de edición de Reservoir Books (¿puede haber un nombre mejor?), editorial española que ha presentado un diseño impecable, con un acabado estupendo y una traducción sobresaliente, siendo de agradecer que se hayan dado tanta prisa para que los fans del director tengamos el libro en nuestras manos lo antes posible. Se nota el esmero y el cariño. Una maravilla, oiga. En conclusión, estamos ante una novela que explica muchas más cosas, siendo un complemento perfecto de la película, pero también tomando su propio rumbo, al presentar nuevos momentos, la mayoría de ellos acertados (la historia del Wéstern), aunque otros no tanto (capítulos del hotel y del bar), siendo una experiencia imprescindible para los fans del director y que no dejará indiferente, aunque todavía no comprendo cómo no estamos notando el calor de las antorchas. En fin, yo he disfrutado de la novela, incluso demasiado, y como fan del cineasta os la recomiendo sin reparos de ningún tipo, mejorando la cinta de 2019 (al aportarle nuevos matices) y demostrando que estamos ante un gran futuro novelista, que es lo que Tarantino quiere ser una vez abandone, lamentablemente, el mundo del cine con su décima película. Le echaremos de menos, perdiendo a un director inigualable, pero ganaremos a un escritor canalla, gamberro y con muchas cosas qué contar. Cuando aparezcan los créditos finales de su última película, ya no estaremos tan huérfanos, porque se avecinan grandes cosas. Muy grandes. Estad atentos, porque yo no pienso despistarme. Gracias por tanto, Quentin Tarantino.

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