VIII CONGRESO INTERNACIONAL DE LA LENGUA ESPAÑOLA - CÓRDOBA - ARGENTINA - 2019

 

VIII CONGRESO INTERNACIONAL DE LA LENGUA ESPAÑOLA - CÓRDOBA - ARGENTINA - 2019

Javier Ignacio Hernández

La Real Academia Española parece no conocer de grietas cuando trata de alentar el desembarco de su Congreso Internacional de la Lengua Española. Argentina fue la única experiencia histórica en el mundo en haber alojado este encuentro en dos oportunidades. Lo hizo en 2004, en Rosario, con la flamante presidencia de Néstor Kirchner (y el hoy gobernador Miguel Lifschitz, entonces intendente de la ciudad, quien estuvo presente ahora en Córdoba). Y el Congreso volvió al país, quince años más tarde, para congregar a cientos de voces en Córdoba en lo que podría ser el epílogo, al menos como Jefe de Estado, de Mauricio Macri.

Son momentos políticos e históricos diferentes: allá Kirchner proponía revalorizar “lo propio”, la identidad, la interculturalidad y el acceso a la educación y a los bienes culturales; acá Macri niega la diversidad cultural y lingüística latinoamericana (y Argentina) afirmando que en el continente “se habla un mismo idioma”, negando de un plumazo la existencia de al menos quince lenguas indígenas que coexisten en el país.

También fue distinto desde la maduración de algunos debates sociales que eran incipientes por entonces y ahora se instalan con fuerza en las agendas educativas, ciudadanas, sociales y de los medios de comunicación. Y que corren a contramano de los tiempos de la Academia, ya se sabe. Esto es: en lo educativo, la identidad lingüística propia de los pueblos de América; en lo político, el valor de la diversidad en la cultura y, claro, en su expresión en los lenguajes originarios, inclusivos y de género.

Algunos de estos temas tuvieron su marco oficial para ser debatidos en el VIII Congreso de la Lengua que tuvo como lema “América y el futuro del español. Cultura y educación, tecnología y emprendimiento”, y que se llevó a cabo en Córdoba entre el 27 y 30 de marzo con la presencia de unos doscientos lingüistas, escritores, ensayistas, académicos, periodistas, cineastas y personalidades de la política y la cultura. Otros, por el contrario, se hicieron presentes en la ausencia, desde las grietas, y en lo no dicho en términos formales.

Esos temas tuvieron su espacio para el debate en lo que, desde el oficialismo, se llamaba entre murmullos como “Contra-congreso” que, paralelo al congreso oficial, se desarrolló en la sede de la Universidad Nacional de Córdoba y tuvo lugar bajo el título: “I Encuentro Internacional: Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos en Latinoamérica”, donde el tema central fue, justamente, el lenguaje inclusivo y el derecho de los pueblos originarios.

Todo con e

“’El Congreso de la Lengua se ocupará del presente del español, pero no discutirá sobre lenguaje inclusivo’, han dicho a la prensa, con total firmeza, las autoridades de la Academia”, expresó en el cierre del certamen la escritora cordobesa María Teresa Andruetto. El pedido de reflexión a cuanto expositor aceptaba una entrevista, o incluso en los contados debates abiertos, fue recurrente. La necesidad de problematizar al respecto fue multidireccional y la RAE la dejó pasar de largo como si no existiera tal cosa.

La autora cordobesa, premio Hans Christian Andersen de Literatura Infantil y Juvenil, destacaba así algo que ya su par Claudia Piñeiro había expresado en cuanto micrófono tuvo a su alcance: que si bien el lenguaje no se impone, lo que se intenta con el lenguaje inclusivo es poner de manifiesto la desigualdad. “No es un movimiento lingüístico sino político”, dijo en una intervención, cuando el periodista Jorge Fernández Díaz le preguntó a su colega Soledad Gállego Díaz, primera mujer en dirigir el diario “El País” de Madrid, qué pensaba del tema. Allí Piñeiro, quien moderaba la mesa, fue más allá y refirió que no conocía ninguna mujer preocupada porque la Real Academia apruebe el lenguaje inclusivo: “No les importa en absoluto. Lo van a usar o no de acuerdo a sus necesidades”.

“Claro, lo insoslayable –destacó Andruetto en su exposición final– es que se trata de una cuestión política, de que la lengua responde a la sociedad en la que vive, al momento histórico que transitan sus hablantes porque, como dice también Víctor Kemperer, ‘El espíritu de una época se define por su lengua’, y yo digo la lengua es mía pero no solo mía, entonces cada uno de nosotros es el dueño de la lengua siempre que tenga la conciencia suficiente como para advertir su componente social”, concluyó.

Tres mujeres luchadoras.

Una de las participaciones más profundamente emotivas, cargada de identidad sociopolítica y cultural y, sobre todo, alejada de toda corrección protocolar, fue la que protagonizó el jueves Claudia Piñeiro, ahora sí como integrante de un panel de alto vuelo. El espacio se tituló “El valor del español como lengua de culturas. Literatura, oralidad y folclore” y, además de la escritora, formaron parte Ana Pizarro (Chile), Patricia Córdoba y Gastón Melo (México), Alejandro Dolina y Norma Morandini (Argentina). Allí, la escritora, dramaturga y guionista de televisión Claudia Piñeiro, sugirió que el Congreso de la Lengua Española “debería llamarse Congreso de la Lengua Hispanoamericana”, para “propiciar la unión de ese español armado entre todos, que es riqueza en la diferencia pero también conciencia plena, en América, de que fue la lengua del conquistador”.

En su exposición citó a Walter Benjamín en su texto “El narrador” para preguntarse: “¿Quién narra? ¿Cómo narra? ¿Con qué palabras?”. Y señaló: “Soy escritora, y como dijo Reinaldo Arenas ‘los escritores estamos encaprichados en ponerle palabras al silencio’, a los silencios actuales y a los anteriores, incluso a los que vienen desde quinientos años atrás”.


Y más tarde eligió a tres mujeres que no aceptan en el siglo XXI un conquistador. Se trató de la coplera de los Valles Calchaquíes Mariana Carrizo, la cantante qom guaraní Charo Bogarín que tradujo a lenguas originarias a autores populares emblemáticos argentinos, y María Paz Ferreyra (Miss Bolivia), quien en sus letras usa palabras del español villero y tumbero.

“’Yo sé lo dura que es la vida en los cerros, no es como la muestran las postales. La gente baja para vender sus cositas, quesos, charqui, pasan días enteros durmiendo a la intemperie, con frío, lluvia, tormentas. Y por ahí cuando llegan lo que sacan no les alcanza para comprar lo que necesitan, o la novedad que llegó al almacén del pueblo. Esa impotencia se hace copla’. Repito esa última frase que creo una marca de identidad en el trabajo de Carrizo: ‘la impotencia se hace copla’. Con esa impotencia soportó las cinco horas que estuvo en un cuarto minúsculo en el aeropuerto de Barajas porque no la dejaban entrar a Europa”. Esas fueron las palabras con las que Piñeiro reconoció a la primera de sus mujeres: la coplera salteña Mariana Carrizo.

Charo Bogarín, cantante y líder del grupo Tonolec, fue la segunda de las mujeres. Una cantautora que nació en Formosa, cuya mirada “está puesta sobre el canto de las mujeres quom, y lo hace con una perspectiva antropológica”, dijo Piñeiro. Para homenajear su trabajo cantó (sí, cantó), un fragmento de “Cinco siglos igual”, de León Gieco, que fue ovacionado de pie. Miembros de la organización ya levantaban el cartel informándole que estaba “en tiempo”. Con la urgencia apremiante y la voz acelerada, leyó “Paren de matarnos”, una canción de María Paz Ferreyra, más conocida como Miss Bolivia, que en los últimos tiempos se transformó en un himno en las marchas Ni una Menos. Sin melodía ni ritmo, la canción se hizo eco y caló hondo. Hizo tronar el teatro San Martín en un aplauso que se transformó en ovación y luego en gritos y marcó lo que, quizá, fuera el momento más emotivo de todo el Congreso.

Relámpagos en la soledad.

El escritor y conductor de “La Venganza será terrible”, Alejandro Dolina tomó la palabra y habló de la importancia del cuidado del idioma.“Un niño ve en la oscuridad una espantosa sábana en la soga de colgar la ropa, desde luego se aterroriza. El padre lo acompaña hasta el fondo y ahí el niño se calma al ver que se trataba de un simple fantasma”, comenzó contando al tiempo que se preguntó si “todo puede decirse” para saber si el lenguaje “puede ser más real que las cosas” y también para preguntar si, finalmente, “estamos solos, sin poder comunicarnos con nadie”.

“El mundo real está allí, estaba antes de la presencia humana, y seguirá estando cuando una catástrofe cualquiera venga a destruirnos. El lenguaje es apenas una sombra del mundo, un simple instrumento que la humanidad ha elaborado para expresar lo que pasa en su interior. Para este realismo ingenuo la insuficiencia de la lengua es prueba de su naturaleza subalterna y especular”, dijo el autor de Crónicas del Ángel Gris y concluyó con la hipótesis de que, tal vez: “No somos otra cosa que niños que temen más a las sábanas que a los fantasmas o paisanos analfabetos buscando en vano una instancia superior. Y también algo peor, que es quizá el único asunto de este congreso: estamos solos, somos islas, y la lengua que era la única esperanza de abandonar siquiera por un momento nuestra condición insular parece abandonarnos”. Pero fiel a su estilo dejó un mensaje más esperanzador: “En la niebla oscura hay un relámpago que nos revela en el ínfimo escalón de la fugacidad quiénes somos de verdad. Debemos estar atentos a esos relámpagos, que acaso son el amor o el arte. Sabemos que su luz es posible que sea interpretativa, perspectivista y ficcional. Sabemos todo eso, pero día tras día, minuto a minuto, vivimos esperando un relámpago”.

Colonialismo y anti populismo.

“El lenguaje inclusivo es una especie de aberración”, “El populismo es una enfermedad de las democracias”, “Hay formas de feminismo que son enemigas de la cultura”, son algunas de las frases que dejó el paso del escritor peruano Mario Vargas Llosa por Córdoba. Las palabras del autor de Conversación en la catedral, en su primera locución, molestaron a muchos. Entre otras cosas, el Nobel de Literatura manifestó: “Que la lengua nos trajo la democracia, la libertad y una cultura crítica de sí misma, que establece denominadores comunes y fraternidad, y contribuye a cimentarla y mantener vivos los intercambios”; que América “era una torre de Babel antes de la llegada de los europeos”, y que “el castellano introdujo conciencia moral en Latinoamérica”. También le respondió al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador por el reclamo que éste le hizo a España; que se disculpe por la conquista.
El Congreso de la Lengua, como se repitió incansablemente a lo largo de su VIII edición, buscó “poner en valor los vínculos creados por la lengua materna de 480 millones de personas y casi 600 millones si se toma en cuenta a quienes lo aprenden”, con un objetivo claro: resaltar el prestigio del español para activar el bloque hispanohablante en un mundo globalizado.
El Rey de España, Felipe VI, en sus palabras inaugurales se centró en lo común y dijo que uno de los momentos más delicados fue “el de la independencia de los territorios ultramarinos que llevó a que ni faltaran voces que demandaron también independencia en el ámbito de la lengua”.

Varias crónicas periodísticas rosarinas también destacaron sin ocultar cierto cholulismo (argentinismo, no reconocido por la RAE) que “El Rey se acordó de Rosario” y nombró a la ciudad “en reiteradas oportunidades, con orgullo”.

Retos del español.

Entre los puntos sobresalientes que deja el VIII Congreso de la Lengua Española queda la “Sesión Plenaria Retos del español en la educación del siglo XXI” donde la ponencia del escritor Mempo Giardinelli abrió el debate al expresar, frente al propio Ministro de Educación de la Nación, Alejandro Finocchiaro, que: “Los desafíos no los plantea la lengua sino el neoliberalismo global que hoy predomina en el mundo”.

Desde que tomó la palabra, y a lo largo de los poco más de diez minutos que duró su exposición, el escritor y ensayista criticó las políticas educativas del gobierno de Mauricio Macri con un discurso encendido, que le valió varias ovaciones de toda la platea del teatro San Martín. La primera intervención fue para objetar que el congreso lleve por título “española” y propuso que se llame “Castellano americano”.

Más tarde, dijo que hacer que un pueblo lea o no lea “es una decisión política y, cada vez más en nuestro país, y en otros de la región, los maestros y directores de escuelas se han ido reemplazando por gerentes”. Y continuó: “Quiero decirle al doctor Finocchiaro, y sabe que se lo digo desde el respeto, que el gobierno canceló todas las políticas de avance en materia educativa. El cierre de las escuelas para adultos y trabajadores es sólo una muestra”.

Entre aplausos y ovaciones que llevaron a demorar la continuidad de su exposición, Giardinelli dijo que la educación argentina está sufriendo la intervención de empresas e instituciones transnacionales que empiezan a gobernar el sistema: “Impone la disminución salarial, sataniza al sindicalismo educativo, recorta las becas y ayudas, desmantela la educación técnica, elimina Institutos de Formación Docente y cancela la educación para adultos y trabajadores. Es coherente con las políticas de desindustrialización, una de cuyas consecuencias es el deterioro de la educación pública en el interior del país, en todos los niveles. Y eso conlleva el abandono tanto pedagógico como edilicio y de formación docente. Lo que en un país con el sesenta por ciento de inflación anual y uno de los cinco mayores endeudamientos del planeta, es poco menos que incendiario”

Y en lo que pareció otro cuestionamiento de los conceptos vertidos por el presidente Macri, dijo: “La lengua en que nos entendemos es el castellano americano, que a su vez reconoce peculiaridades que no son dialectales sino verdaderos usos nacionales o regionales, como el castellano andino, el castellano mexicano, el castellano rioplatense que compartimos con Uruguay, el yopará en Paraguay y las decenas de mixturas y combinaciones lingüísticas de la inmensa geografía latinoamericana”.

Periodismo y Comunicación.

Como antesala al VIII Congreso de la Lengua, se realizó el Seminario Iberoamericano de Periodismo y Comunicación que contó con la participación destacada de dos rosarinos: la docente e investigadora Sandra Valdettaro, que participó en un panel sobre comunicación transmedia e intertextualidad de la palabra, y el periodista Juan Mascardi que lo hizo en base al tema de la convergencia mediática digital.

En ese sentido la investigadora destacó que “la articulación de lo analógico y el papel hacen de la crónica un lugar muy seductor”; mientras que Mascardi afirmó que “la convergencia es un flujo” y opinó que la actual “es una época de oportunidades”. Y subrayó: “En esta era de expansión narrativa vencer ciertos prejuicios sobre la formación profesional es importante. Antes nos legitimaban los medios, hoy nos legitiman las narrativas”.

Orgullo cordobés.

El Congreso de la Lengua “puso a la Capital en la mira de la intelectualidad hispanoparlante y revivió en muchos cordobeses una olvidada sensación de orgullo”, escribió la periodista del diario La voz del interior, Virginia Guevara, en una nota publicada este domingo por el diario cordobés donde analiza el futuro político de su provincia de cara a las próximas elecciones.

El Congreso despertó ese orgullo pero lejos estuvo de torcer por un rato la cruda realidad cordobesa o inundar los rincones de la ciudad con la magia de la literatura. En el pulso de los bares, la ciudadanía parecía más preocupada por la disparada del dólar que por el futuro del español.

No obstante, es cierto sí que el Congreso de la Lengua tuvo impronta local y fue un espacio de encuentro y debate que congregó la atención de muchos, de aquí y más allá del Atlántico. Las largas filas a la intemperie de personas llegadas de todo el país para conseguir una entrada al Teatro San Martín del Libertador, máximo coliseo cordobés, fue recurrente y sesiones como las de Alejandro Dolina, Joaquín Sabina y Claudia Piñeiro, conciertos, o debates más específicos en torno al periodismo actual o la educación, colmaron todas las localidades rápidamente.

El Festival de la Palabra, que inauguró semanas antes del propio congreso, mostró su propia fuerza con una agenda intensísima imposible de abarcar que tuvo desde muestras de arte, conferencias de cineastas, presentación de libros y seminarios públicos, hasta conciertos gratuitos como el que tuvo al español Joaquín Sabina de homenajeado. Los cordobeses colmaron las localidades para ver el tributo que Adriana Varela, Silvia Lallana, Gustavo Vicentín, Marcelo Santos, Carlos Habiague y los bandoneonistas Damián Torres y Pablo Jaurena junto a la Orquesta de Cuerdas local, y la poesía de la escritoras Elvira Sastre y Liliana Bedini recitando poemas, le brindaron a Sabina.

También fue multitudinario el concierto inaugural en homenaje a Manuel de Falla con la actuación de la Orquesta Sinfónica de Córdoba, acompañada por Alberto Rosado, como pianista solista, y dirigida por Hadrian Avila Arzuza, en el escenario del Teatro Libertador San Martín.

Y por fuera del solemne coliseo, la actuación del grupo humorístico Les Luthiers integrado por Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Tomas Mayer Wolf, Horacio Turano y Roberto Antier (en reemplazo de Martín O’Connor), el jueves, en el predio de la Universidad Nacional de Córdoba. O el espectáculo con fuerte impronta localista que, un día mas tarde, se desarrolló bajo el título “La Noche de Córdoba” con bloques dedicados al folclore, el humor cordobés y el cuarteto.

Otro de los puntos fuertes fue la presentación de la edición conmemorativa del libro Rayuela, de Julio Cortázar, que contó con autoridades de la Real Academia Española, el Instituto Cervantes, la Agencia Córdoba Cultura y el escritor Mario Vargas Llosa, entre otros invitados. “El Cortázar del futuro será siempre leído, tendrá siempre admiradores y discípulos literarias. El Cortázar eterno, si es que hay eternidad en el mundo de la literatura, será el de los cuentos porque fue un cuentista excepcional”, dijo el peruano ante unas 600 personas entre las que había un centenar de periodistas de Iberoamérica.

 

 


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