LAS DESCENDIENTES DE EVA: “PAPELES DEL GÉNERO FEMENINO EN LAS OBRAS DE FRAY LUIS DE LEÓN Y MARÍA DE ZAYAS"

Y pues no las dotó Dios ni del ingenio que piden los negocios mayores, ni de fuerzas las que son menester para la guerra y el campo, mídanse con lo que son y conténtese con lo que es de su parte, y entiendan en su casa y anden en ella, pues Dios la hizo para ella sola.” Fray Luis de León Las descendientes de Eva pretende contribuir a los estudios realizados sobre el papel social de la mujer, con un análisis de la función del género femenino y de su comportamiento en la sociedad en los siglos XVI y XVII, mediante las representaciones del modelo femenino en las obras de Fray Luis de León, La Perfecta Casada y María de Zayas, Desengaños Amorosos con el objetivo de responder al porqué de la limitación social de la mujer. Del análisis de ambas obras concluyo que el destino de las mujeres se ha determinado por la falta de control social de sus acciones.             Hace ya cuatro siglos desde que se escribió La Perfecta Casada, un tratado de educación moral que ejemplifica el comportamiento social de las mujeres casadas y que refleja las ideas del Renacimiento durante los siglos XVI y XVII. Estas ideas combinaban tanto “el mito del paraíso como el concepto del pecado original, en los cuales la mujer había tenido un papel fundamental: “una mezcla de perversión, engaño y traición a la confianza de Dios en la historia de los primeros padres” (Alfonso Pozo Ruíz) Así el humanismo cristiano de Erasmo de Rotterdam continuó una herencia socio cultural de los valores heredados de los tiempos medievales. Algunas de las máximas relativas a la mujer dicen:           "En la vida de la mujer, tres salidas ha de hacer: bautismo, casamiento y sepultura""Al más discreto varón, sola una mujer, le echa a perder"                 "De la mar la sal, de la mujer mucho mal"            "Dile que es hermosa y tornarse ha loca" Fray Luis de León, en su tratado La Perfecta Casada, será portavoz de la doctrina del Concilio de Trento que ejemplifica el ideal perfecto de mujer: “modesta, recatada, obediente y sacrificada”. Durante el Renacimiento y el Siglo de Oro comienzan a surgir los discursos morales sobre la mujer, especialmente los de la “mujer perfecta”. El modelo femenino de estos siglos y que perdurará hasta la España Franquista es el de “La Perfecta Casada”, que se consideró como modelo de análisis de la psicología femenina. Carmen Martín Gaite en su ensayo Usos Amorosos de la postguerra española afirma:     “La posición de la mujer española está hoy como en la Edad Media. Franco le            arrebató los derechos civiles y la mujer no puede poseer propiedades ni incluso, cuando                muere el marido, heredarle…No puede frecuentar los sitios públicos en compañía de     un hombre sino es su marido…Tampoco puede tener empleos públicos…Los únicos     destinos posibles y deseables de la mujer eran, primeramente el matrimonio, al que había              que aguardar con castidad y esperanza; segundo, el        convento” (Martín Gaite) Este modelo de mujer tiene sus primeras raíces en Juan Luis Vives (1492?-1450), cuya obra De Institutione feminae christianae (La Educación de la Mujer Cristiana) aconseja sobre la educación y conducta de las mujeres, en las etapas de su juventud, matrimonio y viudez. Vives será uno de los primeros humanistas en teorizar sobre la educación de la mujer que, “de ningún modo ha de ser dejada en la ignorancia.” A este propósito Ricardo Marín Ibáñez cita a Vives en su ensayo El ideal de mujer en el Renacimiento español:               “Girls must be educated from birth. In early childhood play is essential but the               playthings should be such as will prepare them for their domestic chores. At the age                of 7, girls were to be introduced to reading and writing and also to the manual tasks that          fell to women in those days.” Fray Luis de León de la orden de San Agustín (1527-1591) se dedicó al estudio de los textos sagrados y a su traducción al castellano y recoge estas ideas humanistas del Renacimiento que influyeron sobremanera en su obra reflejando un estilo de vida cristiano. Su obra, La Perfecta Casada, es producto tanto de sus creencias religiosas personales como del comportamiento ideal de la perfecta mujer casada cristiana. De Fray Luis de León me parece pues innecesario justificar su ensayo de La perfecta Casada, ya que la conducta de las mujeres es producto no sólo del pensamiento de la época sino de la religiosidad del autor. En la obra se establece el modo en que el marido y la mujer puedan tener una relación armoniosa y para ello la mujer ha de desempeñar con esmero su papel, el cual consiste básicamente en mantener bien el hogar y criar adecuadamente a los hijos. Sin embargo, Fray Luis cree que una buena esposa con estas cualidades es rara y por eso “el marido que la halle ha de tratarla como si fuera una piedra preciosa”:              “Mujer de valor, ¿quién la hallará? Y en preguntarlo y decirlo así dice que es           dificultoso hallarla, y que son pocas tales…es decir della que es cosa rara, que es lo   mismo que llamarla preciosa y excelente cosa, y digna de ser muy estimada, porque   todo lo raro es precioso”(p.24-25) La buena mujer corresponde a un buen buen marido y si el marido no tiene buen carácter, es un borracho o un tirano, no es de digno de tener una buena mujer. En este punto se contradice nuestro fraile porque siendo la mujer una buena esposa, si su esposo fuese un bebedor o un tirano, ha de hacer de él un mejor marido y deberá aguantarle aunque sea un verdugo:                     “Por más áspero y de más fieras condiciones que el marido sea, es necesario que la   mujer   le soporte y que no consienta por ninguna ocasión que se divida la paz.¡Oh,    que es un verdugo! ¡Pero es tu marido! ¡Es un beodo! Pero el nudo matrimonial le hizo        contigo uno.¡Un áspero, un desapacible! Pero miembro tuyo ya, y      miembro el más              principal…¿Y tú no dejarás la crudeza inhumana de tu natural, por honra del    matrimonio?”(43-44) Esta actitud de resignación que la mujer tenía que tener hacia su marido se basa en la creencia de que las mujeres no están capacitadas ni física, ni intelectual, ni moralmente para otro oficio que no sea el de casadas. La mujer es mujer y no puede escapar de su reducido espacio en el mundo. Así nos dice Fray Luis:                “Forzoso es que, como la experiencia lo enseña, pues no tienen saber para los            negocios de substancia, traten de poquedades y menudencias… pues no son para las                cosas de seso y de peso, se ocupen en lo perdido y liviano; y… pues no es de su oficio ni           natural hacer lo que pide, valor, hagan el oficio contrario…Dice bien uno, acerca del poeta Meandro: A la buena mujer le es proprio y bueno/el de continuo estar en su           morada/que el salir fuera della es de las viles”(130-131). De esta forma, la exclusión de la mujer de la esfera pública está totalmente justificada debido a su debilidad y al mal efecto que puede ejercer en el hombre:              “¿Por qué les dio a las mujeres Dios las fuerzas flacas, y los miembros muelles, sino     porque las crió, no por ser postas, sino para estar en su rincón asentadas?...así, la buena          mujer, cuanto para de sus puertas adentro, ha de ser presta y ligera, tanto para fuera               dellas, se ha de tener por coja y torpe. Y pues no las dotó Dios ni del ingenio que piden    los negocios mayores, ni de fuerzas las que son menester para la guerra y el campo,   mídanse con lo que son y conténtese con lo que es de su parte, y entiendan en su casa y              anden en ella, pues Dios la hizo para ella sola.” (129-130). La “perfecta casada” se caracteriza por ser trabajadora y buena gobernanta de su casa; no es vanidosa ni hace uso de afeites para su belleza. Debe ser la primera en despertarse y la última en irse a dormir, ya que es ella la que corre con toda la casa. No pierde el tiempo, porque ella es el ejemplo perfecto de su propia economía doméstica:     “Porque no se entiende que, si madruga la casada, ha de ser para que, rodeada de    botecillos y arquillas, como hacen algunas, se esté sentada tres horas afilando la ceja y      pintando la cara…Levántese, pues, y levantada, gobierne su gente y mire lo que ha                 de proveer y hacer aquel día, y a cada uno de sus criados reparta su oficio.”(65) Además del hogar, la mujer es también responsable de la lactancia y la crianza de sus hijos. Los humanistas Erasmus de Rotterdam y Thomas More predicaban que las madres tenían que dar pecho y criar a sus hijos, excepto en caso de muerte o enfermedad de la madre, en cuyo caso se buscaría a un ama de cría. La mujer es además responsable del comportamiento de sus hijos:               “Esta perfecta casada que no lo será si no cría a sus hijos, y que la obligación que       tiene     por su oficio a hacerlos buenos, esa misma le pone necesidad a que los críe a sus    pechos: porque con la leche…digo que se convierte en substancia, y como en          naturaleza, todo lo bueno y lo malo que hay en ella de quien se recibe” (135) Sería innegable el señalar aquí la “perfecta casada”, como modelo de virtud. Así, “mediante formulaciones sociales el ideal de perfección no se concibe como una cualidad hereditaria, sino como un agente formativo, producido a través del ejercicio de conducta virtuosa” (Olga Rivera).                La “perfecta casada” no sólo ha de de ser virtuosa, sino además debe ser responsable de transmitírselo a sus descendientes como ya hemos visto. Para Fray Luis, “ser una buena madre no sólo consistía en procrear y dar a luz a los hijos, sino que además debía amantarlos y criarlos con la finalidad de hacerlos buenos y virtuosos. La madre constituye un verdadero ejemplo para sus hijos”. Así nos los comenta Olga Rivera en su ensayo titulado La leche materna y el sujeto de los descendientes en La Perfecta Casada en el que, “Fray Luis le atribuye un rol fundamental a la madre y agencia a la leche materna un doble papel: por un lado, actúa tanto en la preservación del linaje nobiliario y por otro, transmite las virtudes de la esposa y madre cristiana a sus descendientes”     “Y porque agora hablamos de las madres, entiendan las mujeres que, si no tienen buenos            hijos, gran parte dello es porque no les son ellas enteramente sus madres…Lo que se                 sigue después del parto es el puro oficio de la madre…Por lo cual, téngase por dicho esta         perfecta casada que no será sino cría a sus hijos, y que la obligación que tiene por su             oficio a hacerlos buenos, esa misma le pone                 necesidad a que los críe a sus pechos” (135) Como resultado de su débil naturaleza y la capacidad reproductora dotada por Dios, la mujer tendrá el destino exclusivo de la casa. La casa se convierte en símbolo no sólo de recogimiento, sino de silencio para la mujer, porque “el hablar nace del entendimiento” que, según Fray Luis, la mujer carece:                 “Porque así como la naturaleza…hizo a las mujeres para que encerradas guardasen la                 casa, así las obligó a que cerrasen la boca; y como las desobligó de los negocios y    contrataciones de fuera, así las libertó de lo que se consigue por contratación que, son las    muchas pláticas y palabras. Porque el hablar nace del entender, y las palabras no son sino                 como imágenes o señales de lo que el ánimo concibe en sí mismo; por donde, así como a         la mujer buena y honesta la naturaleza no la hizo para el estudio de las ciencias ni para   los negocios de dificultades, sino para un solo oficio simple y doméstico, así les limitó el        entender, y por consiguiente, les tasó las palabras y las razones” (124) Este discurso social en torno a la mujer originó el modelo de mujer que conocemos hoy en día y que, en muchos casos, sigue estando latente. Afortunadamente para las “descendientes de Eva” hubo textos de autoras femeninas que mostraron otros aspectos de la mujer. Una de las escritoras más importantes de esta época, junto a Mariana Carvajal y Ana Caro, es María de Zayas.            María de Zayas da un enfoque feminista y concientizado en sus novelas, mediante personajes femeninos con voz y autonomía propia. La segunda parte de novelas de María de Zayas publicada en 1649 y titulada Desengaños Amorosos, “nos ofrece una visión misógina del mundo patriarcal en que viven la mujeres y muestra la crueldad y violencia que infligen los hombres a las mujeres” (Nadia Avandaño)        Quizá, el núcleo de transición más importante para entender las obras de Fray Luis y María de Zayas sea la capacidad intelectual que la mujer demuestra en la obra de María de Zayas. Para Fray Luis la mujer carece de aptitudes sociales o intelectuales y por eso todo el trabajo de la mujer se desarrolla en torno a las tareas domésticas, el cuidado del marido y la crianza de los hijos, tareas que no necesitan de conocimientos mayores. Al contrario, las mujeres de María de Zayas son mujeres inteligentes y educadas. En Amar solo por vencer, Laurela está educada musicalmente:     “Ya se entiende que siendo sus padres nobles y ricos, la criarían y doctrinarían bien,                 ensañándola todos los ejercicios y habilidades convenientes, pues sobre todo los         caseros, labrar y bordar y lo demás que es bien que una mujer sepa para no estar ociosa,   fue leer y escribir, tañer y cantar a una arpa, en que salió tan única, que oída sin ser vista,      parecía un ángel. Aún no tenía Laurela doce      años, cuando ya tenía doce mil gracias...y la                 llamaban el milagro de la naturaleza.”(367) La mujer en la obra de Zayas está en una posición en la cual no tiene que estar a cargo de las tareas domésticas debido por un lado, a su elevado estatus social y por otro, a su inteligencia que le sirve para delegar las tareas domésticas a los criados. Los sirvientes pueden realizar por si mismos estas tareas sin que la dueña de la casa les sirva de ejemplo como la mujer en el tratado de Fray Luis: “en casa de Laurela los criados no se levantaban hasta las ocho y los señores a las diez, sino era el criado el que iba a comprar” (389)              Paul Smith indica que “lo que siempre ha oscurecido a la mujer no es su determinismo biológico, sino histórico: las mujeres son tan inteligentes como los hombres pero durante toda su vida se les ha cambiado la costura por los libros”. En la obra de Zayas, las mujeres no necesitan de un hombre que les mantenga o les recoja en un hogar para cumplir su rol social de buena esposa y madre, como es el caso de la mujer en la obra de Fray Luis, sino que además sugiere que las mujeres estarían mejor sin hombres, porque éstos causan más daños que placer. En cuanto al matrimonio, éste tampoco es una opción segura y, en último término, la mujer está mejor en el convento:   “Las hermanas de Laurela entraron, a pocos meses, monjas, que no se pudo acabar con que ellas se casasen diciendo que su desdichada hermana las había dejado un       buen     engaño de lo que había de fiar de los hombres, y su madre, después de que        enviudó, con ellas, las cuales contaban este suceso como yo lo he dicho, para que sirva a       las damas de desengaño, para no fiarse de los bien fingidos      engaños de los cautelosos                 amantes, que no les dura la voluntad más de hasta vencerlas”(394) En Amar sólo por vencer, Laurela vivía alegremente con su familia y no tenía necesidad de un hombre. Será Esteban el que tiene necesidad de una mujer. Así, la autora nos narra cómo Esteban se hace pasar por doncella “Estefanía” para poder entrar en la casa de una joven a la que desea, Laurela y formar parte del círculo íntimo de la joven. Esteban (Estefanía) le expresa su amor abiertamente y defiende el amor entre mujeres:            “Supuesto que el alma es toda una en varón y en la hembra, no se me da más ser                 hombre que mujer; que las almas no son hombres ni mujeres, y el verdadero amor    en el alma está que no en el cuerpo; y el que amare con el cuerpo, no puede decir que el    amor, sino apetito…” (382) Más tarde Estefanía le dice a Laurela:               -“Estoy tan enamorada de ti que maldigo mi mala suerte en no haberme hecho                             hombre”.                 -“Y al serlo, dijo Laurela, ¿qué hicieras?”              -“Amarte y servirte hasta merecerte, como lo haré mientras viviere; que el poder de               amor también se extiende de mujer, como de galán a dama”. (373) Pero cuando finalmente Estefanía seduce a Laurela, Estefanía le pregunta entonces a Laurela:  -“¿Es posible que has estado tan ciega, que en mi amor, en mis celos, en mis suspiros y    lágrimas, en los sentimientos de mis versos y canciones, no has conocido que soy lo que        digo, y no los que parezco? porque, ¿quién ha visto que una dama se enamore de       otra?”   (385) El padre de Laurela, don Bernardo, al enterarse de lo ocurrido planea el asesinato de su hija y hace cómplices a su hermano y su cuñada. Dice Nadia Avendaño en La violencia masculina en los Desengaños amorosos de María de Zayas que, “existe la necesidad de castigar a la víctima para preservar el honor de la familia”.             Con el castigo don Bernardo conseguirá vengarse así como restaurar el modelo patriarcal y familiar. Así, el padre tiene la necesidad de controlar su propia vida y la de su familia mediante “el desorden inherente del discurso patriarcal para silenciar y mantener controlada a la mujer” (Avendaño).      En la novela Mal presagio casar lejos, Zayas muestra “la crueldad que ejercen los hombres con los cuerpos femeninos” (Lisa Vollendorf). Quizá fuera Zayas una de las primeras en exponer el hecho de la violencia de género, además de desmitificar a la mujer como pecadora. Sin embargo, es importante mencionar aquí que Zayas en sus novelas también “responde a un público que demanda una narrativa escandalosa propia de la época. Algunos de los temas de sus novelas como son la tortura, la violación, la desmembración y el asesinato revelan este intento sensacionalista” (Marina Browlee). Este gusto por lo macabro es una de las características más importantes del arte barroco que Zayas refleja en sus novelas.                  La novela Mal presagio casar lejos trata de cuatro hermanas españolas, de las que tres se casan con extranjeros para acabar muriendo a manos de sus esposos:              “la primera hermana, Doña Mayor casó en Portugal… por la impatía que la Nación    Portuguesa tiene con las Damas Castellanas le mató…y la hermana menor Doña María               viendo el fracaso y temiendo la muerte (que le daría sin duda) se arrojó por la    ventana… Doña María fue tan desgraciada, que se rompió todas las piernas…La segunda   hermana… Doña Leonor, casó en Italia, teniendo ya de su matrimonio un niño de cuatro   años…Entró el marido por una puerta, y con sus propios cabello que los tenía muy        hermosos, la hizo lazo a la garganta, con que la ahogó y después mató al niño con un         veneno…Quedó por casar Doña Blanca, que era tercera hermana, y la primera en            hermosura, entendimiento y valor…Doña Blanca antes fe, entrara religiosa, más había de                 seguir por lo que las demás hasta que estuvo cautiva en el lazo que solo la muerte       rompe.”(399-400) Zayas no sólo hace demanda del gusto estético de la época, en el que hay una inclinación particular por lo siniestro y macabro, sino que nos viene a demostrar en la novela “el hecho histórico de las desafortunadas prácticas esponsales, por medio del cual las mujeres eran prometidas en matrimonio sin consideración ninguna excepto por las implicaciones sociales y financieras de la unión” (Brownlee)              Zayas critica con dureza este acercamiento al matrimonio y, de igual modo, replantea el papel de la mujer como madre. Recordemos la importancia que Fray Luís da a la mujer como responsable directa de la enseñanza y los valores de sus hijos. Incluso desaconsejaba que los hijos se críen con nodrizas: “piensan que con parir un hijo de cuando en cuando, y con arrojarle luego de sí en brazos de una ama, son cabales y perfectas” (135)     Este tipo de discurso está, como hemos visto, en estrecha relación con las ideas divulgada por Juan Vives en su obra De institucione feminae cristiana en donde se da consejo sobre la educación y conducta de las mujeres a la misma vez que recrimina severamente a las madres que no amantaban a sus hijos, “ya que el incumplimiento de su naturaleza está en contra de toda obligación natural”. Para Zayas, el papel independiente de mujer no se relaciona con el de madre, ya que la maternidad no es un componente vital de la identidad de la mujer. María de Zayas no cree que las cualidades de la persona sea algo que se pase de generación en generación o a través de la leche materna, como nos da a entender Fray Luis, sino que es algo inherente a nosotros mismos. Así, cita en el prólogo de sus Novelas amorosas y ejemplares:          “Porque si esta materia de que nos componemos los hombres y las mujeres, ya sea una                 trabazón de fuego y barro, o ya una masa de espíritus y terrones, no tiene más nobleza en                ellos que en nosotras, si una misma la sangre; los sentidos, las potencias, y los órganos        por donde se obran sus efectos, son unos mismos; la misma alma que ellos, porque las                 almas ni son hombres ni mujeres: ¿qué razón hay para que ellos sean sabios y presuman         que nosotras no podemos serlo?” La mujer, al fin y al cabo, está sujeta a las leyes sociales del mundo patriarcal al que pertenece y es objeto de la sociedad que la rodea, no sólo por su debilidad sino también por su culpabilidad. Esta idea la resumiría en el siglo XVIII Fray Juan de Laguna: “El pecado tuvo principio de la mujer y por ella entró la muerte en el mundo”.    Independientemente del valor y de la autonomía con que Zayas presente a muchos de sus personajes femeninos, éstos no son sino víctimas de la sociedad en que viven y de la que no tienen escapatoria. A Laurela de poco le sirvió su educación musical y todos sus dones, pues acaba enterrada bajo una pared de piedra a manos de su propio padre, sólo por el hecho de haberse enamorado. A Doña Leonor, ni su belleza ni su propio hijo, pudieron salvarle de las garras de su esposo que acaba asesinándola con sus propios cabellos, así como tampoco se salvan ninguna de sus hermanas que mueren a manos de sus esposos.              Esta idea la resumiría en el siglo XVIII Fray Juan de Laguna: “El pecado tuvo principio de la mujer y por ella entró la muerte en el mundo”. A menudo se ha castigado a las mujeres por cuestiones de honor y familiares, perteneciesen a un nivel social u otro. Aunque no se pueda generalizar sobre el comportamiento de la mujer, la normalización de estos hechos se refleja a través de las distintas obras literarias en la sociedad particular del momento. María de Zayas incluye igualmente en sus obras esta falta de poder de las mujeres y su incapacidad para representar los distintos papeles sociales, ya que su destino está determinado por el control social de sus acciones: “El hecho de que sus textos cuestionen las relaciones de género, sitúa a Zayas como una pionera dentro del campo del feminismo.”(Avendaño)                 A través del desarrollo de este análisis hemos visto que los hombres, entonces como ahora, podrán pensar que las mujeres no valen para desempeñar sus mismas tareas, pero muchas mujeres han probado lo contrario. La única diferencia es que el hombre tiene el control social, mientras que la mujer se ver relegada a un segundo plano. Las mujeres tenían y siguen teniendo muchas responsabilidades que cumplir, como son la crianza y la educación de los hijos, el cuidado del esposo y de la casa y, cómo no, el cuidado de sí misma y una buena apariencia.              Estas expectativas, en general, han cambiado muy poco hoy en día y se sigue definiendo a las personas por su sexo, más que por sus características personales. Laura García Victoria comenta en su ensayo La imagen de la mujer: del Siglo de Oro a las nuevas tecnologías que “el resultado de la trayectoria de la mujer se encuentra en las formulaciones de los grandes hombres de nuestro siglo”: •             “La mujer es más bien un bien, un género que un individuo” Ortega y Gasset. Igualmente en su opinión, “la mujer demasiado racional huele a hombre” •                Miguel de Unamuno, de la generación del 98, creía que “las únicas funciones de la mujer eran: concebir, parir y amantar”. Me gustaría terminar con dos citas de Doña Emilia Pardo Bazán. La primera es sobre algunos pasajes del feminismo de María de Zayas y, la segunda, es la opinión personal de Doña Emilia sobre la situación social de la mujer en España. He elegido sus palabras no sólo porque éstas resumen los papeles del género femenino en este ensayo, sino porque, en mi opinión, son un reflejo de la realidad social más inmediata de la mujer:                 “En la era que corre estamos con tan adversa opinión con los hombres, que ni con el   sufrimiento los vencemos ni con la conciencia los obligamos….¿Por qué, vanos         legisladores del mundo, atáis nuestras manos para venganza, imposibilitando                nuestras fuerzas con vuestras falsas opiniones, pues nos negáis letras y armas? ¿Nuestra         alma no es la misma que la de los hombres?...Por tenernos sujetas desde que nacimos,       vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con temores de la honra, y el entendimiento con el      recato de la vergüenza, dándonos por espadas ruecas, y por    libros almohadillas.” Sobre la opinión de Pardo Bazán acerca de la condición social de la mujer:           “Para el español más avanzado y liberal, el ideal femenino no está en el porvenir, ni                aún en el presente, sino en el pasado…Para el español todo puede y debe transformarse;       sólo la mujer ha mantenerse inmutable y fija…Preguntadle al español más liberal que          condiciones tiene que tener una mujer y os trazará un diseño muy poco diferente del que      delineó Fray Luis de León en la Perfecta Casada. Obras citadas Avendaño Nadia. La violencia masculina en los Desengaños amorosos de María de Zayas. The       South Carolina Modern Language Review, Vol.5, No1.2006 Brownlee, Marina S. The cultural Labyrinth of María de Zayas: “Moral Pornography: Angela          Carter and María de Zayas”. Philadelphia: U de Pennsylvania, 2000 Estévez Sherer, Carmen. Bendita la mujer durante la postguerra española.                 <http://www.escritores.org/index.php/recursos-para-escritores/colaboraciones/2727-           bendita-la-mujer-durante-la-postguerra-española> García Vitoria, Laura. La imagen de la mujer: del Siglo de Oro a las nuevas tecnologías.                  I Congreso Internacional sobre la mujer Española y Latinoamericana el mundo. Madrid,            1995 Lejay, Paul."Juan Luis Vives." The Catholic Encyclopedia. Vol. 15. New York: Robert           Appleton Company, 1912, 2011 <http://www.newadvent.org/cathen/15492a.htm>. León, Fray Luis de. La perfecta casada. Espasa-Calpe, S.A. Madrid 1975 Pardo Bazán, Emilia. La mujer Española. Ed. Nacional, 1966 Pozo Ruíz Alfonso. El ideal de mujer en el Renacimiento español. Sevilla, 2008       http://personal.us.es/alporu/histsevilla/mujer_ideal.htm Radpay, Daniela. “The Evolution of the Role of the Woman from La Perfecta Casada to               Desengaños”.University Honors Program, 2006 Rhodes, Elizabeth. Estrategias temáticas y narrativas en la novela feminizada en María de                Zayas. The Modern Language Review, Volume 102, No 1, 2007 Rivera, Olga. La leche materna y el sujeto de los descendientes en La perfecta casada.                 Hispanic Review, vol.70, No.2. University of Pennsylvania Press, 2002 Smith, Paul Julian. Writing Women in Golden Age Spain: Saint Teresa and María de Zayas.      MLN, Vo. 102, No.2,       Hispanic Issue, 1987. <http://www.jstor.org/stable/2905686> Stephan, Leopold. El aplazamiento de la mujer: La escritura femenina de María de Zayas.   Frankfurt, Vervuert 2009 Vives, Juan Luis "De institutione feminae Christianae" (1523).Edited by C. Fantazzy & C                 Matheeusen. New York, 1996 Vollendorf, Lisa. Reclaiming the Body: Maria de Zayas´s Early Modern Feminism. Chapel Hill:         Oxford UP, 2001 Zayas y Sotomayor, María de. Novelas ejemplares                <http://ia600300.us.archive.org/20/items/novelasexemplar00sotogoog/novelasexemplar0    0sotogoog.pdf>

 

Carmen Estevez-Sherer

 

 

 


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