LA ESCRITURA
Escribir es un proceso desgastante, pero como todo proceso tiene su curso. La creación y generación de ideas van golpeando nuestro instinto que va filtrando lo incongruente y hacen de un desorden un orden o vice versa. Y, es en el caos dónde se produce la fantástica idea que va de la mano inspiradora dejando las huellas impresas. Implicancias que dejan al descubierto una evolución desgarradora, que arrastra hasta el más mínimo de los esfuerzos. Días pasan rememorando esa palabra, oración, verso, párrafo que está estancado esperando de una limpieza profunda que nos desliga del cuerpo mismo, nos desvincula de la esencia en que vivimos, nos aterriza en el alma con paisajes tan diversos e incógnitos. Parece que hemos contemplado el universo acarreando el bagaje del sentimiento. Los sentidos agudizados para estremecer el lápiz o computador, relatando momentos que el inconsciente reserva para el instante oportuno. Es un viaje a lo desconocido, pero un viaje con aterrizajes estremecedores, palpitantes, maravillosos y, muchas veces, ingratos. Contemplando lo acaecido, la primavera y todas las estaciones; que se escribieron en ese papel errante que un día el silencio rompió, y recaló en las veredas de librerías, donde se estaciona el sueño de un escritor que puso el alma y el corazón para llegar a un ciudadano que escuche su sonido e imagine el camino que emprendió desde la primera página.
Carolina Paton