Escritoras del siglo XX y XXI al Sur del Sur: Alfonsina Storni.

©Lilí Muñoz, Ciudad de Neuquén, Argentina,Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Registrar la construcción de un lugar de enunciación para la escritura poética de mujeres al Sur del Sur en los siglos XX y XXI, no resulta una tarea sencilla, aún cuando el tema haya sido y esté siendo abordado con cierto interés desde la investigación y la difusión, sobre todo en los últimos años. Pese a la compartida condición femenina, el lugar desde donde se enuncia demuestra ser todo lo contrario de un espacio homogéneo. Se revela atravesado por las diferencias de condiciones sociales y culturales,las que suelen incidir tanto en la modalidad de las respectivas iniciaciones literarias como en la diversidad de estrategias textuales.

Con la ensayista argentina Beatriz Sarlo[1] creo que, así como los libros nos cambian y cambian ellos mismos como paisajes iluminados por luces diferentes, en itinerarios que cada lectora y lector va inventando según sus búsquedas, capitales culturales y límites, así la lectura y la escritura remiten a otros contenidos, no solo los literarios, entre otros la diferencia social en gustos y habilidades. La desigualdad, de maneras diversas, suele plantar de antemano sus fronteras.

Inicio el recorrido del corpus con Alfonsina Storni, mujer y poeta desde los propios territorios (Sala Capriasca, Suiza, 29 de mayo de 1892, si bien desde los 4 años residió en Argentina – Mar del Plata, Argentina, 25 de octubre de 1938). Voz femenina canónica en las letras argentinas, América Latina y en el mundo de habla hispana, se destaca por sus poemas, aunque también escribió ensayos, obras de teatro y artículos periodísticos. Realizó asimismo actividades como trabajadora de la cultura, organizadora de Festivales de poesía, comunicadora mediante conferencias, recitadora y cantante amateur en peñas, grupos y cenáculos, entre ellos la Peña del emblemático Café Tortoni de la ciudad de Bs.As.

Alfonsina confió alguna vez a su amigo, el escritor Fermín Estrella Gutiérrez: «Me llamaron Alfonsina, nombre árabe que quiere decir dispuesta a todo”[2]. Ese nombre, el de su padre, será el segundo del único hijo de la poeta, Alejandro Alfonso.

En noviembre de 1920, a los 28 años, ya en Buenos Aires, obtiene la carta de ciudadanía argentina, si bien solo se trataba de un documento simbólico, ya que siendo mujer no obtenía derechos civiles ni políticos. En este año su cuarto libro de poesía, Languidez, obtiene dos premios importantes, no sólo honoríficos sino en dinero, el Primer premio a nivel municipal y el Segundo a nivel nacional. Fue la primera mujer que los obtuvo y con ellos el reconocimiento oficial como escritora.

En esto de ser primera en reconocimientos también lo fue después de muerta, cuando en 1947 la Cámara de Diputados autoriza a emplazar en la ciudad de Mar del Plata el monumento que la recuerda realizado por el escultor Luis Perlotti, encargado por la Comisión honoraria de homenaje presidida por el pintor de la Boca, Benito Quinquela Martín, querido amigo de la poeta.[3]

El fin del siglo XIX y los comienzos del XX movilizaban ramalazos románticos y neorrománticos en ámbitos del arte y la literatura,   se gestaban los aires del realismo, del expresionismo, los movimientos “de vanguardia” y su mitología de lo nuevo, todos ellos nacidos en Europa, cuyos ecos, como siempre, llegarían a Argentina. Por su parte América Latina generaba un movimiento cultural con algunos rasgos propios en literatura, el modernismo, mientras en Europa se vivía ya la preparación de la Primera Guerra.

La infancia de Alfonsina transcurrió en San Juan, cito /(…) en la dulce fragancia/ de la dulce San Juan/ recuerdos de mi infancia/ enredados están/[4]. En la conferencia de 1938, en Montevideo, invitada por el Gobierno uruguayo conjuntamente con Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral, recordará su niñez, tal vez idealizada, como todo lo que quedó atrás.Cito: “Crezco como un animalito, sin vigilancia, bañándome en los canales sanjuaninos, trepándome a los membrillares, durmiendo con la cabeza entre pámpanos”.

Vivió en la ciudad cuyana entre los cuatro y diez años hasta que en 1900, la decadencia del patrimonio familiar, hace que la familia de Alfonso Storni y Paulina Martignoni decida buscar nuevos horizontes en Rosario, la ciudad-puerto sobre el río Paraná.

La poeta debió acomodarse a la nueva condición social, trabajar cuando todavía era una niña, ya que la madre tuvo que asumir la dirección de la familia. Se inició en el teatro siendo adolescente. Obtuvo más tarde el título de maestra rural en Coronda.

En las tertulias literarias de Rosario conoció a Juan Julián Lastra, abogado y poeta, quien más adelante se arraigará en Neuquén como profesional y hombre de la cultura.Él la incitará a publicar su primer poemario: La inquietud del rosal.El libro aparece en 1916 con prólogo de Lastra, cuando la poeta ya se encontraba viviendo en Bs.As. Había arribado a la gran ciudad en 1912, embarazada y sola. Ese año nace su hijo Alejandro, de quien será padre y madre.

Si bien ya para 1920 forma el trío de poetas famosas junto con Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral forma el trío de poetas famosas, Alfonsina debió estar alerta en una sociedad reacia a la voz femenina que se atrevía a decir su palabra. Sin embargo, logra insertarse en vida en el canon nacional, proyectándose inclusive a Europa. En 1920 se tradujo al italiano una antología de sus poemas.

Después de su muerte, su nombre se afianza aún más. Tal vez ayudaron a la canonización ciertos estereotipos que se rescatan y suelen ponderarse como definición femenina: la maternidad que se asume contra viento y marea; amores no correspondidos, con finales en general dramáticos o trágicos; el lenguaje amatorio no demasiado explícito ni comprometido eróticamente expresado con sentimiento y espontaneidad; los tópicos de la pureza, de la frescura, de la fragilidad; los de la carencia; la recurrencia de la muerte y la propia muerte trágica.

Existen anecdotarios acerca de la lucha que debió dar la Storni en vida y que continuó desde la memoria: la leyenda construida literaria y anecdóticamente alrededor de su escasa belleza física, o mejor, de su fealdad, cuando en realidad existen descripciones de pares (entre ellas, de Gabriela Mistral) y fotos, que la presentan con figura estilizada que en nada desmerece las estéticas femeninas de la época.

A Alfonsina se le suele reconocer su inteligencia y a veces, su sensibilidad, siempre que de esta última no hubiera estridencias sentimentales que se exacerbaran luego en el lenguaje, algo que la Storni sí fue capaz de intentar y llevar a cabo como pocas mujeres hasta hoy, aun a costa de que sus poemas hayan debido formar parte de lecturas clandestinas del público femenino de su tiempo[5].Cito: ( …) esta noche al oído me has dicho dos palabras / comunes. Dos palabras cansadas / de ser dichas. Palabras/ que de viejas son nuevas. / Dos palabras tan dulces que la luna que andaba / filtrando entre las ramas / se detuvo en mi boca. / Tan dulces dos palabras / que una hormiga pasea por mi cuello y no intento / moverme para echarla./

Luis María Jordán en una nota de la revista Nosotros,[6] remarcará a propósito del libro Irremediablemente la predilección “infernal” por el amor, calificándola como “una especie de serpiente enorme e insaciada (…) con sacudimientos de epilepsia”. La investigadora Beatriz Sarlo y el historiador Félix Luna[7] coincidirán en señalar   que el escritor Roberto Giusti llamaba a la poeta "camarada honesta" y "maestrita cordial"[8], con un dejo de prejuicio masculino, no exento de protección y paternalismo. Borges, por su parte, desde la revista literaria Proa se refiere a la escritura de Alfonsina como “chillonería de comadrita[9]

El anecdotario incluye que “damas decentes” de Rosario lograron suspender un homenaje a la poeta al cumplirse un año de su muerte por considerarla obscena, inmoral y un mal ejemplo para sus hijas.[10]

Se suicidó en la primavera de 1938. En las playas de Mar del Plata caminó aguas adentro… Se fue “vestida de mar” como dice la canción Alfonsina y el mar de los argentinos Ariel Ramírez y Félix Luna.

 


[1]Sarlo, Beatriz, El lector y sus límites, en Clarín, suplemento “Cultura y Nación”, Bs.As., 19 de enero de 1995

[2] Cfr. Poema en prosa, en Alfonsina Storni, Félix Luna (Dtor.), op.cit.p. 13.

[3] Cfr. Luna, Félix, op.cit. p.145.

[4] Cfr. Storni, A., El canal, de Languidez, 1920.

[5] Cfr.Pérez Gras, Ma. Laura, La loba:Una comparación entre Giovanni Verga y Alfonsina Storni, en www.salvador.edu.ar/gramma/35/ua1-7-gramma-14-35-16, consulta 20-4-07

[6]Nosotros, autodefinida como revista mensual de literatura, historia, arte, filosofía y ciencias sociales, es dirigida por el crítico literario y periodista Roberto Giusti y por el publicista y crítico teatral Alfredo Bianchi. (Cfr. Llano, María del Carmen, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNCuyo, La revista Nosotros y su mirada sobre nuestra América a principios del siglo XX, en www.uncu.edu.ar/ifaa/archivo/IIInteroceanico/Pensamiento/Llano.doc , consulta 20-4-07).

[7] Cfr. Luna, Félix. op.cit. p. 62 y 63.

[8] Cfr.Gramuglio, María T. ,Modernidad en las orillas, en Vol.1 - Nº 1 – Dic./ Enero 1989, Ciencia Hoy, Rev.de Divulgación Científica y Tecnológica de la Asociación Ciencia Hoy, Fac.Filosofía y Letras, UBA, en http://www.cienciahoy.org.ar/hoy01/modernidad.htm Consulta: 20-4-07

[9] Cfr. Dpto.de Castellano y Literatura, Col.Nacional de Bs.As., UNBA, La travesía de la escritura, en La literatura del siglo XX hasta las vanguardias VI, en Historia de la literatura argentina, 33, Colegio Nacional de Buenos Aires y Página 12, Bs.As., 2006.

[10] Cfr. Luna, Félix, Op. Cit.


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