Un bosque infinito. Troncos se erigen como columnas de palabras: tomos apilados en espirales que desafían la gravedad y el olvido. Una presencia indiferente acecha entre el follaje de tapas y lomos, observando imávida ríos de tinta negra surcando el suelo, tejiendo rutas secretas hacia universos inexplorados que aguardan un espectador. El murmullo de las hojas impresas resuena como un eco antiguo, revelando que cada libro es un árbol que respira historias dormidas. Rozando lo eterno, desde lo efímero del existir. Centelleo de la espiral, el fluir lento de la tinta, la mirada imperturbable de la entidad que guarda el umbral entre lo real y lo soñado, el secreto onírico y lo fantástico de la existencia. Este relato breve surreal despliega su magia literaria en 3000 palabras para recordarnos que somos un parpadeo, perdido en la gran cadena interminable que es la vida.