Un Santo para cada día d el año
- Autor: Francisca Abad Martín y Ángel Gutiérrez Sanz
- Género: Filosofía y Religión
- ISBN: 9798369847053
- Nº Páginas: 796
- Encuadernación: Tapa blanda
- Formato eBook: ePub
- Año: 2023
Los libros de Santos tan apreciados en el pasado están en desuso hoy día. Digamos que es un tipo de libros en vías de extinción, pero precisamente por ello merece la pena seguir cultivando este género literario, adaptándole eso sí a los tiempos que corren para que no desaparezcan del todo. ¿Por qué este desdén hacia la vida de los santos? Pues sencillamente porque la santidad no es un objetivo que apasiona a los hombres de nuestro tiempo, preocupados por disfrutar los placeres de la vida y de vivir a tope el momento presente. No es el “bien vivir” en consonancia con el espíritu del evangelio lo que motiva a los hombres de nuestro tiempo, sino que a lo que éstos aspiran es a “vivir bien” en la línea de la complacencia mundanal. Hasta los mismos cristianos hemos desatendido la ejemplaridad de los amigos fuertes de Dios, pensando que poco o nada tenían que decir a un mundo como el nuestro presidido por el progresismo inmanentista, donde lo trascendente ha perdido su sentido y es aquí donde puede estar el error, porque hay cosas que no envejecen con el tiempo y una de ellas es el ideal de santidad, siempre de moda, siempre indispensable en la vida de los pueblos y de los hombres. A fin de cuentas, como bien dijera Chesterton: “Todos los siglos han sido salvados por media docena de hombres que supieron ir contra las corrientes de moda. “ Naturalmente que los santos tienen muchas cosas que decir a los hombres y mujeres actuales, lo que sucede es que su mensaje nos interpela, nos compromete, nos incomoda y molesta poniéndonos en evidencia, por eso se nos hacen insoportables y hemos decidido perderlos de vista y seguir nuestro camino, a lo más nos acordamos de ellos y les buscamos en la oscuridad de los templos, silenciosos, quietecitos y pacientes, dispuestos siempre a escucharnos y echarnos una mano cuando nos sentimos abatidos por las tormentas interiores o cuando nuestro dolor de huesos se nos hace insoportable. Por mucho que nos empeñemos, la santidad no es algo que haya pasado de moda, sino que responde y responderá siempre al más bello ideal, capaz de nutrir de savia la vida humana e iluminar los senderos de la historia. En estos héroes, a veces anónimos, que supieron encarnar en sus vidas el ideal sublime de santidad, se esconde el fruto más sabroso que el árbol de la Humanidad haya producido jamás, ellos, según el sentir de la tradición patrística, son los llamados a ser ojos para los ciegos, piernas para los cojos, bastón para los ancianos, faros que nos orientan a buen puerto, guías en nuestro peregrinar, modelos, en fin, a imitar. El mundo les necesita- Los santos son para la Iglesia el tesoro más preciado y para la humanidad errante los valedores más cualificados, es por lo que los autores de este libro hemos querido traer a la memoria la ejemplaridad de sus biografías y lo hemos hecho sirviéndonos de narraciones dotadas de sello propio, en consonancia con los tiempos que nos está tocando vivir, evitando también todo acaramelamiento o artificio, conscientes de que hoy lo que la gente pide es cercanía, autenticidad y veracidad. Hemos encuadrado al personaje dentro del contexto histórico que le tocó vivir y allí contemplarlo desde nuestra atalaya actual. Si fuera cierto que lo que nuestra sociedad está necesitando son más bien testigos que maestros, entonces habríamos acertado al ofrecer en este libro un vasto ramillete de testimonios vivientes, que bien pudieran servir de orientación en cualquier estado y situación en que nos encontremos igual para la alegría que para la tristeza, la bonanza que para tribulación. Por las páginas de este libro han desfilado reyes y plebeyos, religiosos y seglares, con sabios e ignorantes, con ricos y mendigos, vírgenes y prostitutas gente de toda calaña y condición que fueron tocados por la mano de Dios y se hicieron santos. Después de repasar el calendario cristiano te das cuenta que los santos no son distintos de los demás y que la santidad es una vocación humana universal que a todos compete, ya que no consiste en hacer cosas extraordinarias sino simple y llanamente en hacer de forma extraordinaria las cosas más vulgares y sencillas