Por medio de un lenguaje verdaderamente poético, Ayub toma los instantes y los alquimiza sobre la fantasía del pensamiento interno que se sublima con los recuerdos del pasado, los amores fallidos, el intento de encontrar el amor, el gran amor. No nos sorprenda pues que en ese viaje cuasi onírico-poético los diálogos se conviertan en un espejo alquimizado donde podamos encontrarnos reflejados en nuestra cruda naturaleza humana, en nuestras necesidades afectivas irrealizadas o inconclusas, donde ya no se puede más y las vidas aquí escenificadas se convierten en un signo que nos interroga, nos señala, nos desnuda.