TRES ESCENAS EN LA VIDA DE ALICIA(S)

  • Autor: ANGELA NEIRA-MUÑOZ
  • Biografía Autor: ANGELA NEIRA- MUÑOZ
  • Género: Literatura y Novela
  • ISBN: 177796
  • Nº Páginas: 50
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Año: 2009

En una de las escenas de su vida, Alicia se dice: (...) las palabras vuelan y las letras quedan. verba volant, scripta manem..., nos dice Ángela Neira Muñoz. A veces las palabras vuelan y las letras quedan... A veces, en ciertos momentos del día, de la vida, las palabras y sus letras son capaces de cortar el argumento más fino o el aire más intenso. En otros momentos, ambas; palabra y letra tienen la voluntad de acompañarse en perfecta armonía. Y también es cierto que las palabras poseen la capacidad de volar a la velocidad de un escupo y estrellarse contra las cosas, contra las personas. Así son las Alicia(s) que nos presenta la escritora Ángela Neira, sus voces, sus palabras, tienen a ratos el filo de una hoz, a ratos la armonía de una guitarra y a ratos también salen cual escupos de sus ventanas-bocas. Así, Las tres escenas en la vida de Alicia(s), nos conectan con nuestras evocaciones, con nuestros miedos, con nuestras alegrías, con nuestros dolores, con nuestras experiencias más íntimas. Nos conectan con las vidas de cientos de mujeres, con las vidas de nuestras madres y hermanas. Es por ello que la autora nos dice que Las Alicia(s) es una parte de la historia universal de las mujeres, de una historia que nos ha representado y que ha hablado de las mujeres de manera parcial, negando su diversidad y polifonía. Las Alicia(s) son justamente eso, diversidad y polifonía. Nuestras vidas están pobladas de escenas y en ellas nos deslizamos de manera distinta, a paso firme o a tientas, con seguridad, con incertidumbre, con rabia, con alegría, con mayor o menor conciencia de lo que somos; de nuestra historia, de nuestros miedos y culpas heredados. Las Alicia(s) de nuestra dramaturga tienen ese fin, nos muestran nuestros propios miedos, miedos heredados y aprendidos tras siglos de socialización patriarcal y de género. Miedos que nos oprimen, pero de los cuales también logramos redimirnos. La palabra escrita es una suerte de redención, o lo ha sido para todas/os aquellas/os que por cuestiones de género, sexo, etnia, opción sexual, opción política, han estado impedidas/os de hablar, o cuya voz ha sido negada. Ha ocurrido con las mujeres a lo largo de la historia, ignoradas e invisibilizadas. No han sido pocas las que encontraron en la escritura su redención: Sor Juana Inés de la Cruz, Christine De Pizán, Gabriela Mistral, Emily Dickinson, entre muchas otras. Hace casi un siglo atrás, Virginia Woolf se preguntaba en el libro Una habitación propia, ¿Qué necesitan las mujeres para escribir?... las mujeres necesitan tener independencia económica y personal para escribir novelas, es decir necesitan de una habitación propia. La sujeción de la que da cuenta Virginia Woolf en su libro, es la misma que retrata Ángela cuando recorre las vidas de estas Alicia(s), sujeción menos centrada hoy en lo material y más en lo simbólico. Tal vez sea esta última la más difícil de romper, como señala Woolf: ...la libertad de pensar directamente en las cosas, y no desde o a través de otros. Nuestra(s) Alicia(s) quiere(n) despertar, despertar de la tragedia, de la angustia, despertar y deshacerse de esa historia universal de culpas y vulneraciones. Tres escenas en la vida de Alicia(s) es una obra evocadora, que nos invita reflexionar sobre nuestras vidas y miedos aprendidos, sobre nuestros aciertos y desaciertos y, a partir de esta mirada intimista, reafirmar nuestras vindicaciones de género y compromisos con los derechos de las/os humanas/os. Cuando Ángela me pidió que escribiera el prólogo, sin pensarlo acepté el desafío. Luego de aceptar, dudé, y mucho. Mi conocimiento de la escritura de prólogos literarios era (y sigue siendo) más bien escaso. Escribir artículos de corte científico, que es a lo que me dedico, responde a una lógica y estructura distinta, las posibilidades de subjetivar la realidad son restringidas, y qué decir de hablar desde una misma. Entonces, me di a la tarea de leer prólogos de otros textos literarios. De lo leído, me incliné por entender que un prólogo es un discurso íntimo y personal que se produce a propósito del texto. Escribir un prólogo es dejar plasmado en un papel aquello que la lectura provoca, es plasmar un estado de ánimo, es tomar una posición. Soledad Ascencio Cortés.

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