Lo que empieza siendo una experiencia académica se transforma en un viaje inesperado hacia la amistad, la confesión y el cambio interior. Con diálogos personales, momentos cómicos y episodios de gran intensidad filosófica, Sólo el Diablo... retrata a unas persona cansadas de la rutina, que buscan sentido en un mundo saturado de ruido y de prisas. En estas páginas conviven la ternura y la ironía, lo trivial y lo trascendente: la soldadura de metales se convierte en metáfora de la unión humana, los chihuahuas mexicanos en símbolo de dignidad inesperada, y hasta los silencios se cargan de significado. Personajes como el profesor carismático, excéntrico y profundamente humano, o elescritor frustrado que aún cree en el poder del amor quedarán grabados en la memoria del lector mucho después de cerrar el libro. La novela se mueve con frescura entre lo filosófico y lo cotidiano, entre lo hilarante y lo melancólico. Hay ecos de Cioran y Schopenhauer, pero también risas de sobremesa y confesiones íntimas que cualquiera podría haber vivido.