¿Irreverente? Depende. ¿Crudo? A veces. ¿Superficial? Sólo si se lee la superficie. El libro es un despliegue de géneros fundidos en metales a veces sucios, a veces no tanto buscando lo poético en las esquinas más transitadas y lo satírico en las menos agradables. Está dividido en tres partes. La primera, “Soles Manchados”, establece el estilo heterogéneo de las intenciones de su autor, combinando cuentos cortos con microrrelatos obsesivos y conscientes de sí mismos, humanos en su más profunda esencia. En la segunda, “Pasos pesados”, los protagonistas meten la pata, se dejan llevar, actúan, deciden y pagan sus consecuencias, envueltos en sus propios mundos a veces fantásticos y a veces tan absurdos que bien pudieran serlo. La tercera parte y última es la más curiosa, pues deja sorpresas a sus lectores y lectoras en su universo urbano-rural de detalles y falsa superficialidad que, como en el resto del libro, se traduce en dobles y hasta triples lecturas, pero esta vez en cuentos que recuperan el sentido al ser parte de otros cuentos y narradores poco confiables que confunden más de lo que aclaran, dejando un libro dinámico de un autor que todavía tiene mucho que ofrecer.