Se analizan algunas de las variables que contribuyen a construir una idea de la comunidad humana moderna. En ese contexto se cuestiona la noción predominante –y promocionada-, de que nuestro habitat cultural, es un espacio”globalizado”, cuando en realidad su construcción está basada sobre una intercomunicación a predominio de minorías, que alimentan el imaginario colectivo de un planeta entrelazado por las comunicaciones. El acceso físico y la lectura crítica de los contenidos informativos es patrimonio de una minoría de la población mundial. Se sostiene la tesis de que sin educación y condiciones de vida acordes al mundo moderno necesariamente se producirá –en realidad se ha producido- un desacople de la integración de las comunidades, una fractura, que se ahondará dada la velocidad de cambio que se ha impreso al conocimiento científico-tecnológico y la sofisticación cultural. Todo ello, en el contexto de un planeta humano mal “gerenciado” y asimétrico, con significativas consecuencias sobre las condiciones de vida de grandes segmentos de la población y sobre la sustentabilidad del mismo. En el sentido del daño actual y potencial, la “globalidad” es operante –se impone-, pero lamentablemente lo es en un contexto vicioso: universalizar la degradación progresiva del planeta y las condiciones de vida en él. Surge, entonces, la inquietante pregunta, ¿estamos en proceso de ”globalización” o de “segmentación”?