«Los que conocen y aman la historia saben que a veces se apartan y silencian los que la hicieron popular, hombres y mujeres con ideas propias […]. Respeto a todos los que vivieron esos años y aún más, cuando expresaban: “La Habana era una de las ciudades más bellas del continente americano”. Y no es menos cierta tal afirmación, esa era la entelequia que deslumbraba a todos y enriquecía a unos cuantos, pero la gran mayoría vivían desamparados y la nación, con sus implantadas repúblicas, perdía día a día su identidad. Esos son los sentimientos que me animaron para escribir y alcanzar publicar en mi terruño.» Así presenta este, un libro más de esta autora que junto a Raúl Eduardo, nos hace llegar historias, anécdotas y sentimientos que ambos atesoran, de Almendares, y de más allá de sus linderos.