Una madrugada, la tierra se parte sin estruendo. Al despertar, una comunidad costera descubre que ha sido arrancada del mapa. Su barrio flota, aislado, invisible para un país que finge no haber perdido nada. No hay sirenas. No hay noticias. Nadie viene. Mientras el agua sube y la esperanza baja, los vecinos se aferran a lo que queda: una farera que no abandona su luz, un poeta del mar, niñas que dibujan futuro en paredes agrietadas. La isla no es solo física —es política, es emocional, es una pregunta sin respuesta. La Isla Flotante no imagina una catástrofe: la reconoce. Esta novela feroz y luminosa retrata la belleza que resiste, la rabia que despierta y el absurdo de un país que se acostumbra al abandono. Tito Lugo MD lanza un grito elegante y brutal sobre lo que ocurre cuando el olvido se institucionaliza y solo queda flotar… o hundirse.