Gregórida

  • Autor: Gregorio García Calvo
  • Género: Literatura y Novela
  • Año: 2017

Capítulo 1 (40 páginas) De cómo, tras dejar a los niños en el cole, compro un boleto de lotería, y de las cosas que en la administración me suceden; y cómo soy perseguido por una anciana, de la que por los pelos escapo salvado por mi amada esposa, quien me obliga a pedir un aumento de sueldo a mi jefe, cosa que no quiero hacer pero hago porque ya soy un hombre hecho y derecho que asume sus responsabilidades, momento en el que aquel me dice que tengo un veinticinco por ciento de opciones de quedarme en el paro, por lo que, distraído por las preocupaciones, abandono antes de tiempo el trabajo; y de las cosas que me acaecen en la papelería, donde sufro por no poder pagar a mis hijos el material escolar que necesitan, y, al regresar a casa y tirar la basura, ando tan ensimismado que no reciclo y la policía me multa; y de la terrible noche en vela que paso; pero, sobre todo, de cómo, al llegar a la mañana siguiente a la oficina, me entero de que soy el trabajador sacrificado para que la empresa pueda seguir avanzando. Capítulo 2 (38 páginas) De cómo me quedo paralizado tras constatar, mediante misiva, que estoy en el paro, y desesperado pido explicaciones a mis ya ex compañeros y jefe sin obtener satisfacción, por lo que vago arrastrándome todo el día por la ciudad envuelto en una maraña de pensamientos negativos; y de cómo, por petición de mi esposa Verónica, voy al supermercado, donde me encuentro con una antigua amiga de la universidad que llevo diez años sin ver y que parece muy bien situada socialmente y que promete ayudarme, pero que ahora no puede porque se tiene que ir, así que hago la compra para la familia y subo al hogar, donde soy por esta quizá en exceso criticado por Domingo, mi hijo mayor, y empezamos una discusión que sólo encuentra término cuando una hermosa jueza flanqueada por su policía se presenta en nuestro hogar para, por se ve falta de pago, embargárnoslo. Capítulo 3 (40 páginas) De cómo mi señora esposa salta hecha una furia porque nos quieran echar del piso a las ocho de la tarde o de la noche y, pese a mis infructuosos intentos por calmarla, acaban deteniéndola, dejándonos a mis hijos y a mí más desamparados y desvalidos sin cabe, pero también de cómo me recompongo y llevo a mis niños del alma a dormir calientes a un hostal, sencillo pero limpio, y a la mañana a clase, donde sin peinar los dejo para presentarme en la comisaría en busca de Verónica, a la que no encuentro, y por lo cual me veo obligado a visitar el Ministerio de Justicia, donde, tras múltiples tumbos, demuestro gran fortaleza y determinación, y que yo nunca me rindo, y al final un amable representante de la ley acaba abriéndome los ojos a la verdad. Capítulo 4 (37 páginas) De cómo salgo impactado y con una herida abierta muy dentro de mí del Ministerio en busca de mis hijos, cuyas horas lectivas ya han terminado, y de la desagradable sorpresa, de la que aún hoy no me he repuesto, que me llevo en su colegio, donde no los encuentro, de la misma manera que pierdo la ubicación del hostal, en el que disponía de dos noches más pagadas por adelantado con la hucha de Paquito, mi hijo pequeño, por lo que, para que me confirme si de verdad nos han quitado el piso o si es que acaso Verónica ha utilizado semejante treta para deshacerse de mí, me dirijo a pasar la noche al cajero de la sucursal donde contratamos la hipoteca decidido a ser lo primero en la mañana el hablar con mi banquero de cabecera; y de cómo allí me encuentro a dos mendigos que me acogen en su seno y pasamos la ventosa noche contándonos nuestras historias, ahítas de desgracias, hasta que se cansan y me apalean y roban. Capítulo 5 (40 páginas) De cómo ceno con mi antigua compañera y le cuento que Verónica y yo no somos mucho de salir juntos, y los tumbos que he dado durante el día junto al mendigo Vicente, quien, apiadándose de mí, me ha enseñado algunos trucos para sobrevivir en la calle, e incluso me ha animado a llamar a Candela, y de cómo yo me abro y le relato lo que ha mucho llevaba escondido en mi pecho, y ella termina dándome la sorpresa laboral de mi vida, pero, lo más importante, de cómo, pese a mis reticencias y esclavo del alcohol que sutilmente me ha obligado a ingerir, y quién sabe si habiendo sido sin saberlo drogado, se aprovecha de mi bondad para introducirme bajo ella en su lecho, donde sufro el susto del que ya nunca me repondré. Capítulo 6 (40 páginas) De cómo despierto del shock sin haberlo superado del todo o aún aletargado o en una pesadilla, en la que al menos soy cuidado y restablecido de mis heridas en la casa donde he ido a parar y que es habitada por una pareja que se lleva a muerte y que gasta su vida en discusiones triviales hasta que el terrible accidente del pequeño de sus hijos, que casi pierde la vida por la irresponsabilidad de los adultos, nos espabila a todos. Capítulo 7 (36 páginas) De cómo despierto definitivamente del sueño o pesadilla que llevo arrastrando desde el shock en tálamo extraño, y le exijo por favor a Candela las razones de haberme hecho pasar tan mal rato, y ella me las explica, y se libra de mí, y yo regreso al barrio porque necesito ver a mis hijos, a quienes embargado por la emoción contemplo sin atreverme a acercarme, pues mi aspecto exterior no es digamos el que un padre que ha de ser ejemplo quiere ofrecer a sus vástagos, y en estas ando cuando me topo con Vicente, que en mi ausencia ha hecho nuevas amistades y me ofrecen un trabajo, pero en la prueba previa a la adjudicación del empleo se da un pequeño malentendido y mi examinador y socio de la empresa muere ahogado por un chicle que se le va por mal sitio. Capítulo 8 (38 páginas) De cómo con inteligencia y argucias logro librarme de Rodrigo, novio de Ramón, su socio trágicamente fallecido, quien me cree culpable de la muerte de su amada pareja e intenta no me largue de rositas, y de cómo voy a dar en la casa de una antigua amiga, conocida por todos, que acaba de sufrir un grave revés emocional, a pesar del cual su hija me trata con cariño y amabilidad y me reconforta, y yo la imagino de mí enamorada, y tras conocer el notición de mi vida, me veo obligado a regresar a mi casa, donde mi encuentro con Verónica no resulta agradable, y de cómo, marchándome ya, mi ex perro Chusco me sigue para decirme hola y acabamos peleándonos. Capítulo 9 (40 páginas) De cómo me arrastro por los callejones de la ciudad intentando sobreponerme psicológicamente de la encarnizada lucha y no me puedo creer que sea tan torpe para perder algo de gran valor, que afortunadamente recupera un mendigo pordiosero que me dice unas palabras que más me hubiera valido escuchar, y de la reunión que mantengo con mi banquero de cabecera y de cómo regreso enamorado con la hija de esta antigua compañera por todos conocida; pero, tras hablarlo, decidimos de mutuo acuerdo ser sólo amigos y vuelvo con Verónica, a la que nunca he dejado de amar, y, finalmente, de cómo, cuando estamos a punto de hacer las paces y ser felices para siempre, somos interrumpidos por la policía, que intenta detenerme por un malentendido que les explicaría de no ser porque echo a correr escapando de ellos para caer en las brasas de los mendigos del barrio.

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