Consuelo Berges comentó alguna vez que la historia de la familia Gutiérrez Cueto merecía ser contada, y lo hizo sin saber que su propia vida sería una de las razones más válidas para hacerlo. Medio siglo después, su idea se plasma en esta suma de relatos entrelazados, porque la vida y los anhelos dan vueltas, repitiéndose, y el amor es magia que trasciende la muerte. Esta es la historia de una familia cántabro-americana, contada por ella misma. Una familia que vivió (vivir no es tan común como se cree), legó palabra, bravura y asombro y encima, ofrendó el grupo de mujeres más extraordinario de la entonces llamada provincia de Santander: la pintora conocida como María Blanchard, ni débil ni triste; Aurelia Gutiérrez Blanchard, mucho más que una hermana de María; Matilde de la Torre, sin aureola ni tridente, y Consuelo Berges, la clarividente. Los acontecimientos y procesos históricos de dos siglos y en dos continentes, contados a través del impacto que tuvieron en una casta indómita y brava, a veces narradora, y otras, protagonista. Un intelectual, una matriarca y su prole estrambótica de ojazos sesudos. Luces y sombras de humanidad. Y el mar. Una familia resucita para que se le escuche cantar.