En el caso de tu fotografía, pienso que logras algo muy meritorio y grato a la mirada de los ojos y del alma –si es que cabe separarlas así. Me refiero a esa perspectiva, esa distancia, que te permite asumir una suerte de actitud adámica: ves el paisaje como si fueras el único habitante del mundo y este fuera visto por primera vez por ojo humano alguno y, al hacerlo, ejerces una suerte de poder constitutivo, término que tomo de la tradición filosófica para referir un proceso y la correspondiente serie de actos que desembocan en la conformación de lo real plasmado en la obra. Junto a esto, me ha dado por pensar que los textos colaterales operan como una especie de proyección, de ampliación y máxima realización del adamismo genesíaco, cuando de esa manera pones nombre primero a la experiencia del encuentro con el objeto y, con ello, al objeto mismo y su irradiación óntica… Josu Landa