Siempre me ha fascinado la Sábana Santa, el conocimiento de su historia me causó asombro, me puse en el lugar de Secondo Pía, aquel abogado y fotógrafo aficionado italiano a quien se le encargó fotografiar por primera vez la Síndone de Turín, me puse en su lugar, sobre todo, cuando descubrió que el negativo de aquella fotografía era un positivo óptico que le mostraba el rostro, con meridiana claridad, de la difusa imagen de la Sábana. Después vinieron más sorpresas, en aquella imagen no había tinta ni pintura alguna. La imagen es tridimensional y es mucho más didáctica, real y explicativa que las imágenes tradicionales que nos había aportado la imaginería a lo largo de la historia. La noticia de las pruebas del carbono 14 que databan la Sábana en la edad media, fue como un jarro de agua fría, sin embargo, despertó en mi nuevas interrogantes. ¿Qué artista podía haber recreado un negativo fotográfico en la edad media? ¿Qué artista podía haber plasmado detalles de un martirio que contradecía a las imágenes tradicionales, y que se correspondían con una realidad científica? ¿Qué artista podía haber realizado una imagen tridimensional en la edad media? Todas estas interrogantes y muchas más estaban sin respuestas, quizás por ello empezamos a interesarnos por las diferentes copias de la Síndone, y cuando en 2005 apareció la noticia de una Sábana no catalogada en la ciudad de Plasencia, no lo dudamos ni un momento. Me puse en contacto con el Dean de la Catedral y director del museo catedralicio D. José Sendín Blázquez quien me facilitó el acceso, sin limitaciones, a aquella tela en la que lo primero que vieron mis ojos fue una fecha: 1012. Como un desafió a la prueba del carbono 14, aquella Sábana, caso de ser autentica, es la copia más antigua que se conoce.