Bon Bini a Curazao

Con esta expresión me dieron la bienvenida en esta isla caribeña que forma parte del Reino de los Países Bajos. Curazao es una isla que enamora al visitante por su exótica mezcla de Europa y Caribe. Sus construcciones holandesas con colores tropicales son el primer símbolo de integración que aprecia el visitante. En su pasado conviven historias de colonos neerlandeses, judíos, esclavos y piratas. Esta interesante combinación es el resultado de su posición geopolítica desde hace siglos y fruto de ella son sus colores, sus aromas, sus sabores y sus tradiciones que lo mismo tienen de África, de América y de Europa. Aparte de que disfruté enormemente su clima cálido pero no húmedo gracias al viento perene, me pareció divertido ver iguanas por todos lados. Cada paso que di al recorrer los distintos distritos de Willemstad, su capital, me hablaba de su ayer, su hoy y su mañana. En el centro vi el puente más alto del Caribe y el único puente de pontones en funcionamiento del mundo, que conviven con barcos de cruceros llenos de turistas internacionales y otros cargados con petróleo de la refinería localizada al fondo de su bahía. La isla es bastante pequeña, por lo que pudimos recorrerla en un día de punta a punta. Me sorprendió el contraste entre el centro (semidesértico) y su litoral de arena fina, al Oeste, y rocoso y azotado por el mar al Este. Por estas y muchas otras razones, Curazao es un lugar que me encantó y al que quisiera regresar. Aquí les comparto mis impresiones y experiencias.

Deja un comentario

Estás comentando como invitado.

El envío de comentarios está sujeto a los siguientes Términos de uso.