Amadeo ha vivido toda su vida en las márgenes de la literatura. Fue empacador de libros en la Tipografía Nacional, profesor de letras en la Escuela de Bellas Artes, redactor de copia en agencias de publicidad, articulista en un periódico, donde por último lo ponen a escribir el horóscopo sin ser astrólogo. Cuando lo despiden reinventa el oficio de «historiógrafo» prestándoles a sus clientes el servicio de rescribir las tristes historias de sus vidas desde el punto de vista positivo, poniéndoselas bonitas y haciéndoles sentir protagonistas estrellas. Sin embargo, su propia historia va de mal en peor, hasta que la Vida misma se la rescribe, convirtiéndolo en lo que él siempre quiso ser y permitiéndole encontrar su misión en la vida.