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Escritores que no descansan en paz

Karina Sainz Borgo / Vozpópuli.com

Día 29/10/2013

Los huesos de Lope de Vega fueron arrojados a una fosa común, los de Miguel de Cervantes se extraviaron y los de Calderón de la Barca permanecen, todavía, en paradero desconocido.
Esta es una historia sin pies ni cabeza. Y nunca mejor dicho. Hombres como Miguel de Cervantes, Calderón de la Barca o mismísimo  Lope de Vega no tienen hoy un lugar para que sus huesos consigan el digno sepulcro de su fama literaria. Pero así es. Son, a su manera, escritores que no descansan en paz.
La primera y más lamentable de estas historias, pero no la más ominosa, es la de Miguel de Cervantes. Nacido en Madrid, en 1547, este soldado, poeta, dramaturgo, novelista, y autor de la que se considera la obra cumbre de la literatura española: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Macha, no tiene un lugar dónde ir a colocarle una flor o leer en voz alta alguno de sus sonetos.
Murió en su casa de Madrid el 22 de abril de 1616 y fue enterrado al día siguiente en el Convento de las monjas Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, donde se cree que reposan sus huesos, según recuerda una placa conmemorativa en la fachada. Sin embargo, las sucesivas reformas que se llevaron a cabo en el templo obligaron a mover su tumba y sus restos se perdieron.

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