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Diez años sin Manolo

Josep Ramoneda / El País

Día 08/10/2013

Manolo nació el año que acabó la guerra. El barrio del Raval de Barcelona era territorio de perdedores que trataban de sobrevivir a la miseria y a la crueldad del nuevo régimen. Las Ramblas dividen la Barcelona antigua: a la derecha, el Raval, popular y un punto canaille, como bien describió Jean Genet. A la izquierda, el Barrio Gótico, la ciudad monumental y oficial. El Raval, ajeno a las miradas de la Barcelona de orden, fue siempre un lugar de tránsito: su proximidad al puerto le daba un trasiego de marineros y viajeros que alimentaba la prostitución y la fama de barrio de mala vida, como se decía entonces, pero era también un barrio de acceso a la ciudad, destino de ingreso de muchos inmigrantes que venían a la búsqueda de mejor suerte, antes desde el resto de España, ahora desde el extranjero. Manolo tenía cinco años el día que al bajar corriendo –los niños casi siempre tienen prisa– la escalera de su casa se cruzó con “un hombre feo y canijo con una maleta en la mano”, en su propia descripción. No le hizo caso, siguió hasta la calle, la plaza del Pedró, a jugar con los amigos del barrio. Cuando regresó a casa, resultó que aquel hombre era su padre.

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