De cómo los editores entregaron a Amazon la vara con que pegarle

Mathew Ingram

Gigaom

 

En GigaOm hemos descrito ya en varias ocasiones cómo Amazon interfiere en el negocio tradicional de edición de libros, tanto permitiendo que los autores se autopubliquen y sorteen por un extremo la industria tradicional del libro como firmando contratos con los autores para su propio sello; además de inaugurando su propia biblioteca de préstamo de libros electrónicos y con otras iniciativas. Pero, como sostiene el escritor Charles Stross en una entrada reciente de su blog, es a las principales editoriales a quienes hay que culpar en parte de su propia desgracia, puesto que ellos mismos entregaron a Amazon una de las armas que Amazon emplea para atacarlos y arrebatarles su cuota de mercado: la aplicación de la gestión de derechos digitales o DRM (por sus siglas en inglés, Digital Rights Management) bloquea a sus libros.

Como señala Stross, el razonamiento para exigir este tipo de bloqueo digital es sencillo: los seis grandes grupos editoriales más importantes son propiedad de enormes conglomerados mediáticos y del sector del entretenimiento, y a sus empresas madre les importa mucho más la piratería que servir a los autores contribuyendo a que se lean sus libros en el mayor número de plataformas posibles. De modo que exigen que sus libros electrónicos se envuelvan en las restricciones de el DRM, que en muchos casos impiden que los presten los usuarios que supuestamente los han adquirido, o autorizan a Amazon a que los elimine automáticamente de los Kindle de la gente por control remoto.

Amazon podría representar una amenaza mucho mayor que la piratería

Pero Stross subraya que la piratería no es la única amenaza que las principales editoriales enfrentan cuando su sector se ve perturbado, y puede incluso que no sea la más grave. La amenaza más importante, sostiene, es que Amazon está comiéndoles la merienda en infinidad de aspectos, y da toda clase de señales de que va a seguir haciéndolo:

El impulso empresarial en favor del DRM está motivado por el miedo a la piratería del libro electrónico. Pero, al margen de la piratería, la mayor amenaza relacionada con el libro electrónico para los seis grandes grupos editoriales se llama Amazon.co [y] los seis grandes insisten obstinadamente en que la DRM de los libros electrónicos está entregando a Amazon una vara con la que pegarles aún más fuerte.

El terreno de juego donde se mueven Amazon y las editoriales más importantes empezó a cambiar cuando el auge del libro electrónico comenzó a convertirse en una oleada masiva, desencadenada más o menos el año pasado. En primer lugar, el minorista de libros electrónicos trató de obligar a las editoriales a que aceptaran un precio inferior por sus libros electrónicos y tomó represalias contra quienes se negaban a hacerlo retirando sus libros de las estanterías virtuales. Apple contribuyó a dar la vuelta a la tortilla cuando lanzó al mercado el iPad y ofreció a los editores el “modelo de agencia” de fijación de precios (por el que debe enfrentarse a una demanda antimonopolio), pero Amazon sigue controlando la mayoría del negocio del libro electrónico.

Gran parte de ese control se deriva de que Amazon es propietaria del Kindle, el principal lector de libros electrónicos, y de que los libros que se adquieren para ese dispositivo llevan incorporado el control de DRM. Stross sostiene que eso encierra de forma efectiva a muchos compradores de libros electrónicos en ese aparato, pues es prácticamente imposible leer libros para Kindle en otros aparatos (como no sea instalando en el iPad el software para Kindle de Amazon, o su Cloud Reader) sin comprar otra copia.

Si compras un libro que solo puedes leer en el Kindle, te mostrarás comprensiblemente reacio a pasarte a otra plataforma de libro electrónico que no pueda leer los libros electrónicos exclusivos para Kindle; y aún más reacio a comprar libros electrónicos de tiendas rivales que apliquen un control de DRM incompatible.

Los editores han encerrado a los lectores en el jardín amurallado de Amazon

Esta especie de insistencia en el DRM y la incompatibilidad de las plataformas, así como el embrollo de los derechos y, a menudo, los intereses contrapuestos de editores y autores en lo que se refiere a la cesión de derechos para publicar ejemplares o compartir, convierte la compra de un libro electrónico en un nido de víboras repleto de complejidades... y no hace más que reforzar la pujanza de Amazon en el mercado, pues Amazon ofrece una solución sencilla que vincula ambos extremos de la cadena comercial. La cosa tiene sentido para el minorista, y su interés por lanzar nuevas plataformas como Kindle Fire deja bien claro que planea extender ese dominio a otros ámbitos. Pero, ¿cómo ayuda eso a los editores y a los autores?. Volvemos a citar a Stross:

A medida que proliferan las ventas de libros electrónicos, la insistencia de los seis grandes grupos editoriales en el DRM ha demostrado ser un error espantoso. En lugar de reducir la piratería, ha encerrado a los clientes en el jardín amurallado de Amazon, lo que, a su vez, acrecienta la capacidad de influencia de Amazon sobre las editoriales.

Los editores -y algunos autores, sobre todo quienes controlan el Gremio de Escritores (Authors Guild), que ha combatido todos y cada uno de las tentativas de Google y otras instancias de liberar el mercado del libro- se han obsesionado tanto con la piratería y con proteger sus productos que han permitido que Amazon asuma el control de sus destinos (si todo esto le recuerda a alguien a Apple y la industria de la música, seguramente no es una casualidad). En lugar de facilitar que los lectores se descarguen la obra de sus autores preferidos en diferentes plataformas y que la compartan y la copien, no han hecho más que facilitar que Amazon los controle y domine el sector.

Como han señalado algunos autores, aun cuando uno se aproveche de las alternativas de autoedición de Amazon para evitar firmar un contrato de edición tradicional, no ha hecho en realidad más que sustituiur un amo empresarial por otro. Para la mayoría de los escritores, lo ideal sería que en el sector hubiera múltiples agentes; pero, por desgracia, sus propios editores han contribuido a que eso sea una posibilidad aún más remota. Y el principal beneficiario es Amazon.

Fuente: http://gigaom.com/2011/12/02/how-publishers-gave-amazon-a-stick-to-beat-them-with/

Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=140757