Murakami, indignado

El escritor japonés carga contra las centrales atómicas en su discurso de recepción del Premi Internacional Catalunya y cede su importe a las víctimas del terremoto y Fukushima

Viernes, 10 de junio del 2011

ERNEST ALÓS
BARCELONA

Los japoneses saben que nada es permanente. Que las flores de cerezo de la primavera se marchitan, las luciérnagas del verano se apagan y las hojas amarillas del otoño caen. Es el concepto del mujô, explicó ayer el escritor Haruki Murakami. Eso les lleva a «una especie de resignación». A sobreponerse.«Los japoneses -añadió el novelista- somos un pueblo que nunca nos enfadamos mucho». Esa actitud les permite a soportar pruebas como la del último tsunami.«No nos podemos quejar de que la tierra haya temblado un poco». Es así. Pero, según Murakami, el desastre nuclear de Fukushima, la irresponsabilidad de construir plantas nucleares en zonas sísmicas, ya es demasiado incluso para la paciencia nipona: «En esta ocasión, supongo que hasta los ciudadanos japoneses nos enfadaremos de verdad».Él, por lo menos, lo está. Mucho. Y ayer lo dejó claro en la recepción del Premi Internacional Catalunya de manos del presidente de la Generalitat, Artur Mas.

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