Imprimir

 

Carmen Laforet en Tánger

Carmen Laforet fue una autora que siempre estuvo cubierta de un halo de misterio, en parte por el fulgurante éxito de su primera novela Nada y su retiro posterior, dedicada al cuidado de sus cinco hijos. Logró publicar otros textos, como La isla y los demonios, La mujer nueva, La insolación o Los días, pero siempre pesó sobre ella la genialidad de la primera, que nunca pudo superar. Sin embargo, Laforet era una mujer valiente, independiente y de una personalidad arrolladora.

 

carmen laforet tanger

 

Uno de los episodios menos conocidos de su vida es su estancia en Tánger, al lado de Paul y Jane Bowles, periodo que se narra en el libro de Rocío Rojas-Marcos Tánger, segunda patria, publicado en 2015, y donde se da cuenta del homenaje que le brindaron el 6 de septiembre de 1959, en el Club Gandori, Josep Andreu Abelló, Paul Bowles, Mohamed Omar Hajoui, Julio Ramis, Asís Viladevall, Herbert Southworth, los condes Charles de Breteuil y Piero Toni, los condes de Fuente el Salce, Paolo D. Occhipinti y Emilio Sanz de Soto. Sanz de Soto hizo un elogio del valor literario de la novela Nada y del  aire fresco que su obra había traído a la novela española así como su influencia en la juventud de aquella época que soportaba la triste situación política y moral de la España franquista. Esto provocó que el corresponsal del diario Pueblo en Tánger, José Ramón Alonso, interrumpió su alocución poniéndose en pie y gritándole: “Usted es un hijo de la gran puta, y todos los que piensen como usted son también unos hijos de puta. Y deberían levantarse e irse como yo”, a lo cual el cónsul, también presente en el acto, declaró que podían continuar el acto bajo su absoluta responsabilidad. En ese entonces Tánger era una ciudad cosmopolita y abierta, en contraste con la censura española.

 

carmen laforet tanger

 

Carmen Laforet llegó a Tánger porque su marido Manuel Cerezales fue nombrado en 1957 director del diario España de esta ciudad marroquí.

 

carmen laforet tanger

 

Laforet permaneció tres años en Tánger, entre 1959 y 1961, fue uno de los periodos más felices, es conocida la pasión viajera de la autora, y así como su estancia en Roma consolidó su amistad con el poeta Rafael Alberti, la estancia en Tánger le brindó la amistad de escritores y artistas locales integrantes de esa "generación de tierra de nadie", como la llamó Emilio Sanz de Soto. Jane Bowles, dijo de ella que  "tenía el encanto irreal de las hadas", e incluso fue fotografiada por Cecil Beaton.