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Cuando yo era joven, que alguien en edad de opinar manifestase el deseo de ganarse la vida escribiendo, no era algo que contribuyera precisamente a la mayor felicidad de sus padres.

 

MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO 10/03/2010

Cuando yo era joven, que alguien en edad de opinar manifestase el deseo de ganarse la vida escribiendo, no era algo que contribuyera precisamente a la mayor felicidad de sus padres. Quizás con las chicas cabía la excepción: al fin y al cabo, para muchas familias burguesas de posguerra las mujeres no tenían la obligación de ganarse la vida, sino la de casarse con alguien que sí lo hiciera (y lo mejor posible), de manera que dedicarse a escribir podría suponerles un distinguido adorno sin desdoro ni mayores consecuencias.

 

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