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Barcelona, ciudad (y jardín) de libros

Vanessa Graell / El Mundo

Día 07/12/2016

Barcelona se ha construido con libros, no sólo con las piedras de la cantera de Montjuïc. Hubo una época en que las calles de la nueva ciudad, de un Eixample aún en urbanización, eran una gran biblioteca pública. En 1930 se terminó el último tramo de Passeig Sant Joan, el que va de Diagonal a Travessera de Gràcia, y se instalaron bancos de lectura de forma circular, con pequeños quioscos que funcionaban como una biblioteca. Pero además, en medio del paseo se construyó un diáfano Pabellón de Lectura, cubierto de placas de vidrio. Era un nuevo concepto de ciudad: un paseo rodeado de jardines, fuentes, estanques y pequeñas bibliotecas públicas, con casetas de libros en los laterales. Casi la materialización urbana del bucólico sueño de Cicerón de leer en el jardín. Un sueño que fue real durante unos años. Hasta que vino la guerra. Hasta que el franquismo quemó los libros en la calle y derribó el Pabellón de Lectura en 1948.

Medio siglo antes, en 1895, Barcelona se engalanó con una multitudinaria fiesta ciudadana para celebrar la cesión de la primera biblioteca pública de la ciudad: la Arús, en el número 26 del Passeig Sant Joan.«No's pot negar la entrada a ningú per rahó de sexo, edat ni classe; xichs y grans, richs y pobres, tothom que allá's comporti dignament té'ls mateixos drets que un altre», dejó escrito el filántropo -y francmasón- Rossend Arús como norma de entrada a su biblioteca. Unos años después, en 1909, la moderna Barcelona también estrenaba la primera Biblioteca Popular de la Mujer en Ciutat Vella, la primera de Europa, que se avanzó casi 20 años a la Fawcett Library de Londres. Las pioneras Francesca Bonnemaison y Vicenta Carreras la fundaron con un centenar de libros y una donación de 500 pesetas en el claustro superior de la parroquia Santa Anna. Ese mismo año el espacio quedó pequeño y se trasladó a la Casa de la Misericòrdia.

 

 

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