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Escritores con mucha dedicación

Domingo Marchena / La Vanguardia

Día 08/05/2015

Ingeniosos, agradecidos o enigmáticos. No hay dos escritores iguales. Amantes tiernos o pudorosos, desinhibidos o recatados, padres e hijos devotos, orgullosos de su familia y de sus orígenes. O no. Todo eso se trasluce en sus obras, por mucho que ellos quieran disimularlo. Dice Lawrence Durrell en el Cuarteto de Alejandría que los artistas ocultan su vida, obligándonos a acudir a sus textos "si queremos alcanzar la auténtica fuente de sus sentimientos".

Pero ¿dónde se aprecia mejor la verdadera personalidad de los creadores? Hay un momento único, mágico, en que bajan la guardia y se muestran tal cual son.¿Cuándo? En las dedicatorias. No en las dedicatorias particulares manuscritas frente a sus lectores y admiradores, sino en las dedicatorias que ya vienen impresas y encabezan sus libros.

Muchos autores son la versión adulta de esos niños que gritan en la playa: “¡Mira, mamá, mira lo que hago!”. La mayoría se acuerda de sus padres y de sus parejas cuando escriben. Especialmente conmovedora es la asturiana Laura Castañón, que ha debutado con la muy recomendable Dejar las cosas en sus días. El libro está dedicado a los suyos y, sobre todo, a su padre, "que sonrió mientras le leía algunos párrafos de esta historia en el hospital, el último día".

 

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