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El Mar Mediterráneo en la literatura

 

El mar es uno de los tópicos literarios por excelencia: es el tema de miles de poemas y el escenario de muchísimas novelas y cuentos.

La visión del mar evoca el tiempo y la experiencia vital, y el movimiento de las olas del mar la mutabilidad y la inestabilidad, eso lo convierte en un símbolo de los corazones humanos y el devenir de la propia existencia. La contemplación del mar es también la de uno mismo y del otro. A su vez el horizonte en las playas nos confronta con lo desconocido. Este valor del mar desconocido inspiró a muchos escritores entre las civilizaciones del Mediterráneo, principalmente a los héroes griegos que se desempeñaron en la navegación y sus hazañas épicas están ligadas a esos viajes por mar. Ese desafío que los navegantes hacen contra los elementos también nos recuerda que el mar es un símbolo de la hostilidad divina.

El viaje del Mediterráneo es, por fuerza, un recorrido literario. Es imposible navegar por sus aguas recorrer sus litorales sin cargarse el alma de literatura: En el Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell podemos oír los pasos que Justine deja en las calles de ciudad egipcia. El autor escribía desde Sicilia: "Qué afortunado soy de haber vivido en el Mediterráneo y contemplado tan a menudo el sol y la luna juntos en el cielo". De entre los mares, “el Mediterráneo tiene alma mitológica y mística pero, sobre todo, posee un alma poética”, escribe Javier Reverte.  Joseph Conrad nos recordaba: "¡Dichoso aquel que, como Ulises, ha hecho un viaje aventurero; y para viajes aventureros no hay mar como el Mediterráneo".  Kazanzakis, Elites y Seferis hicieron renacer el clasicismo en las islas egeas. Y en la otra orilla resuena el canto de Amin Maalof que nos hace oler El Cairo mientras Albert Camus desciende a Orán y nos recuerda los límites del alma en su novela El extranjero.