Las manías del escritor

30/05/09 | por Tomás Salas


Detrás de cada obra hay un escritor, es decir, un hombre. En ocasiones es difícil adivinar qué clase de ser humano es el escritor, aunque lo intuimos por su obra y por los testimonios que nos han llegado de sus contemporáneos. No sé por qué, pero imaginamos a Cervantes como un tipo vital y aventurero; a Lope como un hombre atractivo y apasionado; a Quevedo como un ser ingenioso, pero con mala leche concentrada. Machado nos da la impresión de ser una buena persona (“soy en el buen sentido de la palabra bueno”, dijo de sí mismo), callado y un poco aburrido, con aire de profesor solterón y provinciano. Unamuno era el egocéntrico que siempre se escucha a sí mismo; ese tipo de persona que se queda hablando solo en las reuniones.¿Y Juan Ramón?

 

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